viernes, 25 de julio de 2014

Las lesbianas anormales

El modelo de lesbiana imperante pone en alza la normalidad frente a la diversidad
Los movimientos LGTBQI+ están siendo absorbidos por una élite económica que pone en peligro el potencial subversivo de las prácticas no heterosexuales
Autoras: Esperanza Moreno,  Perla Tempesta de 'Ideadestroyingmuros' y Phosky de 'Efealcubo'
Autoras: Esperanza Moreno, Perla Tempesta de 'Ideadestroyingmuros' y Phosky de 'Efealcubo'
El periódico 'La Opinión de Málaga' ha publicado una entrevista con Marta Fernández Herraiz, una mujer que dice ser la creadora del primer lobby de lesbianas del mundo. Ahí es nada. La entrevista, que os animo a leer, no tiene desperdicio. Responde, con una exactitud que asusta, al modelo de lesbiana que nos están imponiendo.
La formula mágica para ser aceptada si eres lesbiana es la siguiente:
ACEPTACIÓN= NEGACIÓN DE LA PLUMA BOLLERA + AMOR/MATRIMONIO/MATERNIDAD + DISCRECIÓN 
Es es la clave. Si no cumplís cualquiera de los tres requisitos, estáis perdidas. Fernández lo sabe y lo ha dejado más que claro en sus respuestas, que como bollera activista me escandalizan, enfadan y revuelven el estómago. Responde perfectamente a esa “lesbiana posmoderna, guapa, simpática, despolitizada y feliz”, de la que hablaba Beatriz Gimeno.
El lobby que pretende crear esta mujer cuyo sueño es ser madre y tener hijos sólo reafirma la idea de que las lesbianas sólo somos aceptadas si somos productivas para el sistema:
"¿Se es más productivo tras revelar tu orientación sexual?
El exdirector general de BP reconoció hace poco que si hubiera salido del armario antes no habría perdido un 20 por ciento de su tiempo en camuflar lo que en realidad es. No decir nada te genera un desgaste que redunda en tu trabajo, en tu rendimiento y en tu malestar"
¿Cómo podemos ser productivas? A través del rito del matrimonio y su culminación en la maternidad, todo envuelto con mucho amor y fidelidad. Cualquier buena madre y esposa es, obviamente, discreta y muy poco ruidosa. Una vez más, nuestras demandas son silenciadas y ninguneadas en pro de normalizar nuestras rarezas, esas que no acabáis de entender. Pueden parecer pasos hacia delante, que no es justo menospreciar, pero hay muchas que seguimos en los márgenes: las que practican el poliamor, las de los ovarios poliquísticos, las que detestan la maternidad, las sordas o las que transitan por el sistema sexo/género. Nosotras no tenemos cabida en el lobby de la señora Fernández porque no soñamos con hijos, ni con casarnos, no queremos ser normales, ni más productivas en nuestros trabajos. Tampoco disfrutaríamos si un hombre se gira a mirarnos al pasar. "Marta Fernández, una mujer que hace que más de un hombre se vuelva para piroperala, lamenta haber pasado 30 años apolillándose en el armario", dice la entrevistadora. 
Este es el modelo de Iñaki Oyarzabal, miembro el Partido Popular, que asegura que ha sido más discriminado por su ideología política que por ser gay o de todas esas lesbianas mediáticas que no entienden por qué es tan importante salir del hermano. Son los gais -no tanto las lesbianas- que compran en el mercado de San Antón de Chueca y que pagan precios desorbitados por sus copas en Sitges. Son los y las que creen que el matrimonio era nuestra meta. Son los que alquilan vientres de alquiler para formar una familia biológica y nuclear. Y los que van a reunirse con Felipe IV para hablar de vete a ser tú qué. Los movimientos LGTBQI+ están de capa caída al haber sido absorbidos, o quizá confundidos, por una élite social y económica que ha visto el potencial de incluirnos dentro del propio sistema. He aquí la importancia de la interseccionalidad como método de análisis para dejar en evidencia que, además de oprimidas, también podemos ser opresoras; para comprender que las discriminaciones pueden ser o no ser soportadas según el dinero que tengas en la cartera; y para comprender que, al menos en esta batalla, no está tan claro quiénes están en un bando y quiénes en otro. No saldría a tomar cañas ni con Oyarzabal ni con Fernández. Están demasiado ocupados en ser normales.
Ante este panorama, este año para el 28J de Bilbao, nos presentamos como antisociales y recuperamos las reivindicaciones de 1977 demostrando que no hemos conseguido prácticamente nada. Lo que intentan vendernos como normalidad no es más que la normativización de las diferencias en pos de seguir produciendo y reproduciendo un sistema heteropatriarcal y capitalista que, inevitablemente y por definición, es cruel, agresivo y excluyente.

Nosotras seguiremos nutriéndonos de la diversidad. Disfrutad vosotros de la normalidad.