domingo, 31 de agosto de 2014



Jueza ordena medir el pene de un acusado en Alemania

Jueza ordena medir el pene de un acusado en Alemania
Un presunto exhibicionista alemán deberá mostrar su singular “habeas corpus” ante el jurado, por sentencia de la juez Ulrike Andree, del poblado de Leer.
El sujeto, procesado en un juzgado de Alemania por mostrarle el pene a una joven, deberá acceder a que su miembro sea medido, para definir la sentencia, según informó Passauer Neue Presse, citado a su vez por otros medios.
La juez ordenó medir el pene del acusado de exhibicionismo, pues según la magistrada, el tamaño del miembro viril podría ser la clave para solucionar el caso.
La víctima, una adolescente de 16 años, atestiguó durante el proceso que el victimario le mostró sus genitales durante la entrega de una encomienda del servicio postal, con “su enorme miembro viril colgando fuera del pantalón”.
El cartero, quien se identificó como Lutz Winkler, de 54 años, negó todas las acusaciones.
Su esposa, por su parte, dijo en su defensa que eso era imposible, debido al tamaño del miembro viril.
"Su pene es demasiado corto como para colgar del pantalón", declaró la mujer, en contradicción con las declaraciones de la víctima que manifestó que el pene visto era "grande y repugnante".
La juez exigió la medición del miembro en el tribunal y a la vista de todos; pero la Corte opinó que sería algo francamente desagradable e innecesario.
No obstante, la juez Ulrike Andree terminó ordenando a un perito médico que se encargase de medir el pene de Lutz para definir quién dice la verdad y dictar una sentencia acorde.
Si su pene es lo suficientemente grande como para colgar del pantalón, el cartero será declarado culpable. 
  • .


.
 LAS ULTIMAS INVESTIGACIONES CIENTIFICAS EN TORNO DEL TAMAÑO DEL PENE

La ciencia toma medidas

Un estudio del King’s College de Londres sistematizó un cuestionario para que urólogos y sexólogos detecten pacientes con “síndrome del pene pequeño”: hombres insatisfechos con el tamaño de su miembro pese a tener una medida estándar. El objetivo es ayudarlos a buscar la terapia adecuada y evitar el riesgo de cirugías o remedios sin control médico.
.
.
.
.
.
.   
 Por Pedro Lipcovich

Hay un sector poblacional cada vez más preocupado por el tamaño de los penes: el sector de los investigadores científicos. El prestigioso King’s College, de Londres, dio a conocer “el primer estudio que sistematizó una escala de diez preguntas para discernir quiénes están insatisfechos con el tamaño de su pene”. La reciente publicación de este trabajo causó desazón en otros grupos de científicos, quienes sintieron que sus propias presentaciones eran insignificantes. Sin embargo, se movieron mucho y bien: llegaron a tomar las medidas de miles de miembros, desde la India a Italia pasando por Turquía. Más allá del costado desopilante de estas investigaciones –por ejemplo, el raro maridaje entre pornografía y ciencia para medir el pene erecto–, este interés corresponde a la alarma generada por un submundo sigiloso: el de los miles de hombres que, sin que lo sepan ni sus mejores amigos, buscan cirugías o remedios que cumplan la ilusión de una virilidad garantizada. La Anmat advirtió sobre los graves efectos perjudiciales que pueden tener esas “terapias”.
“Ha habido una asombrosa falta de interés científico en la psicología del tamaño del pene”, sostiene el trabajo de David Veale, Kevan Wylie y otros investigadores del King’s College londinense, publicado en Journal of Sexual Medicine, y señala que “la vergüenza por el tamaño del pene, también conocida como ‘síndrome del pene pequeño’, se encuentra en hombres que, si bien tienen un pene de tamaño normal, experimentan vergüenza por su tamaño. Esta definición no incluye a los hombres que efectivamente tienen un micropene, es decir, un pene de menos de 7,5 centímetros en erección o de menos de 4 centímetros en flaccidez”.
Los investigadores advierten que “los hombres tienden a otorgar al tamaño del pene mucha más importancia que las mujeres” y “en algunos casos la experiencia de vergüenza por el tamaño resulta especialmente relevante: consiste en una experiencia íntima de sentirse no atractivo, no deseable; estos hombres viven con temor a una evaluación negativa, rechazo o humillación por otros: por ejemplo, en un vestuario o con una partenaire sexual. Y responden con ansiedad y evitación. En algunos casos, corresponde el diagnóstico de desorden dismórfico del cuerpo, centrado en los genitales, pero no se sabe cuántos hombres padecen este trastorno”.
El hecho es que “los urólogos y sexólogos reciben frecuentemente hombres que, aun cuando el tamaño de su pene es normal, solicitan procedimientos quirúrgicos para incrementarlo –señala el trabajo–. Otros prefieren buscar soluciones por Internet, en sitios que promueven medicamentos e intervenciones sin ningún control (ver nota “Publicidad engañosa”)”. Mientras tanto, “no existe hasta ahora una medida estandarizada y psicométricamente validada sobre las creencias acerca del tamaño del pene. El objetivo de nuestro estudio fue desarrollar y validar una medición de creencias acerca del tamaño percibido del pene que sea útil para entender la condición y planificar el tratamiento”.
Los investigadores trabajaron con 173 voluntarios –no necesariamente preocupados por el tamaño de su pene– reclutados entre el personal, estudiantes y participantes en otras investigaciones del King’s College, y por intermedio del sitio web Embarra-ssing Bodies. La primera parte del estudio consistió en completar una batería de cuestionarios, que les fueron suministrados on line. Estos cuestionarios incluían “creencias acerca del tamaño del pene” y escalas previamente validadas sobre “ansiedad y depresión”, “fobia social”, “imagen del cuerpo”, “función eréctil”. La segunda parte del estudio “consistió en la medición del tamaño de sus penes” (ver recuadro “Longitudes científicas”).
A partir de todos estos datos, los investigadores diseñaron un cuestionario de diez preguntas, que llamaron BaPS (Beliefs about Penis Size) y que “permite discriminar entre quienes tienen preocupaciones acerca del tamaño y quienes no”.
“El BaPS (ver recuadro ‘Preguntas que...’) mide varias manifestaciones de masculinidad y vergüenza sobre el tamaño del pene –explica el trabajo–. Dos de los ítems miden creencias autoevaluativas, como la de ser ‘anormal’. Tres items describen componentes sociales, por ejemplo si la persona supone que los otros hablarán o reirán de él. Cuatro items anticipan consecuencias, como evitar situaciones donde tendrían que estar desnudos. Y hay dos items que indagan sobre un extremo grado de cohibición, como la creencia en que otros podrían ver el tamaño de su pene aun cuando no está desnudo.”
El texto subraya que “los resultados del BaPS no tienen correlación con el tamaño real del pene. Hay hombres que tienen penes mayores que el promedio, pero están avergonzados de su tamaño, y hombres con penes menores que el promedio para los que el tamaño no es un problema”. Finalmente, “el BaPS puede formar parte del diagnóstico y podría correlacionarse con la frecuencia de conductas de evitación, por ejemplo de situaciones sexuales o de búsquedas de reaseguramiento, como comparar el tamaño del pene con el de otros, o estrategias compensatorias, como el uso de objetos para aumentar el volumen del área genital”.
Si bien el cuestionario todavía no se aplicó a grandes poblaciones, los científicos señalan que, en su muestra, “los que estaban preocupados o disconformes con el tamaño de su pene tenían más probabilidad de ser de más edad, homosexuales o bisexuales. En comparación con los hombres heterosexuales, los homosexuales están en mayor riesgo de disconformidad con su cuerpo; también están expuestos a más oportunidades de comparar su tamaño con el de otros hombres”.

Un estudio científico desmitifica la maldad del café y la bondad del té

Sin embargo, la creencia popular esconde algo de cierto, no por las sustancias que cada una de estas bebidas lleva en su ADN, sino por los hábitos de vida que van asociados a cada una de ellas

/
Ni el café es el diablo, ni el té un angelito inocuo. Un estudio realizado por la Sociedad Española de Cardiología (SEC) echa por tierra el mito que asegura que el café resulta perjudicial para el corazón y entierra la creencia de que el té es más saludable para este órgano.
Se trata de una leyenda urbana, aunque la creencia popular esconde algo de cierto, no por las sustancias que cada una de estas bebidas lleva en su ADN, sino por los hábitos de vida que van asociados a cada una de ellas. Así, por ejemplo, según las conclusiones de la cardióloga del Hospital de La Paz de Madrid, Almudena Castro, los consumidores de la popular bebida británica de las cinco de la tarde suelen estar más delgados y acostumbran a hacer más deporte. Mientras, los seguidores del fruto del cafetal son fumadores y beben más alcohol, sobre todo al ingerir un carajillo.
Según se desprende del estudio de la SEC, los consumidores de café «tienden a tener un peor perfil» de riesgo cardiovascular en comparación con los de té. Así, más de la mitad de las personas encuestadas para el trabajo científico que beben café también fuman. Y el tabaco sí que es el enemigo público número uno para el sistema cardiovascular. Según Enrique Galve, presidente de la sección de riesgo vascular y rehabilitación cardiaca de la SEC, fumar puede provocar insuficiencia cardíaca, una enfermedad que calificó de «terminal» y que es «la más grave» de todas las relacionadas con el corazón. En cambio, según el estudio, los que toman té practican más deporte en comparación con los primeros y por esta razón surge la idea de que es un producto saludable.
Alerta por las bebidas energéticas
Al margen de cafés y tés, sobre lo que no tienen dudas los expertos en el cuidado del corazón es de la eficacia de la fruta para la vida saludable. Según un estudio elaborado por la Universidad de Oxford, las personas que consumen de manera regular fruta reducen entre un 25% y un 40% el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular.
Mientras, otro estudio presentado durante el congreso que se celebra en Barcelona pone el toque de atención sobre las bebidas energéticas, que para nada son inocuas, según el cardiólogo de la Policlínica Gipuzkoa de San Sebastián, Eduardo Alegría. Así, un trabajo científico firmado por la Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria alerta de los efectos negativos de estas bebidas, que los jóvenes toman como sustituto o complemento del alcohol, ya que pueden provocar, en un consumo de grandes cantidades, taquicardias, temblores, ansiedad, palpitaciones o dolor de cabeza.