martes, 18 de febrero de 2014

Y EN UN MOMENTO TE ADVIERTE:DANGER QUIEREN FOLLARTE!!!!

Cómo sabe Facebook que te has enamorado

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¿Qué ocurre cuando los científicos que trabajan en Facebook se ponen a jugar con las matemáticas y los datos que acumula la red social?
Pues que encuentran patrones fascinantes en el comportamiento humano. Aunque, a la vez, da bastante miedo el uso que se puede hacer de nuestros datos.
Durante esta semana han publicado en su blog una serie de artículos sobre el amor. Sí, no han elegido el tema de estudio más sencillo (al menos a este humilde servidor el asunto le parece mas bien complicado).
Por ejemplo: ¿qué ve Facebook cuando te enamoras?
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En el gráfico podéis ver cómo el número de posts compartido por los futuros novios crece hasta el momento de comenzar la relación (cuando las dos personas cambian su “status”) y cae bruscamente después.
Carlos Diuk, el matemático argentino de Facebook que firma el estudio, lo explica así:
“Durante unos 100 días previos a que comience la relación, observamos un crecimiento lento pero regular en el número de posts compartidos entre la futura pareja. Cuando la relación comienza (“día 0″), los posts decaen. Observamos un pico de 1.67 posts/día 12 días antes de que la relación comience y un punto más bajo de 1.53 posts/día 85 días después. Probablemente las interacciones online se han transformado en relaciones en el mundo real.”
Diuk también explica que, aunque el número de posts compartidos desciende, las siguientes actualizaciones de ambas personas en sus muros contienen más “sentimientos positivos”. (Existen algoritmos matemáticos para el análisis de sentimientos).
“Observamos un incremento en la positividad de los sentimientos tras el comienzo de la relación con un incremento muy dramático entre los días 0 y 1″.
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NO ME LO CREO,PERO LO PUBLICO

La ciencia de la atracción SEXUAL

Un estudio determina qué desean las mujeres (dependiendo del día)

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    El tipo de hombres que más atraen a una misma mujer varían, tanto, que sus preferencias cambian según el día del mes. En ocasiones, son los más cariñosos, atentos y bondadosos, sin importar demasiado el físico, los que triunfan entre el sexo opuesto, mientras que en otros momentos se prima la masculinidad y la belleza por encima del resto de cualidades.
    ¿La causa de fondo?, la selección natural que impone la evolución biológica ¿El mecanismo que activa dicha diferenciación?, el ciclo menstrual. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores de la Universidad de California, dirigidos por la psicóloga Martie Haselton, después de analizar más de medio centenar de estudios sobre las preferencias sexuales de las mujeres.
    El metaestudio, publicado en el último número de la revista de la Asociación Americana de Psicología (Psychological Bulletin), recurre a la teoría de la evolución para explicar el comportamiento sexual femenino. Lo que se suponía que era una decisión íntima, marcada por los gustos personales de cada uno, se presenta ahora como una elección en el que el criterio es igual para todas las mujeres. Esto es, durante el ciclo de ovulación aumenta la atracción por los denominados machos alfa (el clásico latin lover aguerrido, fuerte y rudo), pero disminuye el resto de días, a favor de los menos sexys pero más compatibles para vivir en pareja.
    Machos alfa para la descendencia y machos beta para la convivencia
    La hipótesis mediante la que los autores explican este comportamiento, heredado de nuestros antepasados y base de la evolución biológica, se centra que “en la fase reproductiva las mujeres se fijan más en las cualidades genéticas para aumentar las posibilidades de supervivencia y asegurar el éxito reproductivo”. Por el contrario, durante el resto del ciclo menstrual, se produce una mayor inclinación por las personas que potencialmente sean buenos padres y parejas a largo plazo, independientemente de los rasgos genéticos.
    Las preferencias sexuales no son arbitrarias, sino que están marcadas por unos patrones heredadosUna de las principales objeciones achacable a este estudio, como suele ocurrir con aquellos que parten de hipótesis fundadas en la teoría evolutiva, es que dichos comportamientos han dejado de tener una función. Son simples vestigios del pasado. Es decir, pudieron ejercer una cierta influencia en otros momentos de la evolución humana, pero en la actualidad no tienen ningún peso, ni mucho menos son determinantes.
    Por su parte, Haselton se apoya en diversos estudios para defender que estos comportamientos sobre el cambio de preferencias sexuales siguen persistiendo en nuestro subconsciente. Entre los más citados se encuentran varios experimentos realizados en torno a la testosterona y los rasgos propios de la masculinidad, que desde los años 90 han sido una fuente de debate.
    Los indicadores de calidad genética
    A pesar de la controversia entre la comunidad científica, los resultados de este nuevo metaestudio permiten afirmar a los autores que “los cambios en las preferencias de las mujeres son estadísticamente significativos”. La simetría facial y corporal es una de los rasgos masculinos por los que más se inclinan las mujeres durante el ciclo fértil. La fortaleza, la altura y el moreno de la piel también se consideran importantes “indicadores de calidad genética”.
    Durante la ovulación aumentaría la atracción por los denominados machos alfa, pero disminuiría el resto de días, según estos psicólogos evolucionistasLos cambios en las preferencias femeninas existen, según insiste Haselton, y lo que es más importante: “no responden a decisiones arbitrarias, sino que están marcados por unos patrones heredados”. Una teoría que había sido demostrada en mamíferos tan distintos como los chimpancés o las ratas, pero que siempre levantó dudas a la hora de extrapolarla a los seres humanos.
    Para algunos estudiosos, esta tendencia se produjo sólo en las comunidades primitivas, en las que no existía la familia como institución y abundaba la poligamia. Esta es la conclusión de un estudio elaborado por un grupo de biólogos evolutivos de la Universidad de Tennessee-Knoxville, que recoge la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.
    La preferencia por la vida en familia
    Las bases de la familia moderna se sentarían en esta “revolución sexual”, en la que priman cualidades como la lealtad y la generosidad sobre la fortaleza o la promiscuidad. Es decir, las necesidades emotivas han adquirido en nuestros días una mayor relevancia que las necesidades de protección.
    Este cambio de tendencia comenzó a producirse con la formación de las grandes comunidades sociales. La creación de estos grupos mudó los hábitos relacionales al aportar un fuerte componente de seguridad para la supervivencia de las mujeres y sus hijos, de la que antes se tenía que encargar el macho dominante. Con el tiempo, los machos beta desarrollaron nuevas estrategias para competir con los demás y asegurar sus relaciones, donde la monogamia se erigió como la condición sine qua non, ya que los machos alfa continuaban buscando relaciones múltiples.
    Los “ganadores” serían entonces los denominados “buenos papás”, según los denomina el estudio dirigido por Haselton. Al final, se impondrían los intereses a largo plazo debido a la voluntad de formar una familia y mantenerla a lo largo del tiempo. “Entender la lógica que hay detrás de los cambios en las preferencias sexuales, nos ayudará en la toma de decisiones, pues que nos atraiga sexualmente un compañero de trabajo en un momento determinado no significa que vaya a ser una pareja a largo plazo”, sentencia la psicóloga.

    Los poderes del placebo o la medicina de nuestra mente

     
    Pastillas
    Existen píldoras milagrosas que en realidad no deberían hacer nada. Los placebos vienen en distintas formas y tamaños, pero no contienen ingredientes activos. Y aun así, misteriosamente, con frecuencia parecieran tener algún efecto.
    En las últimas décadas se ha investigado mucho sobre el funcionamiento y lo que pueden hacer estas pastillas.
    Sabemos que en situaciones adecuadas, pueden ser muy efectivas para aliviar el dolor o la depresión.
    Pero el último estudio sugiere que incluso podría ayudar a mejorar síntomas de un trastorno neurológico más complicado, tal y como Paul Pattison descubrió.

    Necesidad de medicación

    De muchas maneras, Paul es como cualquier otra persona a quien le gusta la naturaleza.
    Paul Pattison
    Paul Pattison, con Parkinson, no podía creer el efecto que el placebo tuvo en su cuerpo.
    Pasa buena parte de su tiempo libre haciendo paseos en bicicleta por las colinas de las afueras de Vancouver, Canadá, donde vive. Y cada día, pasea a su perro por el bosque de pinos, que empieza donde termina su jardín.
    Pero hay una gran diferencia entre Paul y el aficionado al aire libre promedio. Ya sea caminando o en bicicleta, necesita su medicación, pues tiene la enfermedad de Parkinson.
    Sin sus medicinas, incluso caminar puede significar un gran esfuerzo.
    El Parkinson está causado por la inhabilidad del cerebro de liberar suficiente dopamina, un neurotransmisor que afecta nuestro estado de ánimo, pero también es esencial para la regulación del movimiento.
    Afortunadamente para Paul, su medicación le ofrece la dopamina que necesita para mantener sus síntomas bajo control.
    Dado todo lo que sabemos sobre la enfermedad, es difícil imaginar que un placebo pueda hacer algo para ayudar a alguien con Parkinson.
    Y eso es lo que hace más notable el experimento del profesor Jon Stoessl, director del Centro de Investigación Pacific Parkinson de la Universidad de British Columbia, en Vancouver.
    Hace unos años, Paul participó en una prueba que dirigía Stoessl. Uno de los requerimientos era dejar la medicación. Cuando acudió al hospital, tenía los síntomas a flor de piel.
    "Allí fue cuando me dieron esta cápsula, y dejaron pasar media hora... el tiempo normal que se necesita para que la medicina empiece a actuar. Y ¡bum!", cuenta Paul.
    "Yo pensaba que se trataba de (una medicina) muy buena. Mi cuerpo se erigió, mis hombros se fueron hacia atrás. No había manera de que pudiera estar así sin mi medicación".
    Excepto que a Paul no le habían dado un fármaco. Le dieron placebo.

    Placebo como estimulante

    "Estaba sorprendido. Cuando me tomo mi medicina, siento cambios físicos, ¿cómo algo sin nada puede crear las mismas sensaciones?", se preguntó el paciente.
    El profesor Stoessl ha realizado numerosos experimentos con decenas de pacientes, y no hay duda de que el placebo algunas veces puede aliviar los síntomas de Parkinson.
    "Lo que descubrimos es que en alguien con Parkinson, el placebo puede liberar tanta dopamina como anfetamina o velocidad puede hacerlo alguien con un sistema sano de dopamina. Así que se trata de una respuesta importante"
    Jon Stoessl, Universidad de British Columbia
    "En el Parkinson, como en muchos otros trastornos, existe una respuesta al placebo importante que se puede medir con resultados clínicos".
    Lo nuevo sobre el trabajo de Stoessl es que, al escanear el cerebro de las personas con Parkinson cuando experimentan un efecto placebo, ha podido tener indicios de cómo una pastilla sin ningún ingrediente activo puede tener algún efecto en los pacientes.
    El experto ha descubierto que cuando alguien como Paul responde bien al placebo, no sólo se trata de que esté llevando mejor los síntomas, o que de alguna forma esté luchando con ellos. Más bien se trata del placebo, que actúa como disparador para la liberación de dopamina en su cerebro.
    Y no se trata de una pequeña cantidad de dopamina.
    "Lo que descubrimos es que en alguien con Parkinson, el placebo puede liberar tanta dopamina como anfetamina o velocidad puede hacerlo alguien con un sistema sano de dopamina. Así que se trata de una respuesta importante", señala el especialista.

    La morfina del cerebro

    Cerebro humano
    Esa respuesta dramática sólo pareciera durar muy poco tiempo. Después de todo, el placebo no es una cura milagrosa.
    E incluso si lo fuera, difícilmente los doctores podrían empezar a mentir a sus pacientes y remplazar los medicamentos reales con placebo.
    Tampoco está claro cuánto placebo exactamente se necesita para estimular al cerebro a producir más dopamina, tomando en cuenta que el Parkinson está causado por la aparente inhabilidad del cerebro de producir suficiente.
    Pero lo que ciertamente está claro es que la dopamina no viene de la píldora de placebo, pues allí no hay nada. La dopamina viene de nuestro cerebro.
    Cada vez hay evidencias más fuertes de que el placebo puede activar la habilidad natural del cerebro de producir las sustancias químicas que necesitamos.
    El profesor Tor Wager en la Universidad de Colorado es un neurocientífico que estudia lo que ocurre en el cerebro cuando las personas reciben un placebo y piensan que es analgésico.
    "Cuando le recetamos a la gente un tratamiento con placebo, lo que vemos es una liberación de opioides endógenos, que es la morfina del cerebro. Lo que ello significa es que el efecto placebo está aprovechando el mismo circuito de control de dolor que un medicamento opiáceo como la morfina".

    Investigación "en pañales"

    Pareciera que la pastilla de placebo puede hacer cosas diferentes, dependiendo de lo que esperas que haga.
    Puede estimular potencialmente la liberación de dopamina, si crees que es un medicamento de aumento de dopamina, como el que se necesita para el Parkinson; o puede aliviar el dolor, si piensas que es un analgésico.
    "Los medicamentos funcionan porque tenemos receptores de los fármacos, y ello significa que hay algún tipo de sustancias químicas endógenas que nuestro cerebro produce y que actúa en esos receptores. Los receptores evolucionan para responder a esas sustancias químicas naturales"
    Tor Wager, Universidad de Colorado
    En muchas formas nuestro cerebro es una farmacia natural, de una u otra forma constantemente suministra dosis de sustancias químicas: para detener el dolor, o para sentirlo; para darnos energías o para calmarnos.
    Y pareciera que es esta farmacia interna la que puede estimular el placebo.
    De hecho, los fármacos que compramos en una farmacia real con frecuencia imitan los químicos que produce nuestro cerebro.
    Como lo expone el profesor Wager, "el efecto placebo abre los grifos de nuestra farmacia natural".
    "Los medicamentos funcionan porque tenemos receptores de los fármacos, y ello significa que hay algún tipo de sustancias químicas endógenas que nuestro cerebro produce y que actúa en esos receptores. Los receptores evolucionan para responder a esas sustancias químicas naturales".
    No obstante, la investigación sobre el poder del placebo está todavía en pañales.
    Es mucho lo que no sabemos. ¿Cuáles son exactamente los mecanismos por los que trabaja? ¿Por qué los placebos funcionan en unas personas y no en otras?
    Pero el área de estudio de placebo ha aumentado en la última década, y la evidencia se inclina en que el efecto placebo puede ser algo poderoso.
    Y mientras más lo entendamos, mayores serán nuestras oportunidades de aprovechar su efecto, y sacar lo mejor de la medicina que hay en nuestra mente.