martes, 17 de diciembre de 2013

COMO SE DESTRUYE UN SISTEMA SANITARIO BUENO Y SE LO HACE MALISIMO

La promoción de salud, la prevención de la enfermedad y la

 atención sanitaria es el resultado de una tarea colectiva

Por Esther Nieto Blanco | Los principales actores de un SNS son 
sus trabajadores que con diferentes responsabilidades y cualificaciones
 dan sentido a su tarea y seguridad a los miles de ciudadanos, sanos o 
enfermos, y a sus familias, los 365 días del año...
 | Esther Nieto .
Los principales actores de un SNS son sus trabajadores que
 con diferentes responsabilidades y cualificaciones dan sentido
 a su tarea y seguridad a los miles de ciudadanos, sanos o enfermos, 
y a sus familias, los 365 días del año. Y aunque muchas prestaciones
 son intangibles, aquí queremos señalar algunos de los servicios 
esenciales, singulares, que presta el SNS, y reconocer el papel
 de los trabajadores que los proporcionan.
No pretenden ser estas líneas un panegírico autocomplaciente
 sobre todos los trabajadores de la sanidad pública. Como en todos
 los sectores y estamentos hay profesionales competentes e 
incompetentes, personas que cumplen con la tarea con
 responsabilidad y personas que viven del trabajo de los otros.
 Nada que no conozcamos todos, por lamentable que sea ver 
cómo muchos de los responsables públicos mantienen e incluso
 premian a personas afines, sin evaluar su desempeño o su idoneidad
 para el puesto.
Los párrafos siguientes quieren, humildemente, reconocer el trabajo 
y dedicación de tantos trabajadores sanitarios y no sanitarios, anónimos,
 ocultos, que hacen posible que este complejo SNS funcione con cierta
 “armonía”, no exento de problemas, y hoy protagonistas de una larga 
lucha por la defensa de la sanidad pública en Madrid.        
Para que todo el SNS funcione con calidad y seguridad es preciso que
 los centros sanitarios estén limpios, que se cumplan las normas 
internacionales de higiene y seguridad en el trabajo, y además, se recojan los residuos sanitarios, las basuras, sin olvidar que la ropa de trabajo y de los pacientes esté limpia.
Prevenir las infecciones, que pueden aparecer como consecuencia de un acto clínico, es una tarea conjunta de todos los trabadores sanitarios, pero sin duda, el personal de la limpieza, en su mayoría mujeres, tienen un papel clave.
Hace ya años que su trabajo pasó a engrosar la cartera de negocios de empresas diversas, muchas, ligadas a la construcción. Hoy vemos cómo cambian de dueños, decrecen las plantillas- además de las condiciones laborales y salariales- sin medir la repercusión en la calidad de la atención sanitaria y en los riesgos que esos recortes tendrán en la salud de todas las personas que reciban 
atención en un centro sanitario.
Recientemente se ha reducido personal en los servicios de limpieza de los
 Centros de Salud de Madrid, y las alarmas se han encendido. Y ahora 
estalla el conflicto de la lavandería de Mejorada del Campo. Se privatizó en
 octubre del pasado año, para ahorrar 36 millones, decía el gobierno, aunque según fuentes de la oposición, el presupuesto solo era de seis. Hoy la
 propuesta de la empresa (integrante del grupo ONCE), propone rebajas
 salariales en torno al 43%. Una agresión más a la sanidad madrileña.
Es básico que el servicio de restauración de los centros sanitarios públicos 
cuente con dietistas, cocineros, pinches de cocina, que hagan posible que los pacientes reciban una alimentación sana, adecuada en sabores, texturas y adoptada a sus edades y problemas de salud. Así mismo, es necesario que dispongan de los medios materiales y humanos para que la comida llegue a las mesas de los pacientes, caliente y apetitosa. Hoy tenemos noticias acerca de la limitación de algunos alimentos, como la leche o la fruta, que en ocasiones servían de complemento para adminístrala fuera de las comidas habituales.
Es primordial que los centros  y espacios de trabajo sean seguros para 
usuarios y trabajadores, de ahí que los servicios de mantenimiento, sus infraestructuras, sus sistemas de ventilación,  calefacción, su utillaje 
tecnológico, deban estar siempre a punto; de lo que se ocupan calefactores, fontaneros, electricistas, pintores, ingenieros, etc. También estos servicios y a sus trabajadores se les ha privatizado, y ahora, contratas varias, han conseguido otro trozo de la tarta pública. Un hecho que se da tanto en los centros de salud como en los ambulatorios o en los hospitales.
Es importante que los laboratorios clínicos: bacteriológicos, de bioquímica, hematología o inmunología, sean eficientes, eficaces y seguros en su cometido, por lo que médicos, enfermeros y técnicos, son los trabajadores centrales 
para conseguir este objetivo. En  muchos de estos servicios, además se
 llevan a cabo proyectos de investigación, en ocasiones  coordinados con otros grupos de dentro o fuera del país; una actividad muy afectada por los recortes.
Varios de estos laboratorios se han privatizado, desmantelado, en la CM. Un negocio limpio y seguro que, como se ha visto, no es ajeno a los intereses espurios de quienes ayudaron a su privatización.
Los sanitarios de los servicios de rehabilitación, los de salud laboral, de medicina preventiva, los de maternidad, lo servicios especiales, los de cuidados paliativos o las unidades de apoyo de la atención primaria, son profesionales especializados que trabajan en equipos multidisciplinares con un papel, también  fundamental, dentro del SNS.
Lo mismo que sucede con los profesionales de las consultas externas
 de los hospitales, de los ambulatorios, que atiende a miles y miles de
 personas a lo largo del año; especialistas y enfermeros altamente
 cualificados, que estudian, diagnostican y curan muchas dolencias o
 facilitan un tratamiento a los pacientes complejos remitidos por los 
médicos de familia. Cierto que las nutridas listas de espera son uno de los
 inconvenientes que más sienten los ciudadanos: un problema que viene de lejos. Un asunto poliédrico, cuyo análisis excede el objetivo de este texto, sin embargo, es preciso denunciar los desvíos de pacientes a las consultas privatizadas de antiguos ambulatorios, Quintana y Pontones y a sus respectivos hospitales de referencia (Fundación Jiménez Díaz, H. Rey Juan Carlos).
Sabido es que los servicios de radiología, hospitalarios o ambulatorios son herramientas básicas para el diagnóstico clínico. Y que sus técnicos, enfermeros y radiólogos han de conformar equipos eficientes: todos necesarios para cumplir dicho propósito. Los avances tecnológicos en este campo han sido extraordinarios, casi vertiginosos, lo que ha encarecido la factura sanitaria de forma considerable, aunque el aumento de su utilización no siempre haya estado justificada.
Son los trabajadores que cuidan y curan, -tradicional separación- enfermeras/os, médicos/as,  los más numerosos dentro de SNS, tanto en el ámbito hospitalario como en la atención primaria (AP).
Si nos referimos a la asistencia que se da en la AP, la menos divulgada por los medios de comunicación, son los médicos de familia, las enfermeras de familia, pediatras y enfermeras de pediatría, junto con administrativos y auxiliares de enfermería, los responsables de la promoción de la salud, de la educación sanitaria, de la prevención de la enfermedad y de los cuidados a lo largo de la vida de las personas: desde el nacimiento hasta su muerte. Se realiza control y seguimiento del niño sano; se cuida a los pacientes crónicos, para mejorar su calidad de vida, para evitar sus recaídas; se diagnostican y tratan las patologías más prevalentes que sufre la población; se detectan numerosos problemas sociales que subyacen a la enfermedad física. Y esta atención se proporciona tanto en el centro de salud como en el domicilio del paciente.
A este nivel asistencia siempre se le definió como la puerta de entrada al sistema sanitario. Si bien, ha ido perdiendo protagonismo, financiación, relevancia social y en ocasiones capacidad resolutiva de los problemas, y en parte ha perdido sus señas de identidad, sus raíces.
La hegemonía del modelo neoliberal se va afianzando paulatinamente en el SNS; el aseguramiento individual  crece, y la atención sanitaria tiene de nuevo como núcleo central de atención, la enfermedad, siendo el hospital y la alta tecnología, su tótem.
Y ha contribuido a su deterioro, la reestructuración organizativa realizada en la CM, -el área sanitaria única- que con el argumento de mejorar la eficiencia ha destruido la zonificación sanitaria, y se ha revelado como uno de los pilares necesarios para impulsar la privatización.
Dentro de este entramado de funciones, responsabilidades y tareas, someramente enunciadas, no puede faltar, un breve apunte, acerca del personal administrativo, que es mucho, y que cumple tareas imprescindibles, invisibles en muchos casos. Son sin embargo, los que entretejen y sostienen toda esta nutrida y variada estructura. Una vasta red de trabajadores que sustentan los servicios de compras, de nóminas, de farmacia, las unidades de investigación y formación continuada, de pregrado y postgrado, los servicios técnicos, las bibliotecas y un largo etc., Distintas categorías trabajando por un objetivo común: que el sistema funcione, y que lo haga prestando una atención sanitaria de calidad.
Comentario final
Tal como expresamos al inicio de estas líneas, su finalidad, era mostrar, desvelar, la diversidad de trabajadores sanitarios y no sanitarios que conforman el SNS, y reconocer la relevancia de su trabajo, invisible en la mayoría de las ocasiones, como se observa en las noticias del conflicto de la sanidad madrileña. 
Sería deseable que se adopten una mirada integradora de todos los trabajadores del SNS, e ir arrinconando en “clasismo” que aún se observa en el lenguaje, en la palabra de representantes políticos, de asociaciones profesionales y de medios de comunicación.  Es justo reconocer que la defensa de la sanidad pública la ejercen muchos de estos trabajadores en los centros de trabajo, en las calles de la ciudad  con la estimable participación ciudadana.
Verse reconocidos socialmente, como parte de este movimiento reivindicativo, de esta marea blanca, sería una grata recompensa al esfuerzo, ya largo, y además, revitalizaría los ánimos, en ocasiones decaídos, para continuar el camino emprendido – aún con muchos frentes abiertos-. Más si tenemos presente que los gobernantes de la CM, no cejan en su empeño privatizador y todavía ninguno de ellos haya dimitido por su irresponsable e ineficaz gestión.