miércoles, 20 de febrero de 2013

El Estado de la nación

NO ES SOLO LA CARNE DE CABALLO

LLEGA LA ENFERMEDAD DE SCHMALLEMBERG

Sí, puede haber riesgo para la salud: tenemos un problema serio con la carne en Europa

Sí, puede haber riesgo para la salud: tenemos un problema serio con la carne en Europa
Los alimentos fraudulentos se comercializan en forma de platos precocinados. (Corbis)
.
Como si se tratase de la crónica de un escándalo anunciado, el fraude de los alimentos precocinados con carne de caballo sigue traspasando fronteras dentro de la UE. Desde que a mediados del pasado mes de enero se descubriesen miles de lotes ilegales en supermercados del Reino Unido e Irlanda, las pesquisas han seguido el rastro de estos productos hasta hallarlos en España, Suiza, Bélgica, Holanda, Francia, Alemania, Suecia, Italia y Polonia. Un fraude alimenticio de grandes dimensiones que ya ha salpicado a la mayor multinacional de la industria agroalimentaria, Nestlé.
La compañía helvética se ha apresurado en retirar de la venta los productos que comercializa en nuestro país bajo la marca Buitoni, tras conocer los resultados positivos de las pruebas de ADN, para reemplazarlos por otros “100% carne de vacuno”, como aseguraron en un comunicado. Hasta el momento no se ha concretado el porcentaje de carne de caballo contenida en dichos alimentos, más allá de reconocer que superaban el umbral del 1%. En Irlanda y Reino Unido alcanzaban el 30%, según los datos aportados por las autoridades sanitarias.
Los datos Eurostat magnifican este escándalo al revelar que España importó una tonelada de carne equina en 2012. En Irlanda esta cifra se eleva a las 11,5 toneladas, todavía lejos de las 274,2 del Reino Unido. Sin embargo, la sombra de la sospecha no se cierne tanto sobre un problema que podría reducirse al llamado etiquetado fraudulento (pues venía indicada como carne de vacuno), sino al tipo de carne que comemos, sus efectos sobre la salud derivados de un oscuro proceso de engorde, y los daños infringidos en la cadena alimentaria.
Presencia de antiinflamatorios no aptos para el consumo humano
La guerra de los precios a la baja en el sector, especialmente en un contexto marcado por la crisis económica en el que se han disparado las ventas de los productos de marca blanca, hace que “la tentación de hacer trampas sea muy grande”, advertía Andy Bowles, director de ABC Food Safety, la agencia británica encargada de formar a los inspectores de Sanidad. Lo que todavía está por concretar es la dimensión sanitaria del problema, más allá de las meramente comerciales, como comienzan a apuntar varias investigaciones independientes.Las revelaciones de la FSA han convertido lo que era un fraude comercial en un problema sanitario
Las alarmas se centran en el uso de harinas animales para acelerar el engorde, que a finales de los 90 fueron el origen de la crisis de las ‘vacas locas’ y la UE ha vuelto a autorizar, así como de antibióticos con el mismo fin. Una peligrosa práctica que se asocia directamente con la transferencia de bacterias a humanos. Además, está extendida hasta el punto de que, por ejemplo en EEUU, la industria alimentaria está consumiendo el 73% de los antibióticos que se fabrican.
A todas estas conclusiones se suman las de la agencia británica de seguridad alimentaria, la Food Standards Agency (FSA). Los análisis bacteriológicos realizados a la carne de caballo fraudulenta han dado positivo en un medicamento antiinflamatorio, la fenilbutazona, que en estos momentos “podría encontrarse dentro de la cadena alimenticia”. Una infracción a nivel legal, según la actual normativa europea, y un peligro para la salud de las personas que consuman este tipo de carne adulterada.
 
Los productos retirados son los ravioli y tortellini de carne Buitoni.
Las revelaciones sacadas a la luz pública por la FSA han elevado a otro nivel las consecuencias del fraude de la carne de caballo, que un primer momento se redujeron a una estafa a los consumidores por “etiquetaje incorrecto” o, como lo llamaba un editorial del diario galo Le Monde, a “engañar al cliente llamándole carne a algo que nos es más que casquería y grasa”.
Colegios y hospitales encargan sus propias pruebas bacteriológicas
Como medida de precaución, un tercio de los colegios británicos han decidido encargar análisis de ADN en los productos que dispensan en los comedores, después de que se confirmase su presencia en 47 centros educativos del condado de Lancashire. Los temores se extienden ahora a los hospitales públicos, que cada vez dependen más de la comida precocinada, bien por el ahorro de costes, bien porque muchos de nueva construcción ya no cuentan con cocina. En estos casos, son las distribuidoras minoristas, que compran directamente a las grandes empresas del sector, las que están en el punto de mira. “Tenemos que saber en qué medida este escándalo se ha extendido al sector hostelero, el comercio minorista y la restauración”, reclamaba la secretaria británica de Medio Ambiente, Mary Creagh.Si pasas dos o tres años sin realizar inspecciones es fácil que se acabe incurriendo en prácticas ilegales
Los riesgos para la salud del consumo de esta carne con presencia de fenilbutazona se relacionan con enfermedades hematológicas, renales y mucosas, así como con reacciones alérgicas y problemas dermatológicos. La cadena alimenticia sufre cada vez más las consecuencias del uso de productos químicos para apurar los beneficios, como denuncia el periodista y escritor Fabrice Nicolino en su libro La industria de la carne amenaza al mundo. Pero al mismo tiempo, estas prácticas son consecuencia de una desregulación que en los últimos años tiende hacia una normativa más enfocada en el autocontrol de las propias distribuidoras.
La creciente delegación de los controles en las propias empresas interesadas es una crítica clásica de los inspectores sanitarios y veterinarios. “Las medidas de autocontrol no están mal siempre y cuando sigan existiendo inspectores públicos que supervisen estos procesos”, apuntaba el presidente del sindicato de inspectores veterinarios franceses, Norbert Lucas, a propósito de la retirada de los alimentos precocinados de Spanghero en Francia. Lucas lamentaba también que el trabajo de los inspectores se reduce principalmente al control del etiquetaje, mientras que apenas se ejerce algún tipo de control en las fábricas de transformación de las materias primas o a sus distribuidores. “Si pasas dos o tres años sin hacerles ninguna inspección, puede que acaben incurriendo en prácticas ilegales”, concluía.
Distribuidoras latinoamericanas dejan de comercializar carne de la UE
Mientras tanto, las últimas alarmas por el riesgo de contaminación en la cadena alimentaria han despertado los fantasmas de la gripe aviar o de las ‘vacas locas’, cuyas consecuencias económicas por el miedo que despiertan los productos procedentes de Europa comienzan a ser visibles. Al otro lado del charco varias distribuidoras han anunciado su negativa a comercializar carne de origen europeo hasta que no se aclare el escándalo y se restaure la confianza de los consumidores.Miles de corderos han muerto o nacido con malformaciones congénitas tras contagiarse del virus Schmallenberg
Las últimas informaciones sobre contaminaciones en animales destinados a formar parte de la cadena alimentaria tampoco son nada halagüeñas para el sector. La más reciente ha provocado grandes pérdidas económicas entre los ganaderos del Reino Unido, Holanda, Bélgica y Alemania, y es que decenas de miles de corderos han muerto o nacido con malformaciones congénitas debido al virus de Schmallenberg. Esta enfermedad, cuyo nombre responde a que el primer caso se detectó en la ciudad alemana del mismo nombre, provoca, además de la muerte de los animales, problemas de parto y una disminución de la producción de leche.
La enfermedad de Schmallenberg golpea las explotaciones ganaderas
Hasta el momento no se tiene constancia de enfermedades en humanos debido a este virus. El Centro Europeo para la Prevención y Control (ECDC) de Enfermedades ha calificado este extremo como “poco probable”, ya que otros virus genéticamente similares no causan enfermedades en humanos, pero insisten en que “esta posibilidad todavía no puede ser totalmente excluida”. El principal problema es que, como se trata de una enfermedad muy nueva (el primer caso se detecto en noviembre de 2011), no es necesario que los ganaderos con este problema en sus explotaciones informen a las autoridades sanitarias.
En el último informe del ECDC sobre esta cuestión, titulado Risk assessment: New Orthobunyavirus isolated from infected cattle and small livestock - potential implications for human health, se incidía en la necesidad de estrechar la vigilancia para detectar cualquier sintomatología sospechosa en humanos, especialmente ganaderos y veterinarios que mantenga contacto con los animales infectados.