lunes, 23 de junio de 2014

Identifican mecanismo que limita el dolor crónico


Identifican mecanismo que limita el dolor crónico


El hallazgo, del que participaron científicos argentinos, británicos y sauditas, puede facilitar el desarrollo de nuevos tratamientos analgésicos en pacientes con diabetes, cáncer e inflamaciones crónicas.

Un canal neuronal que interviene en la regulación del dolor neuropático fue descubierto por científicos del CONICET de Mendoza, en conjunto con colegas del Reino Unido y Arabia Saudita.

El hallazgo “apunta a mejorar el tratamiento del dolor crónico o patológico” que afecta a muchos pacientes con diabetes, cáncer e inflamaciones, señaló a la Agencia CyTA, el autor principal del estudio, el doctor Cristian Acosta, del Laboratorio de Neurobiología de Aferencias Primarias y Dolor del Instituto de Histología y Embriología de Mendoza (IHEM).

Acosta y sus colegas comprobaron que un canal iónico llamado TREK2 se expresa casi exclusivamente en neuronas sensoriales especializadas en mediar la sensación de dolor.

“Los canales iónicos son minúsculos poros presentes en la membrana celular que permiten el pasaje de iones (partículas cargadas de electricidad) y contribuyen a la excitabilidad neuronal”, explicó Acosta, quien también es investigador asociado de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido.

Activar el canal TREK2 limita la actividad neuronal que lleva a la aparición de dolor espontáneo. Este es uno de los aspectos más debilitantes y perniciosos de ese tipo de sensación crónica patológica, afirmó Acosta.

Para llegar a esos resultados, los científicos utilizaron técnicas como la manipulación molecular combinada con mediciones electrofisiológicas en membranas de neuronas sensoriales primarias de ratas adultas in vivo y también cultivadas.

 “Entender mejor estos procesos biológicos abre las puertas al desarrollo de nuevas drogas y mejores tratamientos para pacientes que sufren de esas formas de dolor”, destacó Acosta.

El trabajo, publicado en “The Journal of Neuroscience”, cuenta con el apoyo de los doctores Juan Carlos Cavicchia del IHEM y de la profesora Sally Lawson de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido.

La doctora Graciela Jacob, coordinadora del programa de cuidado paliativos del Instituto Nacional del Cáncer (INC) y ex presidenta de la Asociación Argentina de Medicina y Cuidados Paliativos, consideró que el dolor neuropático es de difícil tratamiento y cualquier avance en la comprensión profunda de su mecanismo es “muy importante”.

De todos modos, Jacob advirtió que este tipo de dolores no se trata sólo con fármacos sino también con rehabilitación kinesiológica y asistencia psicológica, entre otros abordajes.

¿Realmente los hombres piensan en sexo todo el día?

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Hombre y mujer apasionados
¿Cuántas veces al día ve una imagen como ésta en su mente?
Corre un mito que asegura que los hombres piensan en "ya sabes qué" con demasiada frecuencia. Cada siete segundos, según algunas versiones.
La mayoría de nosotros hemos examinado esa aseveración con la suficiente detención como para ser escépticos. Sin embargo, en lugar de limitarnos a preguntarnos si esto es cierto, detengámonos a pensar cómo podría demostrarse esta premisa. O descartarse.
Si sacamos la cuenta, pensar en el sexo cada siete segundos sumaría un total de 514 veces por hora. O aproximadamente 7.200 veces durante el tiempo en que se está despierto.
¿Es mucho? A mí me parece una cifra muy grande, imagino que es más grande que el número de pensamientos que tengo acerca de cualquier cosa en un día.
Esto da pie a una pregunta interesante: ¿cómo es posible contar el número de pensamientos propios o de los demás (sexuales o no) en el transcurso de un día?
Los psicólogos denominan los esfuerzos científicos para medir los pensamientos como "muestreo de experiencias". Consiste en interrumpir a las personas mientras llevan a cabo sus actividades diarias y pedirles que registren los pensamientos que tienen en el momento dado, en el lugar determinado.

Un clic por pensamiento

Siluetas de hombre y mujer, con signo de "prohibido pensar en sexo"
Los estudios parecen respaldar la idea de que hay diferencia en la frecuencia en que
hombres y mujeres piensan en sexo.
Terri Fisher y su equipo de investigación de la Universidad Estatal de Ohio hicieron esto utilizando "contadores de clics". Se los dieron a 283 estudiantes universitarios divididos en tres grupos y les pidieron que presionaran y registraran cada vez que pensaran en sexo, comida o sueño.
En el estudio, el hombre promedio tenía 19 pensamientos sobre sexo al día. Una cifra mayor que la de las mujeres, que registraban aproximadamente 10 pensamientos al día.
Sin embargo, los hombres también tenían más pensamientos sobre la comida y el sueño, lo que sugiere que quizás los hombres son más propensos a tener impulsos complacientes en general. O les parece que cualquier vaga sensación cuenta como si fuera un pensamiento. O una combinación de ambas.
Lo interesante del estudio fue la gran variación en el número de pensamientos. Algunas personas dijeron que pensaban en sexo solamente una vez al día, mientras que uno de los entrevistados registró 388 clics, lo cual equivale a un pensamiento sexual cada dos minutos.
Sin embargo, el gran factor de confusión en este estudio es el "procesamiento irónico", conocido más comúnmente como el "fenómeno del oso polar".
Oso Polar
"Intente imponerse la tarea de no pensar en un oso polar y verá al condenado animal a cada minuto", Notas de invierno sobre impresiones de verano, de Fyodor Dostoyevski.
Si quiere jugarle una broma cruel a alguien, dígale que levante la mano y que solo la baje cuando haya dejado de pensar en un oso polar. Una vez que se empieza a pensar en algo, tratar de olvidarlo sólo lo trae de nuevo a la mente.
Esta es exactamente la situación en la que se encontraban los participantes del estudio de Fisher.
Los investigadores les dieron un contador de clics y les pidieron que registraran cuando pensaran en el sexo (o en la comida o en el sueño).
Imagíneselos saliendo del departamento de psicología, con el contador en la mano, tratando de no pensar en el sexo todo el tiempo, pero al mismo tiempo esforzándose por recordar que tenían que presionarlo cada vez que pensaran en el tema.
Apuesto que el pobre hombre que lo presionó 388 veces fue víctima tanto del diseño experimental como de sus impulsos.

Siempre en mi mente

Otro modelo, utilizado por Wilhelm Hoffman y sus colegas, consistía en entregarle teléfonos inteligentes a adultos alemanes voluntarios, que estaban configurados para enviarles notificaciones siete veces al día a intervalos aleatorios durante una semana.
En este caso les pidieron que registraran qué aparecía en sus pensamientos más recientes cuando recibían la alerta aleatoria. La idea de que la responsabilidad de recordar recayera en un dispositivo dejaba la mente de los participantes más libre para vagar.
Los resultados no son directamente comparables con los del estudio de Fisher, ya que el número máximo de pensamientos sobre el sexo que una persona podía registrar estaba limitado a siete veces al día.
Pero lo que está claro es que las personas pensaban en el tema con mucha menos frecuencia que lo que indica el mito de los siete segundos. De hecho, registraron un pensamiento sexual en la última media hora aproximadamente el 4% de las ocasiones, lo que supone aproximadamente una vez por día, en comparación con las 19 veces del estudio de Fisher.
Hombre pensando en diferentes cosas
Tantas cosas en qué pensar...
El verdadero impacto del estudio de Hoffman es la poca importancia relativa del sexo en los pensamientos de los participantes.
Las personas decían que pensaban más en la comida, el sueño, la higiene personal, el contacto social, el tiempo libre y (hasta cerca de 5 p.m.) en el café.
Ver televisión, consultar el correo electrónico y otras formas de uso de los medios de comunicación también se imponía sobre el sexo durante todo el día.
De hecho, el sexo pasó a ser un pensamiento predominante sólo hacia el final del día (alrededor de medianoche), y aún así estaba sólidamente en segundo lugar, detrás del sueño.
Sin embargo, el método de Hoffman también está contaminado por un fenómeno del oso polar, porque los participantes sabían que en algún momento durante el día se les pediría que registraran lo que habían estado pensando. Esto podría llevar a sobreestimar algunos pensamientos.
Por otra parte, es posible que las personas hayan sentido vergüenza de admitir que habían tenido pensamientos sexuales durante todo el día y, por lo tanto, no los registraron por completo.

1, 2, 3, 4, 5, 6, sexo

Hombre en cama
¿Pensando en sexo, o más bien en una hamburguesa?
Así que, aunque podemos descartar con seguridad eso de que el hombre promedio piensa en el sexo cada siete segundos, no podemos saber con certeza cuál es la frecuencia verdadera.
Es probable que varíe ampliamente entre unas personas y otras y en una misma persona dependiendo de las circunstancias. Además, la situación se complica aún más por el hecho de que con cualquier esfuerzo para medir la frecuencia de estos pensamientos se corre el riesgo de alterarlos.
También existe la complicada cuestión de que los pensamientos no tienen ninguna unidad natural de medida. Los pensamientos no son como las distancias, que se pueden medir en centímetros, metros y kilómetros.
¿Y qué constituye un pensamiento, en todo caso?
¿Qué tan grande tiene que ser para que se tenga en cuenta?
Mientras leía esto, ¿ha tenido uno o varios pensamientos, o no ha tenido ninguno?
¡Son muchas cosas en qué pensar!