sábado, 4 de mayo de 2013

Vacunación falsa de la CIA en Pakistán pone en peligro a la humanidad

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vacunas

Un daño colateral del operativo realizado por la CIA en la ciudad pakistaní de Abbottabad para neutralizar a Osama bin Laden en 2011, podría afectar a toda la humanidad, según un artículo publicado en la revista ‘Scientific American’.
Los periodistas advierten sobre el riesgo de una nueva propagación de algunas enfermedades contagiosas casi vencidas tras décadas de distribución de distintas vacunas entre los niños. Todo puede revertir bajo el efecto del abuso de la propia idea de la vacunación realizada por la CIA en las semanas previas a la incursión final al paradero del líder máximo de Al Qaeda.
El servicio especial estadounidense autorizó una campaña de vacunación falsa en distintas regiones de Pakistán para obtener el ADN de alguno de los hijos del ‘terrorista número uno’ y así detectar dónde se escondía. Las autoridades pakistaníes condenaron el uso malintencionado de los servicios sanitarios por parte de la agencia norteamericana. Un médico que ayudó a la CIA a encontrar pistas sobre Bin Laden fue condenado a 33 años de cárcel, tras ser declarado culpable de traición a la Patria.
La desaprobación popular de esas prácticas fue aún mayor. Con el tiempo, el recelo ante los supuestos agentes con bata blanca solo iba creciendo y llevó a varios actos de agresión contra los médicos (verdaderos), tanto en Pakistán como en otros países islámicos.
En diciembre pasado nueve trabajadores de una campaña de vacunación fueron linchados en territorio pakistaní: hecho que precipitó la decisión de la ONU de retirar a todos sus médicos de la región. Dos meses más tarde unos grupos armados asesinaron a diez participantes de la vacunación contra la poliomielitis en Nigeria: otro triste episodio que puede evidenciar la propagación de la violencia contra los galenos.
Esos ataques coincidieron con la etapa decisoria en la lucha contra la poliomielitis, reseña la editorial de ‘Scientific American’. El número de los casos nuevos de la enfermedad se redujo de 350.000 a 650 entre 1988 y 2011. Solo en tres países —Afganistán, Pakistán y Nigeria— la infección sigue difundiéndose por medio de contagio entre personas. Y el cierre de la campaña puede llevar al resurgimiento de la enfermedad, casi vencida en todo el mundo.
Actualmente varios organismos internacionales están reduciendo o cancelando los programas de vacunación por las amenazas a la integridad física que corren los médicos. Así, los efectos colaterales de un solo operativo estadounidense han afectado de un modo directo y fatal a decenas de personas e indirectamente a miles de millones de víctimas potenciales de las epidemias en todo el mundo.
“Debe haber una línea roja entre los esfuerzos humanitarios y la maquinación de la guerra, por muy inconformista que sea”, sugiere la revista. “El precio de lo contrario para los empeños humanitarios del futuro, la estabilidad global y la seguridad nacional de EE.UU. es demasiado grande: incluso en comparación con la liquidación de uno de los más aterradores enemigos de EE.UU. e incluso si no hay otra opción disponible”, agregan los periodistas.
(Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/93532-vacunacion-falsa-cia-pakistan-epidemia)

LA AYUDA ESPAÑOLA...

Panamá demanda a España por el jarabe que mató a 170 personas

Estrasburgo decidirá si la investigación de la Audiencia Nacional fue suficiente

Una empresa española suministró a otra panameña una sustancia tóxica

Adolfo Nieto, uno de los afectados por la glicerina industrial, durante una sesión de diálisis en su casa, en julio de 2008 / Elmer Martínez (AFP)
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La Caja de Seguro Social de Panamá y seis ciudadanos panameños víctimas de un envenenamiento masivo acaban de demandar a España ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Consideran que la justicia española archivó “con ostensible arbitrariedad” el caso del más de un centenar de fallecidos y mil afectados de distinta gravedad por tomar un jarabe para la tos distribuido gratuitamente en 2006 por la Seguridad Social de aquel país que contenía glicerina contaminada por dietilenglicol. La sustancia había sido exportada a Panamá por la empresa catalana Rasfer, que no ha asumido hasta ahora ninguna responsabilidad por lo sucedido.
Los orígenes del caso se remontan a 2003. La Seguridad Social panameña necesitaba 9.000 kilos de glicerina para uso farmacéutico. Adjudicó el encargo a una empresa del país, Medicom, que a su vez se puso en contacto con la intermediaria española Rasfer Internacional para hacerle el pedido. Rasfer, a su vez, compró la glicerina a una empresa china, Fortune Way, quien la adquirió de una fabricante de Hengxiang.
La Seguridad Social panameña, que había pedido glicerina farmacológica, acabó recibiendo una no apta para el consumo humano que contenía dietilenglicol, una sustancia tóxica. Sin saberlo, elaboró con ella un jarabe para la tos que repartió entre beneficiarios de asistencia sanitaria gratuita y que causó fallos renales, vómitos, lesiones hepáticas, pancreáticas, parálisis... Hubo casi mil afectados. Al menos 170 personas murieron.
Un juzgado de Barcelona comenzó a investigar los hechos, y después remitió el caso a la Audiencia Nacional. El Juzgado Central número dos archivó las diligencias en junio de 2011, decisión que fue ratificada después por la Sala Penal. La Seguridad Social panameña pidió más tarde amparo al Tribunal Constitucional español, pero este no fue siquiera admitido a trámite. Las víctimas y Panamá creen que la justicia española no ha llevado a cabo indagaciones mínimas y afirman que España ha vulnerado dos artículos del Convenio Europeo de Derechos Humanos, el 2 (derecho a la vida y a la integridad física) y el 6.1 (derecho a un proceso equitativo).

El periplo del dietilenglicol por tres continentes

Panamá, 2003. La Caja de Seguro Social de Panamá licita la compra de 9.000 kilos de glicerina para elaborar un jarabe expectorante que se iba a distribuir gratuitamente entre los beneficiarios de asistencia sanitaria. La adjudicación recayó en la empresa panameña Grupo Medicom.
España y China. Medicom encarga la glicerina al laboratorio español Rasfer Internacional SA, radicado en Barcelona, que compra el producto a un proveedor chino, CNS Fortune Way, que a su vez adquiere la glicerina de otra firma china, Taixing Glycerine Factory.
Glicerina TD o CP.  China manda a Rasfer Internacional glicerina TD (de uso industrial y no apta para consumo humano) en vez de CP (Chinese Pharmacopea, de uso farmacológico). Rasfer dice ahora que solo le pidieron “glicerina pura” sin especificar para qué la iban a usar y que nadie les especificó que era para consumo humano. Pero la gerente, ante la Guardia Civil, dijo en 2006 que la glicerina que se había vendido a Medicom era glicerina pura al 99,5% calidad CP (Chinese Pharmacopea).
Panamá, 2006. La Seguridad Social usa la glicerina para preparar un jarabe para la tos. Se elaboran 216.685 frascos. En agosto empiezan a aparecer casos de insuficiencia renal aguda, diarrea y problemas urinarios. Finalmente, el enfermo acababa sufriendo una parálisis en las extremidades inferiores y superiores. El dietilenglicol de la glicerina causó al menos 170 muertos y un millar de afectados.
En la demanda, los abogados comparan el caso con el del aceite de colza. “El Tribunal Supremo estableció en 1989 que el aceite de colza desnaturalizado para uso industrial, fue desviado conscientemente y por un desmedido afán de lucro al consumo humano”, argumentan. “Exactamente como aquí ha sucedido: glicerina, en vez de aceite, ha sido servida en su modalidad para uso industrial, por codicia, en lugar de glicerina para uso farmacéutico”.
La clave de la demanda presentada en Estrasburgo es si la justicia española ofreció una tutela judicial efectiva. El instructor de la Audiencia, Ismael Moreno, sostuvo en su auto de archivo que Medicom no había pedido a la empresa catalana glicerina de uso farmacológico, sino solo “glicerina pura”; que Rasfer envió un etiquetado correcto a Panamá indicando que se trataba de glicerina TD (no farmacológica); da por buena la versión de la compañía catalana de que una factura emitida por ellos donde consta que la glicerina es CP (Chinese Pharmacopea; de uso farmacológico) no se remitió a los panameños sino que es un documento interno de la empresa; y que es Medicom la que después reetiquetó el producto como “glicerina YSP” (siglas empleadas por la farmacopea de EE UU). Por estos últimos hechos, responsables de Medicom han sido procesados por las autoridades panameñas. Pero las víctimas creen que hubo concurrencia de culpa y que la empresa española, que fue quien compró y entregó la glicerina tóxica, también debe responder ante la justicia.
El juez Moreno admite que para delimitar si la empresa española es responsable penalmente, “resulta esencial determinar si el error sobre la verdadera composición del producto (glicerina) es o no achacable a Rasfer”. Pero, en su auto de archivo, concluye que no; que la empresa catalana “es una mera intermediaria” y que “no estaba obligada a realizar análisis alguno del producto”.
La sección segunda de la Audiencia —formada por Ángel Hurtado, Julio de Diego y Enrique López— ratificó el archivo. Los jueces achacaron toda la culpa a la panameña Medicom y sostuvieron que no había necesidad de seguir investigando a los españoles.
Los abogados de la Seguridad Social panameña y de las víctimas, Jaime Ingram y José Luis Mazón, afirman, sin embargo, que las pruebas que pidieron se denegaron sin más, creyendo a pies juntillas lo que decía la empresa española. “La panameña Medicom se dedicaba a la venta de productos para elaborar medicamentos. Es peculiar lo que dice Rasfer de que no sabían si la glicerina que le pidieron era para consumo humano”, señala Mazón. “¿Cómo pueden sostener que no pasa nada por enviar una glicerina que ingerida resulta mortal a una empresa que se llama Medicom?”
“Por otro lado, la compañía catalana, en un documento enviado a la panameña Medicom, indicaba que lo que estaba vendiendo era glicerina para uso farmacológico, lo que no era cierto”, prosigue. “Y, en la primera declaración de la gerente de Rasfer ante la Guardia Civil dijo que lo que se vendió a los panameños era ‘glicerina pura al 99,5% calidad CP (Glicerina Chinese Pharmacopea)”.
“En todo caso, ahora no se trata de valorar si Rasfer es culpable”, indica el letrado. “Lo que va a analizar Estrasburgo es si la justicia española investigó lo suficiente. Y no fue así. Pedimos una comisión rogatoria a China que fue denegada aun cuando un viceministro chino había manifestado que Rasfer pidió glicerina industrial y no farmacológica. Debieron investigarse todas las comunicaciones entre Medicom y Rasfer, y entre esta última y las empresas chinas. Los tribunales españoles no lo hicieron. Centenares de muertos y más de mil heridos merecen que el caso se indague hasta el final”.


El nazi tonto de Garcia Margallo,inventor de la "marca España",para lavar la imágen de un país sumido en la peor corrupcion,robo,estafas masivas,torturas y demás lindezas,podría tratar de controlar estas lindezas,porque esta no es la primera,irán apareciendo otras peores como la del edificio de Bangladesh que pringa a la industria textil que se mudo para eliminar costes.
Ahora volveran porque en este país,los obreros se ofrecen gratis...