miércoles, 28 de mayo de 2014

Fármacos antidepresivos: en el punto de mira por riesgo de suicidio y daño al hígado

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Si ayer contamos que los fármacos antipsicóticos pueden provocar infartos de corazón, hoy escribimos novedades en torno a los medicamentos antidepresivos; lesiones en el hígado, riesgo de suicidio en jóvenes, etc.
Prozac antidepresivo medicamento suicidio hígadoLos medicamentos antidepresivos pueden causar lesión hepática inducida por fármacos (LHID). Los autores de este nuevo trabajo científico (1) revisaron datos clínicos relacionados con la LHID y así lo concluyeron.
Aunque los datos sobre la lesión hepática inducida por antidepresivos son escasos, entre el 0,5 % y el 3 % de los pacientes tratados con estos fármacos puede desarrollar leve elevación de los niveles de aminotransferasas séricas. Todos los antidepresivos pueden inducir toxicidad en el hígado, especialmente en pacientes de edad avanzada y aquellos polimedicados.
El daño hepático es en la mayoría de los casos impredecible y generalmente no está relacionado con la dosis del fármaco. El intervalo entre el inicio del tratamiento y la aparición de la lesión hepática generalmente es entre varios días y seis meses. La lesión hepática inducida por antidepresivos pone en riesgo la vida e incluye insuficiencia hepática aguda grave o muerte.
Conclusiones:
Aunque un evento infrecuente, la LHID con fármacos antidepresivos puede ser IRREVERSIBLE y los médicos clínicos deben conocerlo.
La herramienta más útil para detectar LHID es la vigilancia de la aminotransferasa y es esencial la suspensión inmediata del fármaco responsable.
Deben estar disponibles y publicarse los resultados de toxicidad hepática por antidepresivos en todas las fases de los ensayos clínicos“.
Antidepresivos hígado daños suicidio
También muy reciente es otro trabajo que incide en un tema ya conocido, los jóvenes que toman fármacos antidepresivos a dosis altas tienen mayor riesgo de autolesionarse o suicidiarse.
Los pacientes más jóvenes que iniciaron el tratamiento con dosis de antidepresivos más altas que las recomendadas tenían más del doble de probabilidades de intentar autolesionarse que los que fueron tratados inicialmente con los mismos fármacos a las dosis recomendadas más bajas.
Además de peligroso poco eficaz. Los recientes meta-análisis, (informes de la más alta calidad científica) concluyen que la eficacia del tratamiento antidepresivo para los jóvenes es modesto. Por ello, sus autores aconsejan a los médicos evitar las altas dosis al comenzar una terapia con estos y vigilar de cerca los pacientes del tratamiento con antidepresivos, especialmente los jóvenes.
Seguramente sea más sensato reducir el uso de estas drogas a casos justificadísimos pues la toxicidad de este grupo de medicamentos es manifiesta.

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Me llevo sobre la piel

DEL EDITOR AL LECTOR(CLARIN DE BUENOS AIRES)
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El piercing se ha convertido en moda. Y como la moda del tatuaje, tiene que ver con una nueva cultura del cuerpo, con una demanda de mayor libertad corporal.
El cuerpo se muestra, se libera y se experimenta con él.
Modificarse y hacerse otro es un modo de apropiarse de uno buscando un cambio.
No está implicada sólo la imagen: también se trata de explorar qué se puede sentir. Se erotizan zonas y en el imaginario de estas intervenciones, lo erótico puede ser tanto autoerótico como un atractivo para los otros, un juguete para un posible goce nuevo.
Las tintas que dibujan y penetran la piel y las perforaciones y los adornos metálicos o de plástico tienen un origen ritual. Hoy el ritual es más artificial y publicitario aunque en un punto se trata de lo mismo: experimentar y compartir la experiencia.
Se hace sobre uno mismo pero se hace para la mirada de los otros, para no pasar inadvertido. El propósito es generar identificación y pertenencia a una tribu.
Tatuajes y piercings excluyen a los que no quieren o no se animan a esa búsqueda y por eso los consideran conformistas o tibios. Es más fácil retornar de un piercing que de un tatuaje. Quien se incrustó un piercing puede quitárselo y la cicatrización de la herida que deja es rápida. Los tatuajes son otra cosa: marcas que se hacen para quedar por siempre. Borrarlas puede ser tan complicado como extirpar un tumor. La vuelta atrás no sólo es difícil. Es cara y peligrosa.
Llama la atención esta manera adolescente de estar a la moda. Pasa la moda o aquello que se apoderó de la cabeza de uno en un momento y el cuerpo queda con la marca; el recuerdo de un experimento con ánimo de eternidad, como la huella de querer hacerse una obra de arte o el nombre de la persona amada.
Y a veces el amor se va y el tatuaje queda y hay que reinscribir sobre lo inscripto para modificar un nombre a quien se le prometió llevar para siempre en el cuerpo y por lo tanto en el alma. Uno queda solo, con la piel y los agujeros a merced del paso de los años y buscando qué otro experimento se puede hacer.
No sólo los jóvenes buscan ese querer decir a través de lo que se agrega al cuerpo.
Los grandes que ven la vida verdadera en la juventud quieren ser como ellos, sentir como ellos, acceder a las mismas promesas de intensidad. Quieren volver a ser jóvenes con un artificio pero como sólo se trata de moda, del modo de presentarse ante los otros buscando atraer o llamar la atención, más pronto que tarde el cuerpo y la vida siguen su curso como si nada.
Apenas resisten el paso del tiempo y las miradas de uno mismo, que se van alejando del entusiasmo inicial y nos dejan con la sensación de que las promesas de reconocimiento nunca son colmadas. Hoy son tatuajes y piercings, mañana habrá otras promesas.