viernes, 13 de septiembre de 2013

Desmontando tabúes sobre el embarazo

Un nuevo libro pone en tela de juicio muchas convenciones sobre lo que conviene durante la gestación. Entre otras: el alcohol, la cafeína, el ejercicio, los kilos de más o el reposo.


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Ecografia  del  embrion de mi nuera de 7 semanas


.Comencemos por el alcohol: Un equipo de médicos daneses indica que un vasito de vino al día no perjudicará a tu bebé. Incluso algún exceso ocasional (más de cinco bebidas) no parece causar problemas de desarrollo, de acuerdo con el estudio de Dinamarca. Dicho lo cual, ¡no bebas! porque ningún nivel de alcohol se considera seguro durante el embarazo, e incluso un vasito de vino podría afectar negativamente el coeciente intelectual de tu hijo y resultar perjudicial para su desarrollo a largo plazo, según una investigación elaborada en Sudáfrica.

Continuemos con los antidepresivos (y perdón por el mareo de enlaces que acompañan estos párrafos): pueden provocar complicaciones muy serias en el embarazo, señalan algunos expertos. ¿Queda claro? No, porque otros científicos aseguran que no pasa nada por tomarlos. Aunque si echas un vistazo a este estudio, se te quitarán las ganas de un plumazo. Pero… ¡un momento! Una investigación en la que participaron casi 30.000 mujeres de varios países del norte de Europa concluye que no existe un vínculo notable entre el consumo de antidepresivos y los riesgos para el bebé.

¿Confusa? Bienvenida al mundo de los estudios y contra-estudios, recomendaciones basadas en investigaciones precarias, en ocasiones de varias décadas de antigüedad. En este mundo se adentra el nuevo libro de la profesora de la Universidad de Chicago Emily Oster. Experta en desgranar estadísticas, tras quedarse embarazada no quiso tomar decisiones importantes sin apoyarse en datos sólidos. Su libro, Expecting Better, es el resultado de navegar durante muchas horas por bases de datos como PubMed para poner en tela de juicio buena parte de las convenciones sobre lo que se debe evitar o no durante el embarazo. Entre otras: el alcohol, la cafeína, los kilos de más, el reposo o el mito de las 40 semanas: la duración del embarazo puede variar hasta cinco semanas de forma natural.

Oster no sugiere que las embarazadas hagan lo que les dé la gana e ignoren el bienestar de sus bebés, sino que cuestionen las recomendaciones que reciben, porque a menudo se basan en la tradición o reflejan un esfuerzo para que sean válidas para el mayor público posible, sin atender a las particularidades de cada mujer.

El trabajo de Oster ha causado gran revuelo en EEUU, en particular por sus opiniones relativas al alcohol, el ejercicio y el consumo de café. Algunas de las cuestiones que evalúa ya estaban bajo cuerda. El reposo, por ejemplo –que se recomienda para prevenir, supuestamente, el parto prematuro—no cuenta con un apoyo científico sólido y podría provocar daños. En cuanto a la fertilidad, Oster señala que desciende con la edad, pero no tan rápido como se podría esperar. Una revisión documentada recientemente por una autora que defiende que los datos “oficiales” sobre el declive en la fertilidad a partir de los 35 son una exageración.

En opinión de Oster, no hay suficientes estudios que respalden que beber con moderación afecte negativamente al feto. Así, las mujeres embarazadas pueden sentirse cómodas con una o dos bebidas a la semana en el primer trimestre y una bebida alcohólica a diario después, escribe. Una opinión que no respalda el Colegio de Obstetras y Ginecólogos de EEUU, que recalca que no hay ninguna cantidad de alcohol considerada como segura.

Sus opiniones sobre el ejercicio también han sido criticadas. Tras revisar numerosos estudios, llega a la conclusión de que el ejercicio está bien, pero no pasa nada por abstenerse durante nueve meses, ignorando así los amplios beneficios que se obtienen de la actividad física, se esté o no embarazada. Oster concluye, por otra parte, que es menos importante el peso que se gana durante el embarazo que el que se tiene al comenzar. No engordar lo suficiente podría ser más peligroso, señala la autora, con la que conversamos por email.

– Buena parte de los estudios en los que se apoyan las recomendaciones sobre los cuidados en el embarazo son incompletas, sostiene en su libro. ¿Pero no podría decirse lo mismo de otras especialidades médicas?

– Creo que el embarazo es un desafío particular por las dificultades (¡con buena razón!) de experimentar con mujeres embarazadas. Esto es especialmente cierto en torno a elecciones de estilo de vida como el consumo de cafeína, alcohol, etc. Creo que las mujeres deberían pensar detenidamente sobre las decisiones que les preocupan más, y por lo menos tratar de involucrarse más con sus doctores a la hora de tomarlas.

– Insiste en que es importante para su tranquilidad mental disponer de datos antes de tomar decisiones. Sin embargo, puede que muchas mujeres no deseen lidiar con esto y prefieran consejos directos y claros (aunque falibles). Puede que la institución médica no cambie hasta que más mujeres pidan que no se les trate como a niñas y exijan más explicaciones.

– Creo que este es un problema que no podemos atribuir sólo a los médicos. Hay muy pocos esfuerzos en los medios y en la sociedad para ayudar a la gente a comprender y diseccionar datos. Creo que ayudaría que los doctores tuvieran más tiempo para analizar los detalles con sus pacientes, y estar dispuestos a admitirlo cuando las estadísticas no sean perfectas. Ayudar a la gente a comprender la información para que puedan participar en estas conversaciones es crucial.

– ¿Cree que los ginecólogos están, en general, informados sobre las limitaciones de los estudios en los que se apoyan algunas de las recomendaciones más populares?


– Sí. Pero también pienso que los pacientes muchas veces quieren creer que hay respuestas certeras. Y esto a veces conduce a que parezca que los doctores están seguros, cuando en realidad no lo están. Cuando la información es incompleta, no deberíamos tener miedo de decírselo a la gente.

–¿Cuáles son, en su opinión, las tres principales falacias sobre el embarazo?


– El reposo. A muchas mujeres se les pone en reposo para evitar el parto prematuro, y no es una buena idea.

Evitar el café. No hay datos que apoyen esto. Hasta dos tazas al día está bien, y más en los últimos trimestres.

Evitar el pescado. El pescado es bueno siempre que no consumas aquellos con muy alto contenido en mercurio como el atún, pez espada o tiburón.