jueves, 4 de septiembre de 2014

José Ramón González-Juanatey / Cardiólogo

“La enfermedad cardiovascular es prevenible casi en el 90% de los casos”

El presidente de los cardiólogos españoles asegura durante el congreso europeo de la especialidad que los recortes ya han hecho mella en la salud de la población

El presidente de la Sociedad Española de Cardiologia, José Ramon Gonzalez-Juanatey, a la entrada del congreso de Cardiología en Barcelona. / Consuelo Bautista
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Pasarán años antes de que Barcelona, o cualquier otra ciudad española, vuelvan a acoger el mayor escaparate de la cardiología mundial, el congreso de la Sociedad Europea de Cardiología. Tener en casa a sus 30.000 asistentes y sus 4.500 contribuciones científicas sobre enfermedades cardiovasculares es motivo de orgullo para el presidente de la Sociedad Española de Cardiología, José Ramón González-Juanatey (A Coruña, 1956), jefe de servicio del Hospital de Santiago (CHUS).
Pregunta. ¿Cuáles son los grandes avances que se presentan en este congreso?
Respuesta. En prevención, se consolida el concepto de que la enfermedad cardiovascular es prevenible casi en el 90% de los casos con cambios en el estilo de vida y corrección de los factores de riesgo. Se han presentado novedades, por ejemplo, sobre el papel de la dieta como forma de evitar el sobrepeso, la diabetes o la hipertensión. Hay un estudio sobre la presencia de verduras y legumbres que puede llegar a cambiar la recomendación de cinco porciones al día, para aumentarlas. También se ha hablado de la sal y de la importancia de regular por ley la cantidad que contienen los alimentos. No sabemos por qué en España se ha parado esa regulación. Y hemos puesto un foco importante en la mujer, en nuevos datos relativos a cómo les afecta el estrés sociolaboral.
P. ¿Qué novedades hay en tratamiento?
R. Seguro que el congreso de Barcelona se va a recordar como el de la insuficiencia cardiaca, tercera causa de muerte entre las enfermedades cardiovasculares. Ya veremos cómo se aplica a los pacientes, porque aún le queda un largo recorrido, pero por primera vez en 10 años disponemos de un fármaco que es una auténtica novedad en este campo. También ha habido novedades sobre el colesterol. Es fascinante porque por primera vez se usan anticuerpos monoclonales en cardiología para reducir el colesterol, en un fármaco que lo reduce en un 60% y es seguro. Nos queda ver en qué pacientes se va a aplicar, porque probablemente sean fármacos caros. ¿Cuáles serán los prioritarios? Los que tienen una enfermedad genética que se llama hipercolesterolemia familiar, que tienen un riesgo muy elevado, y probablemente algunos con mucho riesgo de sufrir nuevas complicaciones, que han tenido uno o varios infartos pese a estar tratados con estatinas. Hay estudios también con prótesis aórticas percutáneas que no necesitan cirugía, las TAVI, y nuevos datos sobre stents bioabsorbibles, que desaparecen de la pared de la arteria.
P. ¿Qué papel tiene la investigación española en este congreso?
R. Muy importante. Es el cuarto país en contribuciones científicas.
P. ¿A pesar de la crisis?
R. El sistema sanitario y educativo público español, que es de donde proceden más del 90% de las contribuciones científicas españolas de este congreso, sigue siendo un motor de la investigación cardiovascular y, a pesar de los recortes, sobre todo en salarios, los cardiólogos e investigadores españoles están muy comprometidos con la investigación y con generar conocimiento. Esto enlaza con lo que ha pasado con la enfermedad cardiovascular en España en los últimos 30 años. Los españoles vivimos 6,4 años más de media. De esos años que ganamos en expectativa de vida, más de cuatro se deben a avances en enfermedades cardiovasculares. Mucho ha sido por nuestro sistema sanitario público: medidas de prevención, la ley antitabaco y otras.
P. ¿Diría que la asistencia sanitaria se ha visto afectada?
R. Sí, pero creo que no excesivamente. Ha afectado al salario de los médicos, a la incorporación de las innovaciones, y sobre todo a las políticas sociales, y estas son muy responsables de lo que les vaya a pasar a pacientes de edad avanzada que ya tienen enfermedades. Mire lo que pasó en 2012. En los últimos 20 años habíamos observado una reducción continua y progresiva de la mortalidad cardiovascular en hombres y mujeres y nunca se había parado. Y de repente se para en 2012, y hay un ligero repunte.
P. ¿A qué lo atribuye?
R. No creo que eso sea por los factores de riesgo, que tendrán un reflejo más adelante probablemente. Quizá el estrés, que tiene un reflejo más agudo. El desempleo genera mucho estrés, la pobreza genera estrés. Y España ha aumentado la proporción de pacientes en el umbral de pobreza y la exclusión social, según un estudio de hace unos meses de la Unión Europea. Yo creo que el mayor impacto de esta frenada de la reducción de la mortalidad lo tiene el recorte en las políticas sociales, la práctica eliminación de las ayudas de la ley de dependencia, porque eso afecta a los más vulnerables, a su calidad pero también a su cantidad de vida. Esa sería la explicación inmediata. Por tanto, todos debemos luchar por priorizar la sanidad y la educación en este país.
P. ¿Hay riesgo de que si siguen los recortes acabe viéndose afectada la asistencia?
R. Sí, seguro. El sistema sanitario público gasta en muchas cosas que no aportan valor: consultas innecesarias, pruebas complementarias innecesarias, incluso tratamientos innecesarios. Hay que desprenderse de eso para que esos recursos puedan dirigirse a lo que aporta valor, que es la incorporación de lo que realmente es innovación --no cualquier cosa--, y sobre todo sostener la fidelidad de los profesionales al sistema, invertir en fidelizarles. Todos los elementos para hacer buena gestión clínica están dentro del sistema, no hay que buscar aventuras fuera: el sistema público tiene los mejores hospitales, instalaciones, profesionales. Incluso gestores. La gestión clínica, que ahora está tan de moda pero que es una cosa de toda la vida, debe hacerse con los recursos del sistema, dentro del sistema.
P. ¿Se refiere a la privatización?
R. Buscar medidas externas fuera es muy peligroso y todas las aventuras emprendidas hasta ahora, han deteriorado la asistencia.
P. ¿Sigue habiendo diferencias entre regiones en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares?
R. Sí. El otro día el consejero catalán decía que el riesgo depende de tu genética, de tu código genético, de tu código postal y de tus hábitos. Claro que afecta y que hay diferencias. Todo el mundo sabe que no todos los hospitales son iguales. Hay comunidades que tienen el sistema de Código Infarto y han mejorado la mortalidad de forma espectacular, como Cataluña, que la redujo un 40% en los últimos años. Todas las comunidades deberían tener programas organizados para atender a las enfermedades más prevalentes: infarto, insuficiencia cardiaca; programas estandarizados de cirugía cardiaca...
P. ¿Cómo se consigue?
R. En eso la evaluación de la calidad es crítica. Yo, si soy un paciente y mi hospital me ofrece una calidad que no es adecuada, preferiría viajar 100 kilómetros para obtenerla. Es fundamental que el sistema haga transparente la calidad de sus resultados.
P. Pero el sistema no lo es; los datos no son públicos.
R. Se dispone de ellos, pero no son públicos por ahora, no. ¿Deberían serlo? Sí, estoy convencido de que sería el mejor método para mejorar. Hay una experiencia en Ontario, Canadá, que demostró que cuando la cirugía coronaria era responsabilidad de los hospitales, la mortalidad era algo mayor de un 3%; cuando se filtró un informe medio confidencial cayó al dos y pico, y cuando se hicieron públicos los resultados, cayó al 1%.
P. Ustedes han evaluado esas diferencias de hasta el 40% más de mortalidad en infarto según la comunidad autónoma.
R. Hicimos públicos datos de 2011. Algunas comunidades nos llamaron para decir que la situación había cambiado desde entonces, que ya tenían el sistema de Código Infarto, o para decirnos que lo iban a poner. Eso demuestra que la transparencia es un motor para el cambio, el mejor estímulo para mejorar. La sociedad tiene ahora un programa para definir estándares mínimos en cardiología, como la mortalidad máxima aceptable de un programa de infarto o de cirugía cardíaca. El objetivo es conseguir esa uniformización. Ya sabemos que no todo puede ser absolutamente excelente, pero no podemos permitir que pagando los mismos impuestos los ciudadanos existan diferencias extraordinarias en la calidad.
P. Estos congresos tienen siempre una parte de divulgación. Este año la han dedicado a la muerte súbita. ¿Cree que debería enseñarse reanimación cardiopulmonar en las escuelas?
R. Sí, y además es una iniciativa de la UE. En Suecia ya se enseña entre 15 y 17 años. Los chicos de esa edad son los que tienen más probabilidad de presenciar una muerte súbita porque acompañan a sus padres y abuelos. Y se ha demostrado que la gente joven reacciona más rápido en caso de muerte súbita que los adultos.
P. ¿Sabemos lo suficiente sobre este problema?
R. En España hay unas 30.000 muertes súbitas al año. Solo recuperamos escasamente al 5%. Mucha gente sería recuperable. Es uno de los grandes retos que le quedan a la cardiología. Si tienes una enfermedad cardiovascular y te tratan bien, tu pronóstico ahora es excelente. Igual que hay extintores por todas partes, también tiene que haber desfibriladores y programas para enseñar a utilizarlos.


Al año se suicidan 800.000 personas en el mundo según la OMS

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Mujer sentado agarrándose la cabeza
Entre los 15 y los 29 años son las edades de más riesgo para cometer suicidio.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, afirmó este jueves que cada año se presentan al menos 800 mil casos de suicidio alrededor del mundo.
En su primer informe sobre el tema, la OMS señaló que el suicidio se está convirtiendo en un problema mayor de salud pública en el planeta y que debe ser afrontado por las autoridades oficiales.
En el documento entregado por la OMS también se lee que los casos de suicidio relacionados con hombres triplican a los de las mujeres y que entre los 15 y los 29 años son las edades que están en mayor riesgo.
Tres cuartos de los casos que ocurren en el mundo ocurren en países con bajo o mediano desarrollo.


César Milstein, el Premio Nobel en química que se oponía a las patentes

Observatorio Sudamericano de Patentes



"A los viejos déjennos en paz. Nada de repatriación. Promuevan a los científicos jóvenes", le dijo el premio nobel argentino al ex vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez, en abril de 2000, cuando lo invitó a regresar al país. En 1993 había rechazado el ofrecimiento del Ministerio de Salud. Los investigadores argentinos y el ministro de ciencia y tecnología, Lino Barañao, han decidido encaminarse por el rumbo de patentar los resultados de la investigación científica en Argentina, los Estados Unidos y Europa, y transferir luego esos conocimientos a empresas transnacionales, cobrando regalías. Según esta lógica, los investigadores, el Conicet y las universidades obtienen recursos para los propios investigadores y para la institución, aunque la realidad indica que las investigaciones son inducidas por las mismas empresas (norteamericanas) a las que luego se transfiere la tecnología y “la parte del león” de las ganancias.
De acuerdo con datos brindados por la Administración Nacional de Patentes, entre los años 2000 y 2006 se presentaron 87 solicitudes de patentes vinculadas con desarrollos del CONICET y se concedieron 12, pero entre los años 2007 y 2013, hubo 234 solicitudes presentadas y se concedieron 80. Estas cifras son presentadas como logros de la ciencia argentina, aunque no parece ser tan así la verdadera historia.
La cúpula que controla el CONICET y el ministro Barañao, adhirieron al sistema mundial de patentes liderado por las principales empresas extranjeras Monsanto, Pfizer, Merk entre otras, quienes crean monopolios de patentes y burbujas financieras orientando la línea de investigación a sus propios intereses, aunque haciendo ver que se trata de patentes nacionales. Lamentablemente han arrastrado a la presidenta Cristina Fernández a esta política engañosa de ciencia argentina que supuestamente generará divisas a través de regalías ( Ver video ).
¿Pero qué pensaba el Premio Nobel argentino César Milstein, ícono de la investigación en este país?
Contrariamente a lo que piensan los actuales “genios” del CONICET, Milstein luego de la obtención por primera vez de los hibridomas en 1975, no tuvo el menor inconveniente en transmitir a todos los colegas del British Medical Research Council, que se lo pidieron, los datos necesarios para que ellos, experirnentaran en la misma línea de investigación.
Milstein enviaba muestras o datos sobre su procedimiento y sólo pedía a los que los recibían que no patentas en los hibridomas obtenidos a partir de las células enviadas, y que no los cediesen a terceras personas.
Sin embargo, el 23 de octubre de 1979, HilaryKoprowski patentó la producción de anticuerpos a partir de células tumorales, y el 1 de abril de 1980, el mismo investigador patentó la producción de anticuerpos contra antígenos virales. Eso no era importante para Milstein quien no mercantilizaba los resultados de las investigaciones.
La patente de la técnica de laboratorio que permite la obtención de los hibridomas no le pertenece al descubridor de tal técnica, el investigador argentino Milstein, sino a un investigador del Wistar Institute de Filadelfia, Hilary Koprowski.
Milstein consideraba que los avances científicos tenías que ser patrimonio de la Humanidad y no para usufructo personal. “La ciencia sólo cumplirá sus promesas, cuando sus beneficios sean compartidos equitativamente entre los verdaderos pobres del mundo” afirmaba el último Premio Nobel argentino.
El concepto de conocimiento como patrimonio de la Humanidad fue sostenido en la Argentina por sus actuales autoridades hasta el resonado y fraudulento acuerdo con la transnacional Monsanto.
Milstein no pensaba en enriqueserse sino en el bien de los seres humanos: el descubrimiento de Milstein produjo un avance excepcional en el proceso de reconocimiento y lectura de células y moléculas extrañas al sistema inmunológico pues los anticuerpos monoclonales tienen la posibilidad de dirigirse hacia un punto específico y ellos permite una diversidad de aplicaciones en diagnósticos, tratamientos oncológicos y en diversos campos de la biotecnología.
En relación a los trasplantes, la utilización de los anticuerpos monoclonales permite establecer el grado de afinidad entre los órganos y los organismos receptores que resulta fundamental porque anticipa la posibilidad del rechazo del órganos a trasplantarse.
La investigación de César Milstein significó un paso trascedente en la historia de la medicina al posibilitar la fusión de los linfocitos B, que tienen una vida media limitada en la generación de anticuerpos, con las células tumorales que tienen una vida limitada, obteniendo un híbrido de acción permanente. Este hallazgo que no fue mercantilizado por el Premio Nobel significó una paso decisivo en el desarrollo de la inmunología moderna.
César Milstein murió el 24 de marzo del 2002 en Cambrigde, Inglaterra a los 74 años de edad y no será recordado por sus patentes y las ganancias de las empresas como hacen los mediocres investigadores coterráneos del Nobel, aunque si será recordado por su contribución al avance de la ciencia y su aporte a la mejora y la calidad de vida de millones de seres humanos.
* Marcos Piña es investigador argentino