martes, 19 de julio de 2011

UN CANALLA ES SIEMPRE UN CANALLA

Historia del médico al que procesó la República y ejecutó Franco

Ambos tribunales le condenaron por maltratar a prisioneros de guerra

En la descomunal tarea de recuperar, restaurar y hacer públicos más de un millón de juicios sumarísimos de la Guerra Civil, los técnicos del Archivo General e Histórico de Defensa acaban de encontrar un caso asombroso: el de Leopoldo B. F., capitán médico en Madrid que fue procesado por la República en octubre de 1938 y por el régimen franquista en junio de 1940 por el mismo motivo: maltratar a los prisioneros del bando nacional y pacientes de esta ideología que recalaban en su hospital.

El tribunal militar franquista incluso utilizó como prueba el expediente del juicio que le había hecho la República, aunque, eso sí, fue mucho más duro en su condena. Los republicanos le impusieron una pena de 12 años de internamiento en un campo de trabajo por un delito contra el derecho de gentes, tres años y un día de cárcel por un delito de abuso de autoridad y otros tres años y un día por negligencia. Franco le condenó a muerte.

En las hojas, raídas por el tiempo, que dan cuenta del proceso al que fue sometido en la República, Leopoldo B. F. es un capitán médico, miembro del Partido Comunista, que dirige el llamado Hospital 14, fundado en agosto de 1936, y al que van a parar “indisciplinados y detenidos, civiles y militares”. En el expediente franquista, Leopoldo B. F. es “capitán médico de los rojos y de pésimos instintos”.

La República le acusó de “hacer diferencias de trato” a los pacientes “por razón de su ideología” y de enviar a “calabozos inhabitables y húmedos” a los heridos “fascistas” al tiempo que les incomunicaba “sin autorización judicial”. También de haber dicho sobre un herido que “si se moría no importaba nada”. A una de sus enfermeras, Prados R., de la que era amante, según el expediente, se la acusaba de “ahondar la herida de un prisionero de guerra” e “inyectar pus” a otros.

En la vista, Leopoldo B. F. alegó que aquel prisionero de guerra había sido tratado “incluso con más celo que los restantes”. Dijo que había decidido trasladar “a cuatro prisioneros que cantaron repetidamente el himno fascista” a una habitación “que no era celda de castigo puesto que en ella habían vivido enfermeras” para “aislar a los que contagiaban la desobediencia e indisciplina” y añadió que casi todos los pacientes a los que se le acusaba de maltratar eran “prisioneros de guerra”, “indisciplinados” y “condenados, algunos, a pena de muerte”.

Otro de los procesados, el doctor Alfonso F. H. declaró que la enfermera Prados R. “había querido poner una inyección de pus gangrenoso” a uno de los detenidos y que “los enfermos decían que hacía una labor de partido procurando sonsacarles con habilidad la ideología política”. En su declaración, la enfermera negó haber sacado pus a un preso para inyectárselo a otro, pero admitió que “en algunas ocasiones, y como consecuencia de bombardeos enemigos, delante de varias enfermeras” había dicho que “deseaba que desaparecieran aquellos hombres”, a los que, pese a todo, añadía, “cuidaba y respetaba”.

El 5 de junio de 1940, Leopoldo B. F. y su amante, la enfermera Prados R., con otros 21 empleados del hospital, fueron sometidos a un consejo de guerra franquista. Ahora acusaban al doctor de ser el “presidente de una célula comunista” y de haber convertido el hospital en el que trabajaba en “una verdadera checa”, imponiendo “un sistema de terror entre los enfermos”. Según consta en este segundo expediente, a un paciente que le pidió insulina le dijo: “Lo que necesitas es cuatro tiros, como todos los fascistas”. A otros, ordenó que se les practicara “inyecciones de pus y de aguarrás”. Fue ejecutado el 27 de junio, 22 días después de que le impusieran la pena de muerte, a los 31 años. La enfermera Prados R., de 22, fue fusilada ese mismo día.