martes, 12 de julio de 2011

Cuando el destinatario confirma la entrega, la persona que manda el e–mail ya no necesita volver a enviarlo. En las neuronas del cerebro también existe un mecanismo de aviso de recepción que funciona de manera similar. Sirve para que el organismo no siga buscando comida o relaciones sexuales de manera exagerada. Ese mecanismo molecular fue identificado ahora por científicos de la Argentina, con la colaboración de investigadores de los Estados Unidos.

“Nuestro hallazgo permitirá entender mejor la base biológica del desarrollo de las adicciones, que incluyen el comportamiento compulsivo para comer, jugar por dinero, o consumir drogas, alcohol o tabaco”, explicó a Clarín Marcelo Rubinstein, líder del estudio e investigador principal del Instituto de Ingeniería Genética y Biología Molecular del Conicet. También el descubrimiento podría ser útil para mejorar los tratamientos para los afectados por adicciones.

El equipo de Rubinstein trabajó con ratones. O mejor dicho, produjo ratones mutantes a partir de células madre embrionarias. Y consiguió que esos animales no tuvieran unas moléculas en las células nerviosas o neuronas del cerebro medio, que se llaman “autorreceptores de dopamina D2”.

Antes de la experimentación, se sabía que las neuronas liberan dopamina ante la inminencia de situaciones placenteras. Los investigadores se preguntaban qué rol cumplían esos autorreceptores en esas neuronas. Y la respuesta fue encontrada al producir esos ratones mutantes: los animales manifestaron comportamientos muy diferentes ante estímulos como la comida o la administración de cocaína, en comparación con animales comunes.

Estos resultados demostraron que los “autorreceptores” funcionan como una fuerza inhibitoria del comportamiento. Es decir, los autorreceptores forman un sistema en las neuronas que les avisa cuándo frenar en la liberación de dopamina. “El aviso es permanente. Cuando no lo poseen, las neuronas están desenfrenadas. Esto puede inducir a comportamientos compulsivos”, señaló el investigador Rubinstein.

El estudio, en el que participaron Estefanía Bello, Diego Gelman, Daniela Noaín y Verónica Alvarez, entre otros, es tan importante que fue publicado en la revista especializada Nature Neuroscience . Recibió apoyo económico de la UBA, el Conicet, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, y de instituciones de EE.UU.

Si bien fue llevado a cabo con ratones, consideran que los resultados pueden ser extrapolados a los humanos, ya que los circuitos neuronales son similares. “Los niveles bajos de los autorreceptores D2 pueden ser considerarse un factor de riesgo para adicciones”.

Desde otra perspectiva, el psiquiatra Alberto Eduardo Alvarez, de la Asociación Psicoanalítica Argentina, opinó –al ser consultado por Clarín – que el hallazgo del equipo de Rubinstein “era valioso desde el plano biológico”. “Aunque no debemos olvidar que las adicciones también deben considerarse un problema social. El entorno familiar influye”.