La psicología no ha estudiado aún la influencia del currywurst en el imaginario sexual de los alemanes, pero debería. Según el último informe de la Sociedad Internacional de Cirugía Estética (ISAPS, por sus siglas en inglés), Alemania es, con mucha diferencia, el país en el que más operaciones de alargamiento de pene se practican. De las casi 15.000 registradas el pasado año en todo el mundo, los alemanes protagonizaron una quinta parte del total. Venezuela y España, que ocupan el segundo y tercer lugar de esta clasificación, con sólo dos operaciones de diferencia, coparon entre ambas el 6,3%.
Lo que no se refleja en el informe del ISAPS es el tipo de agrandamiento de pene realizado, ya que estas operaciones pueden estar encaminadas tanto a aumentar el grosor, como la longitud o suplir la pérdida de rigidez, es decir, de su capacidad eréctil. Pese a ello, las operaciones de pene sólo representaron el 0,5% del total de las tres millones de operaciones cosméticas realizadas por los hombres. La más recurrente fue la rinoplastia (de nariz), seguida de la ginecomastia (reducción de mamas), la blefaroplastia (párpados) y la liposucción.
El número de operaciones estéticas durante 2013 alcanzó la cifra récord de los 20 millones, si bien en esta ocasión se han tenido en cuenta 95 países, frente a los 75 analizados en el anterior informe de similares características. Atendiendo a la división por sexos, las mujeres son las que más se someten a este tipo de operaciones, representando más del 85% del total.
La población norteamericana es la más dada a estos tratamientos, ya que en EEUU se realizaron el 17% de los 20 millones de operaciones registradas, seguida de Brasil (9.1%), México (3.8%), Alemania (2.8%) y, en quinto lugar, España (1.9%), como se refleja en el siguiente gráfico sobre el número de operaciones estéticas practicadas en cada país.
En el caso de las mujeres, las operaciones más demandadas son las del aumento de senos, seguidas de las liposucciones. El procedimiento no quirúrgico más popular fue la toxina botulínica (Botox), superando con creces los cinco millones, mientras que las cargas y los reabsorbibles fueron las segundas más demandadas con más de tres millones de operaciones registradas.
El culto a la imagen en la sociedad contemporánea hace que año tras año aumenten las cifras de las personas que pasan por quirófano por cuestiones meramente estéticas. A la obsesión por librarse de los signos naturales del envejecimiento, como las arrugas o los párpados caídos, se une la supuesta ventaja social con la que cuentan las personas atractivas sobre las demás.
Lo superficial parece haberse impuesto. Cómo concluye el estudio Searching for a job is a beauty contest, la belleza el factor más tendente a la discriminación, por encima de la etnia o del estatus económico. Los feos lo tienen más difícil. “Las nuevas tendencias de la empleabilidad están basadas en el atractivo físico, mucho más que en las tradicionales diferenciaciones regionales, la educación y la experiencia laboral”, aseguraban los investigadores italianos Giovanni BusettaFabio Fiorillo y Emanuela Visalli, profesores de la Universidad de Messina, en las conclusiones de su estudio.
La modelo Cameron Russell es una de las celebrities que más ha denunciado “la desigualdad a la que se ven sometidas las personas feas”. La “opresión racial”, la exclusión y la discriminación de las personas que no responden físicamente a unos cánones determinados se ha convertido en moneda de cambio en el mundo de la moda, según Russell, pero también fuera de este sector: “El éxito es simplemente una cuestión de tener o no suerte con los genes”. De ahí la obsesión por los bisturís, pues lo que la naturaleza niega siempre lo puede arreglar el hombre.