sábado, 21 de febrero de 2015

ANÁLISIS

Los neandertales revientan la ley de Margulis

El hallazgo de que los neandertales dividían el trabajo por sexos se une a otros que amenazan con desplazarnos de la cúspide de la creación


Recreación de la vida de una familia neandertal en el Museo del Neandertal de Krapina (Croacia). / REUTERS

La gran bióloga Lynn Margulis, que nos abandonó en 2011, sostenía con característica mala uva que la ciencia está lastrada por el mito de la gran cadena del ser. Los humanos ocupamos el penúltimo eslabón de esa cadena, a mitad de camino entre Dios y la piedra, y eso nos garantiza el lugar especial en el cosmos que la física y la biología se empeñan en hurtarnos con cada revolución copernicana de los lunes, miércoles y viernes. Si no somos dioses, seamos al menos lo más parecido a ellos que el universo es capaz de concebir.

¿No irá una nueva estirpe de humanos, una especie de Podemos de la biología, a ocupar nuestra posición estratégica en la gran cadena del ser?
Bien. Pero entonces ¿qué hacer con los neandertales, esos tipos tan parecidos a nosotros que da grima verlos comiendo carroña? ¿No pretenderán también ellos situarse en el centro exacto de la gran cadena del ser, a mitad de camino entre Dios y la piedra? Porque, de ser así, ¿qué vendrá después, cuando nosotros ya no estemos aquí? ¿No irá una nueva estirpe de humanos, una especie de Podemos de la biología, a ocupar nuestra posición estratégica en la gran cadena del ser? ¡Eso nunca! ¡Alambradas y concertinas contra el otro, contra la fiera corrupia, contra el extranjero del tiempo!
El proceso empezó en el mismo momento en que descubrimos al neandertal. La misma cuadrilla de obreros que, excavando una mina caliza el 9 de septiembre de 1856, encontró sus huesos en la cueva de Feldhof, junto a Dusseldorf, pensó que los restos eran de un oso. Por fortuna le entregaron los 16 huesos al maestro de un pueblo cercano, Johann Carl Fuhlrott, que tenía conocimientos de anatomía y se dio cuenta en seguida de que los restos eran muy antiguos y pertenecían a un ser humano, aunque muy diferente de nosotros.
Satisfechos de su hallazgo, los obreros siguieron con su trabajo y echaron abajo la cueva Feldhof y la montaña entera junto al valle de Neander, de las que hoy solo quedan unos cuantos lienzos pintados por los excursionistas holandeses de la época. En honor al maestro Fuhlrott, es preciso señalar que aún faltaban tres años para que Darwin publicara El origen de las especies. Cabe preguntarse quiénes serían los alumnos de aquel hombre extraordinario.

Rudolf Virchow, padre de una de las más esenciales unificaciones de la biología, echó encima todo el peso de su prestigio sobre los huesos fósiles dictaminando que aquello no era más que “un idiota con artrosis”
Pero los insultos para el hombre del valle de Neander no habían hecho más que empezar con el tema del oso. Uno de los grandes científicos de la época, Rudolf Virchow, padre de una de las más esenciales unificaciones de la biología –la teoría celular, Omnis cellula e cellula, toda célula proviene de otra—, echó encima todo el peso de su prestigio sobre los huesos fósiles dictaminando que aquello no era más que “un idiota con artrosis”. Hala.
La historia se ha repetido a otras escalas en años recientes. Las evidencias de que los neandertales se cruzaron con los Homo sapiensrecién salidos de África hace unos 50.000 años han sido numantinas. El descubridor de esos cruces, el genetista de la Universidad de Chicago Bruce Lahn, no pudo publicar el hallazgo en las revistas científicas de mayor impacto, Nature y Science, porque los paleontólogos que revisaron el trabajo decidieron que era absolutamente imposible que las dos especies hubieran producido descendencia fértiles. Hizo falta una proeza tecnológica –la lectura del genoma neandertal— para zanjar la cuestión, y ni siquiera así resultó fácil.
También los indicios genéticos de que los neandertales poseían la facultad del lenguaje (el gen FOXP2) fueron recibidos con escepticismo. Acabamos de saber ahora que los neandertales dividían el trabajo por sexos, unas evidencias que se unen a los indicios de que tenían culturamanejaban símbolos y plantas medicinales y se aparearon con nosotros.
Si queremos seguir siendo la cúspide de la creación, vamos a tener que emplear a fondo esos sesos de los que estamos tan orgullosos. No vaya a ser que otra especie venga a ocupar el centro exacto de la cadena del ser, a medio camino entre Dios y la piedra, y nos vaya a robar la ley de Margulis para su uso y disfrute.

Una polémica que podría haberse evitado Hepatitis C
Enfermos de hepatitis C protestan frente al Ministerio de Sanidad.
Enfermos de hepatitis C protestan frente al Ministerio de Sanidad. CHEMA BARROSO

Buena parte del ruido que ahora se oye a cuenta de la hepatitis C podría haberse evitado. Sin embargo, el parco conocimiento sanitario que tienen los políticos, junto a su escasa percepción de lo que la gente hoy valora la salud y la medicina, no tienen parangón en nuestro país. Ha pasado muchas veces. Solo hay que recordar el comportamiento de la Administración frente a las múltiples crisis sanitarias vividas en España desde la transición. El problema actual es el virus que infecta el hígado de aproximadamente el 2% de los españoles. No es algo coyuntural, hace tiempo que es estructural.
La táctica de las autoridades, más en tiempo de crisis, es ahorrar en gasto sanitario. Ayudar a sanar no se considera, equivocadamente, una inversión rentable. Los gerentes lo que quieren es llegar como sea a fin de mes. Sin embargo, es incompresible que estratégicamente no tengan en cuenta cuánto de sus medidas de contención del gasto les pasará factura inexorablemente con el tiempo y, sobre todo, cara a las elecciones. Y tocan este año.
En la Administración central, y también en las 17 autonomías que se supone que deben estar coordinadas, pocos se percataron en 2012 que se gestaba una rápida revolución en el tratamiento de la hepatitis C. Una enfermedad que desde hace ya unas décadas afecta seriamente a muchos españoles. No hay vacuna, tiene una historia natural silenciosa durante varios lustros y en un porcentaje alto de los casos provoca daño hepático serio, cirrosis y hasta cáncer de hígado. Es la primera causa de trasplante hepático.
Hasta hace tres años, la terapia para frenar la hepatitis C consistía en el uso de dos medicamentos: el interferón y la ribavirina. El primero suele tener efectos secundarios importantes y la terapia, además de tener que administrarse muchos meses, falla en un porcentaje significativo de las veces. La llegada de nuevos fármacos, en forma de pastillas, con pocos efectos adversos, que necesitan apenas 12-16 semanas para curar definitivamente a los pacientes, ha cambiado en 180 grados el futuro de una enfermedad frecuente. Expertos de prestigio llevan tiempo afirmando que en Hepatología hacía varias décadas que no se producía un avance de esta naturaleza. Los gestores, o no leen la literatura fundamental en medicina, o si lo hacen creen que la sociedad no tiene capacidad de reacción si se restringe al máximo una terapia que cura en poco tiempo aunque -todo hay que decirlo- sea carísima. Pero también son caras las terapias del cáncer y las del VIH, y se dan. Presionan, lógicamente, los enfermos. Que ahora el PSOE y Podemos utilice al virus C como bandera frente a los oponentes para conseguir votos, y puede que de este modo los obtengan, indica hasta qué punto las administraciones sanitarias no tuvieron en cuenta que esto es lo que pasaría. Lo verán con el tiempo.


Los hispanos corren más riesgo de sufrir enfermedad hepática alcohólica

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La etnia influye en la edad de inicio y la gravedad del hígado graso, las cirrosis y las hepatitis debidas al alcohol. En los hispanos, estas dolencias desencadenan entre cuatro y diez años antes que en los caucásicos y los afroamericanos, según un estudio de la Universidad de en Davis (EE UU).

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Chupitos de tequila. / Kmeron
La enfermedad hepática alcohólica (ALD, por sus siglas en inglés) hace referencia a un amplio espectro de lesiones hepáticas, entre ellas el hígado graso alcohólico, la hepatitis alcohólica y la cirrosis alcohólica. En Estados Unidos, es una de las enfermedades hepáticas más comunes.
Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California en Davis ha revelado el papel de la etnia en la edad de inicio y la gravedad de la ALD, con resultados sorprendentes: los hispanos la sufren de cuatro a diez años antes que los caucásicos y los afroamericanos.
La ALD es la causa más frecuente de muerte relacionada con el hígado en EE UU, con cerca de 15.000 fallecimientos cada año. Afecta a individuos de todas las edades, razas y nivel socioeconómico, pero no a todos ellos de la misma manera, incluso si se consume la misma cantidad de alcohol; lo que sugiere la intervención de otros factores, como los genes o el medio ambiente.
El trabajo que se publica hoy en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research está encabezado por la investigadora Valentina Medici, quien asegura a Sinc que se ha demostrado por primera vez “que la etnicidad puede predecir la edad en la que se presenta hígado graso alcohólico y hepatitis alcohólica” y que los hispanos alcohólicos “tienden a ser más frecuentemente obesos y diabéticos que los otros grupos étnicos”.
Los hispanos alcohólicos tienden a ser más obesos y diabéticos que los otros grupos étnicos
También, los hispanos con cirrosis alcohólica tienen más probabilidad de ser hospitalizados que los caucásicos, lo que es “indicativo de una enfermedad posiblemente más grave”.
Estudio de 791 historias clínicas
Para llegar a estos resultados, Medici y sus colegas realizaron un estudio retrospectivo de todos los pacientes con ALD admitidos o controlados de forma ambulatoria en el Centro Médico de la Universidad de California en Davis entre 2002 y 2010. Después de excluir a los sujetos infectados con hepatitis B y VIH, los investigadores revisaron 791 historias clínicas que incluían las de 130 pacientes con hígado graso alcohólico, 154 con hepatitis alcohólica y 507 con cirrosis alcohólica.
"Los datos mostraron que los hispanos, en todos los estadios de la enfermedad hepática, tenían mayor indice de masa corporal (IMC) en el rango de obesidad y que en aquellos con cirrosis alcohólica había aumentado la incidencia de la diabetes tipo II y el síndrome metabólico", apunta Medici.
La coexistencia de resistencia a la insulina y síndrome metabólico que se produce con el aumento del IMC es conocida por contribuir a la lesión hepática independiente de consumo de alcohol, en la conocida como enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, si se excluye del estudio a los sujetos con obesidad y diabetes, los hispanos con ALD eran aún más jóvenes que los caucásicos. Por lo tanto, “los hispanos tienen otros muchos factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de enfermedad hepática", añade Medici.
"Es importante para los hispanos saber que los grandes bebedores pueden desarrollar ALD a una edad más joven, que la obesidad contribuye a este riesgo y que se deben tomar medidas preventivas si sus familiares o amigos tienen comportamientos de consumo de riesgo", concluye la investigadora.