martes, 11 de octubre de 2011

QUE EPIDEMIA ,LOCOOOOOOOOOOO....

AHORA NO SABE CÓMO MANEJAR “AQUELLO”

Un anciano consigue tener una erección con el “tracatrá” del tren

Fermín Vallecas, de 75 años, se desplazaba a Lisboa en tren para visitar a sus hijos cuando, sin esperárselo, el “tracatrá” del tren le produjo la primera erección que ha tenido en más de una década. “No sabría decirlo, pero el dulce vaivén de los vagones desencadenó algo muy jodido allí abajo. Una fuerza sobrehumana ajena a toda razón que insufló vida a mis genitales”, explicó muy orgulloso a la prensa al llegar a su destino, justo antes de volver a tomar “el primer tren disponible que haya”. ”Ahora no sé muy bien cómo manejar esto”, reconoció con una sonrisa señalándose la entrepierna.

Fermín Vallecas disfrutando de su viaje en tren.

“No voy a negar que es una alegría, claro, pero cuando uno llega a mi edad se le han olvidado algunas cosas básicas. Necesito hacer algo que merezca la pena con esto que tengo entre manos. He esperado mucho tiempo y no me conformo cualquier cosa”. Según cuenta, primero sintió un leve cosquilleo que pasó a “gustirrinín” y a partir de ahí “la cosa empezó a materializarse porque, al compás del chacachá, una cosa lleva a la otra”.

Para no tentar a la suerte “y que la cosa se vaya como vino” Fermín decidió coger el primer tren donde hubiera un pasaje disponible, “a poder ser un tren que pase por un terreno pedregoso o por vías en mal estado”. Su intención es seguir viajando “indefinidamente” hasta que decida qué hacer “con el temita”. “El descuento de viajes para la tercera edad es lo mejor que me ha pasado en la vida”.

Una epidemia de gustirrinín se extiende por Europa


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Fermín Vallecas podría ser, según algunos expertos, uno más de los miles de afectados por la “cadena de placer” que recorre España desde hace semanas y que empieza a extenderse por el resto de Europa. “No sabemos muy bien cómo se está extendiendo pero puede afectar a la productividad del país”, comentaba el martes pasado un portavoz del Ministerio de Sanidad. Los síntomas son “poner los ojillos en blanco, lanzar grititos ridículos y retorcer los dedos de los pies”.

Las autoridades recomiendan mantener las manos encima de la mesa en la medida de lo posible y prescindir de usar los bolsillos del pantalón. “Podías oír ‘uy, uy, uy’ mientras caminabas por la calle: ejecutivos, ancianas, madres… todo el mundo estaba ‘ay, ay’ o ‘uy, que me viene’, pero al menos la gente sonreía, eso sí”, declaraba una ciudadana ayer en un informativo.

El Gobierno de España ha informado de que son ya 123.532 las personas que han sentido “un calorsito bueno” recorriendo su cuerpo sin poder hacer nada por evitarlo. El suceso se está plasmando también en las redes sociales, donde numerosos mensajes con el “hashtag” #cadenadeplacer dan cuenta de esos instantes placenteros que vienen sufriendo los ciudadanos desde hace unos días.

COJER O NO COJER¿THAT IS THE QUESTION?


Los hombres prefieren no hablar de 'eso'

A los hombres españoles les sigue dando vergüenza acudir al médico por las disfunciones sexuales que puedan padecer. Aunque la cosa va mejorando. Antes tardaban una media de seis años en ir a consulta, y ahora, 'solo' un año y seis meses. ¿Y mientras tanto? Muchas excusas, problemas de autoestima y de pareja, cuando en la mayor parte de los casos una pastilla lo puede solucionar

KARELIA VÁZQUEZ

Y usted ¿qué quiere si tiene 70 años?". Esa fue la respuesta que encontró un hombre, llamémosle A.C. porque prefiere no ser identificado, cuando decidió consultar "su problema" con el médico de familia. El "problema" era cierta dificultad para mantener una erección.

Un problema de erección puede anticipar otro de tipo vascular

Se necesitan unos ocho meses de tratamiento para volver a lo normal

Antes del Viagra -el fármaco que revolucionó la sexualidad masculina (en cuanto a ejecución, no necesariamente en cuanto a técnica, según los expertos consultados)-, esa respuesta hubiera sido una ducha fría y el final de la historia. Ya no, ahora las expectativas son infinitas, y A.C. continuó su periplo hasta que encontró a un médico dispuesto a escucharlo.

"La disfunción eréctil es una enfermedad a cualquier edad", asegura el doctor Ignacio Martínez Salamanca, urólogo del área de Medicina Sexual del Hospital Puerta de Hierro de Madrid. Eso era lo que quería oír A.C. a sus 70 años.

Entre el primer "problema" de A.C. y la consulta con el urólogo, pasaron cuatro largos años de silencios y excusas. "Autoexplicaciones", las llama Martínez Salamanca. Todas valen, pero ninguna es cierta. Un folleto informativo de Lilly, la compañía farmacéutica que fabrica el Cialis, el fármaco más recetado para la disfunción eréctil tras el Viagra, lo ilustra muy bien. Un perro mira fijamente con ojos grandes y tristones. Y el afectado se justifica: "Será porque el perro me está mirando". Todas las excusas parecen buenas, el folleto en cuestión anima a los interesados a dejar de mirar a otro lado y a buscar respuestas más razonables.

Se esperaría que la generación pos-Viagra, aquellos hombres que cumplían 50 años en 1998 cuando la píldora azul se lanzó al mercado, tuvieran menos vergüenza para hablar de "sus cosas". Ninguna generación anterior había visto tantas imágenes ni leído y hablado tanto sobre sexo en todas partes y a todas horas.

Viagra se ha convertido en una marca tan conocida y mencionada como Coca-Cola. Sin embargo, el asunto sigue siendo difícil de abordar. "Digamos que el tabú global está superado, se habla de las disfunciones sexuales de los demás, otra cosa es cuando el problema lo tengo yo", explica Salamanca.

De seis a un año

La doctora Ana Puigvert, del Instituto de Andrología y Medicina Sexual de Barcelona, ha visto ciertos cambios en los últimos años. "Antes tardaban cinco o seis años en consultar, ahora el promedio está en un año y medio". Y mientras tanto, ¿qué hacen? "Bueno, pensar 'no pasa nada', 'estoy nervioso', 'tengo muchos problemas'. Si las cosas no mejoran, dejan de tener relaciones, y el sexo es como un músculo que si no se usa se atrofia. Un día se sorprenden porque llevan un año sin tener relaciones sexuales". Muchas veces es la pareja la que los lleva por los pelos a la consulta del médico. "Es frecuente que se cree en el otro el fantasma de la infidelidad", dice Puigvert.

En el informe Excuse (Excusas comúnmente utilizadas en disfunción eréctil), elaborado por la Asociación Española para la Salud Sexual (AESS), la Asociación Española de Andrología (AESA) y la farmacéutica Lilly, se entrevistó a 1.050 hombres y mujeres mayores de 35 años residentes en España. Según sus resultados, dos de cada diez personas creen que los hombres casi nunca rechazan tener relaciones sexuales. Las pocas veces que lo hacen culpan al cansancio físico, al alcohol y a los problemas de erección. Cinco de cada diez sospechan que muchos hombres evitan el sexo por dificultades de erección, pero prefieren emplear otras excusas. La mayoría cree que la disfunción eréctil puede ser "causa de vergüenza" o de pérdida de deseo.

Las mujeres, por su parte, piensan que la vergüenza permanece aun cuando se pide ayuda a un especialista. Pero los hombres, sobre todo los mayores de 56 años, aseguran que ese sentimiento desaparece cuando se sienten apoyados por un médico y se ven en el camino de una solución.

Los médicos llaman a la dificultad para tener una erección el "síntoma centinela". "Puede anunciar un acontecimiento coronario o una enfermedad vascular. Aunque sea por ello, los médicos deberían perder la vergüenza a preguntar: '¿Tiene usted problemas de erección?'. Es un dato fundamental", advierte Salamanca.

La ausencia de erección es evidente. El que está al otro lado de la cama lo ve, no hay manera de ocultarlo. Por eso la disfunción eréctil es el más consultado de los problemas sexuales masculinos, aunque no sea el más frecuente, según las cifras que muestran algunos estudios.

Eyaculación precoz

Por ejemplo, la eyaculación precoz afecta a uno de cada cinco hombres en algún momento de sus vidas, según las cifras del informe Eyaculación precoz, prevalencia y actitudes (PEPA, por sus siglas en inglés). Un 43% de los hombres españoles la sufren en silencio o, peor, ni siquiera saben que la padecen. Pero estas cifras no llegan a las consultas. Según la experiencia del doctor Salamanca, "el número de enfermos reales, los que piden ayuda, no pasan de 4.000; el resto no lo percibe como un problema, lleva viviendo con ello toda la vida y se ha acostumbrado, mientras que la disfunción eréctil se vive como una pérdida".

Sin embargo, la disfunción eréctil no rompe muchas parejas y la eyaculación precoz sí lo hace. "Las mujeres de estos hombres lo viven como un drama, son ellas las insatisfechas y frustradas y las que lo consideran un trastorno médico", explica Ana Puigvert. Esta especialista que preside la Asociación Española de Andrología, precisa que para diagnosticar este trastorno, "la persona debe ser incapaz de controlar la eyaculación y vivirlo con ansiedad". La consecuencia, según la doctora Puigvert, es un deterioro de la relación de pareja y una casi total ausencia de sexo.

"Es la pescadilla que se muerde la cola porque la abstinencia sexual también produce eyaculación precoz". Los que padecen disfunción eréctil van solos a la consulta; los eyaculadores precoces llegan en pareja.

Así como sobre disfunción eréctil se han vertido ríos de tinta desde que apareció en el mercado Viagra (Pfizer), seguida por Cialis (Lilly) y Levitra (Bayer/GSK), de la eyaculación precoz apenas se había hablado hasta hace un par de años, cuando llegó el primer fármaco, Priligy (Janssen Cilag). "Hasta que no hay un tratamiento específico no se habla de las enfermedades", lamenta Puigvert.

"El cerebro es el primer órgano sexual", sentencia la doctora Puig­vert para confirmar que la mayoría de los que sufren disfunciones sexuales tienen un daño psicólogico que afecta su confianza, su autoestima y su propia ejecución sexual. La doctora Puigvert lo comprobó en un estudio de disfunción eréctil en enfermos diabéticos, quienes suelen tener una causa orgánica que justifica el trastorno.

"Medimos la rigidez peneana mientras dormían y los resultados fueron normales en el 30% de los pacientes que se creían impotentes, lo que demuestra que el origen de la disfunción era psicológico". Para distinguir cuándo el enemigo está solo en la mente de los afectados debe hacerse una exploración física, una ecografía Doppler que mida el estado vascular periférico, estudios hormonales y, sobre todo, mirar con lupa la historia clínica. "Es un libro abierto", dice Puigvert.

El impacto psicológico es tan fuerte que ningún experto lo apuesta todo a un fármaco. Todos insisten en el apoyo psicológico, que refuerce la autoestima y enseñe a esperar a los hombres. "Un trastorno con cuatro años de recorrido no se resuelve de un día para otro. En nuestra cultura, la erección es la marca de la masculinidad, y un hombre derrotado necesita tiempo para recuperar la autoconfianza", señala Puigvert. Por su experiencia, el fármaco soluciona el trastorno orgánico, pero no cambia el hábito sexual. "Se necesita un promedio de ocho meses de tratamiento para que el paciente empiece a caminar solo".

De la misma manera que el efecto placebo, la ilusión de que nos hemos curado solo porque estamos tomando un fármaco es bastante alta en las disfunciones sexuales masculinas, cercana al 30%. Si el origen es psicólogico y el interesado cree que va en camino de solucionarlo, probablemente ya esté casi curado.

La crisis económica llega a la cama

La crisis económica es el otro monstruo que está acabando con el sexo. La opinión del sociólogo británico Jeffrey Weeks de que en época de incertidumbre económica se practica el sexo en posturas seguras y conservadoras, léase legionario y poco más, palidece ante la experiencia de los profesionales de la medicina sexual. "En las relaciones estables está cayendo en picado el número de encuentros sexuales. Hay mucho estrés, y la adrenalina es enemiga de la erección", describe el doctor Salamanca.

"La ansiedad es el enemigo número uno de la vida sexual. Todo lo empeora. Y ahora tenemos de sobra", afirma Puigvert. Y la actual crisis económica debe considerarse como tal. "Somos seres humanos con necesidades biológicas como comer, dormir..., y el sexo es una más", recuerda Puigvert. A nadie se le ocurriría dejar de comer hasta que pase la crisis. Pues eso.

Además de la crisis económica, los médicos constatan en sus consultas el pernicioso efecto de la pornografía online sobre la vida sexual. Muchos hombres suelen tener unas elevadísimas y poco realistas expectativas sobre su ejecución sexual. "Es muy frecuente que vengan a quejarse porque no pueden mantener tres relaciones sexuales consecutivas o porque la erección no les dura el tiempo que ellos desearían", se sorprende Salamanca. "Nunca antes hubo tantos trastornos psicológicos de la esfera sexual", señala la doctora Puigvert, que advierte de la demanda de alargamiento de pene.