domingo, 24 de agosto de 2014

LA ORIENTACIÓN SEXUAL TAMBIÉN ES CLAVE

¿Quién tiene más orgasmos? Las diferencias entre hombres y mujeres, en un gráfico

    ¿Quieres experimentar más orgasmos? Malas noticias para las mujeres: en dicho caso, quizás harías bien naciendo hombre. Aunque si de verdad quieres superar en frecuencia a todas las que te rodean, deberías plantearte ser una mujer lesbiana. Eso sí, ni se te atreva probar suerte con el sexo opuesto, puesto que ello hará descender el número de tus clímax amorosos sensiblemente. Este es un resumen de las conclusiones a las que ha llegado una investigación publicada en el último número del Journal of Sexual Medicine.
    El estudio, que ha sido llevado a cabo en el Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana, pone de relieve que el sexo y la orientación sexual influyen en la frecuencia de los orgasmos que experimenta una persona. Algo que ya era conocido en el caso de la diferencia entre hombres y mujeres –previas investigaciones como la realizada por la sexóloga Elizabeth Lloyd señalaban que sólo el 25% del sexo femenino experimentaba orgasmos vaginales–, pero no tanto respecto a las costumbres sexuales.
    Los datos recogidos en la investigación son claros y concisos: en cabeza se encuentran los hombres, que alcanzan el clímax en el 85,1% de sus encuentros sexuales con su pareja, independientemente de su sexo. Una cifra que descendía en el caso de las mujeres hasta el 62,9%. Pero, mientras en el caso de los hombres apenas existía variación en las diferentes orientaciones sexuales –85,5% para heterosexuales, 84,7% para homosexuales, 77,6% para bisexuales–, sí que existía una gran diferencia entre mujeres de distintas tendencias. Las lesbianas son las más afortunadas, con un 74,7% de acierto, seguidas por las heterosexuales (con un 61,6%) y las bisexuales (58%).
    Las lecciones detrás de la estadística
    No se trata de una cuestión biológica, sino más bien, de la forma en que los encuentros sexuales se suelen desarrollar. Estos datos dicen mucho acerca de la manera en que los roles se reparten en el dormitorio. En un gran número de relaciones, el fin del encuentro sexual es el orgasmo masculino y la eyaculación, que pone punto y seguido (o punto y final) a la escaramuza. El largo período refractario en el que el hombre no siente ningún deseo ni se encuentra capacitado para practicar sexo tampoco ayuda precisamente. Ello explicaría por qué los datos del hombre apenas varían aun a pesar de su orientación sexual.
    Los investigadores sugieren que el encuentro sexual entre lesbianas suele tener una duración superior al de otras parejas sexualesLos investigadores tienen su propia hipótesis acerca de por qué hay una diferencia tan significativa entre las mujeres homosexuales y las heterosexuales. Como señalaban los autores, “una posible explicación es que las mujeres lesbianas se encuentran más a gusto y están más familiarizadas con el cuerpo femenino y, por lo tanto, generalmente, tienen una mayor capacidad para inducir el orgasmo en sus compañeras”. Ello también puede deberse a que, como asegura el estudio en sus conclusiones, las experiencias orgásmicas de las mujeres son mucho más variadas que las de los hombres, es decir, son causadas a través de estrategias muy diversas y resultan menos previsibles que el “sota, caballo y rey” del orgasmo femenino.
    Por otra parte, los investigadores sugieren que el encuentro sexual entre lesbianas suele tener una duración superior al de otras parejas sexuales, como han señalado previos estudios, lo que puede contribuir a este aumento de la frecuencia orgásmica.
    La investigación se llevó a cabo a partir de los datos recogidos por un cuestionario online entre 6.151 participantes de edades comprendidas entre los 21 y los 65 años. El examen posterior se limitó a un espectro de 2.850 solteros, divididos casi a partes iguales entre hombres (1.497) y mujeres (1.353) que habían mantenido relaciones sexuales durante el último año.
    ¿Hay realmente alguna diferencia entre orgasmos?
    Ya conocemos la frecuencia entre orgasmos para hombres y mujeres, pero, ¿existe realmente alguna diferencia cualitativa? Las tomografías por emisión de positrones (PET) han permitido comprobar si el cerebro de los hombres se comporta de manera diferente al de las mujeres a la hora de alcanzar el clímax. Y parece ser que no son muy diferentes. Como puso de manifiesto una investigación realizada por la Universidad de Groningen en Holanda, si bien el órgano se comportaba de forma distinta durante la etapa de excitación, apenas había diferencias a la hora de experimentar un orgasmo.
    Aunque la anatomía de hombres y mujeres es distinta, su cerebro no lo es tantoTanto en uno como en otro caso, el análisis mostraba una gran activación del lóbulo frontal, que a su vez excitaba el lóbulo paracentral, el área encargada de procesar las señales motoras de las extremidades inferiores. Si bien es cierto que los órganos sexuales de uno y otro sexo se comportan de forma distinta por sus diferencias anatómicas, el cerebro lleva a cabo operaciones semejantes en hombres y en mujeres.
    Para el psicólogo Alan Fogel existe una buena razón para que el orgasmo sea una experiencia única, compartida por ambos sexos. Debido a que la visualización del clímax en otra persona resulta excitante y favorece que se alcance el orgasmo, resulta lógico pensar que el ser humano haya evolucionado para compartir un mismo mecanismo cerebral que, en última instancia, favorezca la pervivencia de la especie.

    ¿Realmente comer mucha carne acorta la vida?

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    Michael Mosley comiendo hamburguesa
    Mosley una vez más se sacrificó en nombre de la ciencia (vea en bbcmundo.com más de sus experimentos), pero esta vez pareció disfrutarlo.
    Constantemente aparecen informes en las noticias sobre los riesgos para la salud de comer carne pero, ¿son justificados? El doctor Michael Mosley investigó para la BBC cuánto de verdad hay detrás de los titulares.
    A mí me gusta comer carne, pero lo que solía ser un deleite inocente se ha convertido en un placer pecaminoso.
    Si uno le cree a lo que dicen los medios, darse el gusto de comerse un filete o un sándwich de tocino regularmente aumenta el riesgo de sufrir de problemas cardíacos o cáncer.
    La amenaza para la salud no viene de comer carne blanca, como el pollo, sino roja o procesada, como tocino, salchichas, salami y jamón.
    Por muchos años, mi esposa Clare, quien es médica, ha estado tratando de reducir el consumo de estas carnes en la familia, pero yo me resistí.
    Así que a los dos nos alegró la idea de la BBC de que me pusiera a investigar si había realmente algún riesgo.
    Visité a numerosos expertos, y les pregunté qué comían.
    Además, empecé una dieta en la que doblé la cantidad de carne que consumía para llegar a 130 gramos al día para ver qué efecto tenía.

    Algunos datos

    Quesos
    ¿Será mejor ser vegetariano y comer mucho queso?
    Hay muchas cosas buenas en las carnes rojas, que incluyen la bovina, porcina, ovina y caprina.
    La de vaca, entera o molida, es una gran fuente de proteína y nutrientes esenciales, como hierro y vitamina B12, que es vital para la salud.
    El aspecto negativo es que tanto ésta como la procesada tiende a tener mucho ácido graso saturado: por ejemplo, el tocino y las salchichas tienen alrededor de 16 veces más por gramo que el tofu.
    Pero si usted es un vegetariano que come queso, no crea que tiene derecho a presumir: el queso es, gramo por gramo, una fuente aún más rica en ácido graso saturado que las hamburguesas.
    Las carnes rojas son más oscuras que las blancas porque tiene niveles más altos de hemoglobina y mioglobina, el hierro y las proteínas que almacenan el oxígeno que se encuentra en la sangre y músculos.

    La evidencia

    Antipasto italiano
    Antipasto italiano... ¿un placer pecaminoso?
    Una de las mejores maneras para tratar de evaluar el impacto de alimentos particulares en nuestra salud es haciendo estudios de cohortes: se toma un grupo de gente con dietas variadas, se le pregunta qué comen y luego se le hace seguimiento durante muchos años para ver qué enfermedades desarrolla.
    Walter Willett, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, lidera un equipo que ha estado haciendo precisamente eso con decenas de miles de personas.
    "Encontramos que quienes consumían más cantidad de carne roja tenían un riesgo total de mortalidad más alto, cardiovascular y de cáncer", me dijo en la cafetería de la universidad mientras yo me comía un filete.
    Sobre la base de uno de los estudios en el que fue coautor -"Consumo de carne roja y mortalidad", publicado en los Archivos de Medicina Interna-, él estima que comer regularmente una pequeña cantidad de carne roja (85 gramos) está asociado con un aumento en el riesgo de mortalidad de un 13%.
    Además, comer la misma cantidad de carne roja procesada (un perro caliente o dos pedazos de tocino) está asociado con un aumento del 20%. (Si necesita explicación, vea abajo)
    No sorprende entonces que él casi nunca come carne.

    ¿Adiós a las carnes?

    Lo que dice Willett es extremadamente convincente. No obstante descubrí que sus resultados no concuerdan con los de un estudio europeo más reciente publicado en BMC Medicine en 2013, "El consumo de carne y la mortalidad".
    Carne con papas
    Unos dicen que sí, otros dicen que no, y muchos no resisten la tentación.
    Los investigadores del Estudio prospectivo europeo sobre dieta y cáncer -Epic- le hicieron seguimiento a medio millón de personas en 10 países durante más de 12 años.
    Encontraron que comer cantidades moderadas de carne roja no tenía ningún efecto en la mortalidad.
    Los índices generales de mortalidad más bajos se presentaron entre quienes comían hasta 80 gramos al día.
    Aunque había un pequeño aumento en el riesgo general para aquellos que consumían más de 160 gramos al día, también había una tasa de mortalidad por todas las causas más alta entre quienes nunca comían carne.
    Los investigadores concluyeron que "un consumo bajo, pero no nulo, de carne puede ser beneficioso para la salud. Eso es comprensible pues la carne es una fuente importante de nutrientes, como proteínas, hierro, zinc, varias vitaminas B, así como vitamina A y ácidos grasos esenciales".

    En sus marcas, listos, ¡a comer!

    Huevos con tocineta
    ¡Peligro! Antes de comerse algo así, siga leyendo.
    No. Antes de que los lectores carnívoros se vayan a disfrutar, hay un aspecto negativo que no se debe ignorar.
    El estudio Epic, como casi todos los otros estudios que se han hecho, encontró que comer carne procesada sí tiene un efecto negativo para la salud.
    Apenas se pasa de 40 gramos al día de embutidos, las muertes por problemas del corazón y cáncer empiezan a escalar.
    La ciencia aún no ha llegado a una conclusión definitiva. Los expertos a los que conocí tienen opiniones fuertes pero distintas, y eso se reflejaba en lo que ellos mismos comían.
    En mi caso, comer mucha más carne procesada tuvo un efecto negativo en mi cuerpo. Tras un mes de emparedados de tocino y hamburguesas, había subido de peso y mi presión arterial y nivel de colesterol habían aumentado.
    Volví a mi dieta previa, en la que me doy el gusto de comerme ocasionalmente un filete o una chuleta de cerdo. Pero habrán menos salchichas y hamburguesas en la parrilla de ahora en adelante.

    Para entender las estadísticas

    Signos de interrogación
    Un nivel de mortalidad más alto en un 20% significa que el riesgo de morir durante el año siguiente es 20% más alto que si no comiera carne procesada.
    David Speigelhalter, de la Universidad de Cambridge, señala que otra manera de entenderlo es que, si los estudios están en lo cierto, se esperaría que alguien que se come un sándwich de tocineta al día vivirá, en promedio, dos años menos que alguien que no.
    Pro rata, esto es como perder una hora de la vida por cada sándwich que come.
    Para ponerlo en contexto, cada vez que alguien se fuma 20 cigarrillos, pierde unas cinco horas de vida.