martes, 3 de marzo de 2015

CORRE A MEDIRTELA


Determinan cuál es el tamaño "normal" del pene

Estudio científico
Investigadores del prestigioso King's College de Londres aseguran haber hallado cuáles son las medidas de largo y circunferencia estándar, tanto en reposo como en erección.
    Un nuevo estudio científico promete derribar una polémica eterna. Investigadores británicos presentaron este martes conclusiones sobre el tamaño considerado "normal" para el largo y la circunferencia del pene.
    Publicado en la revista especializada de urología BJU International, el informe podría resultar útil para aconsejar a las personas preocupadas por el tamaño de su sexo, a veces al punto de padecer dismorfofobia (temor desproporcionado de tener un defecto corporal) o interrogantes acerca del uso del preservativo y las dimensiones del pene.
    Con ese objetivo, el doctor David Veale del prestigioso King's College de Londres y sus colegas se basaron en una serie de estudios para establecer un esquema gráfico o "nomograma" que representa la distribución del tamaño del pene en reposo o en erección y sus variantes normales.
    Se trata de un diagrama similar al utilizado para evaluar las curvas de crecimiento (peso y talla) de los niños y las variaciones consideradas normales. Para realizar esta obra considerada de utilidad pública, los médicos británicos utilizaron 17 estudios realizados en unos 15.500 hombres, cuyo pene fue medido según un procedimiento estándar.
    Según los gráficos, el largo de un pene en reposo es de 9,16 cms, y el de un pene en reposo estirado es de 13,24 cms. El largo promedio de un pene erecto es de 13,12 cms. La circunferencia del pene, siempre en valores promedio, pasa de 9,31 cms a 11,66 cms del reposo a la erección. Por otra parte, existe una "débil" correlación entre el largo en erección y la altura de la persona, según los autores.
    Según el doctor Veale, "estos gráficos ayudarán a los médicos a tranquilizar a la gran mayoría de los hombres acerca del tamaño de su pene" dentro de los parámetros normales. Por definición, en los gráficos la mitad de los hombres se sitúan por debajo del valor promedio y la otra mitad por encima. La mayoría de los hombres observados en el estudio son caucásicos o de Medio Oriente, advierten los autores del estudio.

    J. M. Mulet: "La homeopatía es el azúcar más caro del mundo"

    Doctor en bioquímica y biología molecular, este científico valenciano intenta desenmascarar lo que él llama las pseudomedicinas en su obra 'Medicina sin engaños'


    J. M. Mulet:
    El licenciado en química y doctor en bioquímica y biología molecular, J. M. Mulet Destino
    ..
    A veces cuesta encontrar personas que hablen sin tapujos de temas ciertamente peliagudos, como podría ser el de las medicinas alternativas. Pero cuando alguien topa con la obra deJ.M. Mulet, licenciado en química y doctor en bioquímica y biología molecular por la Universidad de Valencia, se da cuenta de que está ante una de ellas. Como ya dejara entrever en su exitoso libro Comer sin miedo, este científico valenciano no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar, eso sí, con el método científico bajo el brazo, todas aquellas disciplinas que entiende que se aprovechan de la palabra ciencia para colocar sus productos en el mercado. En Medicina sin engaños lo vuelve a hacer.

    ¿Qué entiende usted por medicina alternativa?

    Se podría considerar medicina alternativa a toda aquella práctica que tiene un efecto presuntamente terapéutico que no ha superado ninguna prueba ni tiene ninguna evidencia científica detrás que la respalde.

    En el libro, usted explica que el asentamiento de las pseudosmedicinas tiene su origen en EE.UU. en el siglo XIX. ¿Pero qué ha hecho que perduren hasta hoy?

    Siempre ha habido en la sociedad una prevalencia del pensamiento mágico. Siempre ha habido personas supersticiosas, que no les gusta el número 13 o que no quieren pasar por debajo de una escalera. Y ese pensamiento mágico, que no es racional, también se puede aplicar en la medicina. Que haya un sustrato en la sociedad que todavía se aferra al pensamiento mágico, a pesar de los avances que ha habido gracias, precisamente, a la ciencia, permite ver a toda aquella gente que quiere vender algo presuntamente terapéutico que hay un nicho de mercado.

    Entiendo.

    Van cambiando las modas, van cambiando las medicinas alternativas, pero al final el efecto es el mismo: dicen que sirven para una determinada cosa, y no sirven para nada. Ahora en las farmacias tenemos productos de homeopatía. Hace 20 años lo que había eran pulseras magnéticas. Y de aquí a 20 años seguramente no habrá homeopatía, habrá otra cosa. Pero los medicamentos que sí que funcionan no están sujetos a modas.

    Usted habla de pensamiento mágico, pero también hay algo de desesperación en aquél que abraza una medicina alternativa en cierto momento…

    Así es. A parte de ser un negocio, se trata de una actividad desprovista de ética. En el libro cuento la anécdota de un grupo de pacientes de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) que escribieron un libro contando sus experiencias, y más de la mitad habían ido a Perú, Alemania o China a hacerse una operación con células madre, una intervención que tenía un coste de entre 3.000 y 6.000 euros. Y todos volvieron peor de lo que estaban. No hay ninguna operación que sane la ELA.

    Steve Jobs quizás haya sido una de las víctimas más conocidas del discurso de estas pseudomedicinas.

    Él es un ejemplo de que el cáncer no se cura con frutas. Pero hay muchos Steve Jobs anónimos. Cuando presenté el libro en Valencia, se me acercó un hombre que me explicó que su hijo con leucemia había abandonado la quimioterapia para ponerse en manos de una persona que practicaba medicina natural, pero que ni tan siquiera era médico. Y de casos de este tipo se ven cada día.

    ¿Las pseudomedicinas son igual de ‘efectivas’ como lo podrían ser los placebos?

    Efectivamente. La única efectividad que pueden tener, como mucho, es la de un placebo. ¿Y sabe por qué? Porque si tuvieran una efectividad superior ya no serían pseudomedicinas, serían medicinas.

    Leyendo el libro, uno se da cuenta de que el psicoanálisis, y en consecuencia Freud, no sería mucho de su agrado…

    No es del agrado de ningún psicólogo serio. El método científico se basa en observar un fenómeno, elaborar unas hipótesis, llevar a cabo los experimentos correspondientes y confirmar o descartar dicha hipótesis. Si los experimentos confirman una hipótesis estableces una ley, y si no, vuelves a empezar.

    Cosa que no hizo Freud…

    Él era un escritor muy prolífico, muy imaginativo, que hablaba de cosas novedosas, muy transgresoras para su época, pero que nunca llevaba a cabo experimentos. En el mismo momento en el que se le ocurrían las cosas, las iba publicando. ¿Qué pasa? Que cuando se han hecho posteriormente experimentos, muchas veces se han descartado las ideas de Freud, y se ha visto que de su obra prácticamente nada es aprovechable.

    ¿Y la homeopatía qué? ¿Se basa en el método científico?

    Es el azúcar más caro del mundo. Parece que lo haya cosechado el mismo Fidel Castro [risas]. Muchas pseudomedicinas intentan encontrar su nicho de mercado como algo alternativo, pero la homeopatía intenta hacerse pasar por medicina. Tienes unos paquetes que son iguales que los de los medicamentos, con prospectos similares a nivel visual, pero con la salvedad de que nunca hablan de efectos secundarios, de que no tienen la autorización ministerial, etc. Tampoco se guían por la ley del medicamento.

    Suena raro…

    Son pastillas de azúcar que pueden costar hasta 15 euros. En un medicamento de verdad, pasados 20 años la patente caduca y se puede hacer un genérico. ¿Tú has visto algún genérico homeopático? ¿Cuándo caducan las patentes para hacer más baratos sus medicamentos? Nunca.

    ¿Y por qué no actúa la administración?

    En este caso de la homeopatía, porque hay muchos médicos involucrados. Si tú vas a congresos médicos siempre hay una sección financiada por Boiron [empresa que comercializa productos homeopáticos]. Y si entras en webs de colegios médicos oficiales, hay una sección de medicinas alternativas, que básicamente es homeopatía o acupuntura. ¿Por qué lo hacen los médicos? Pues alguno lo hará porque se lo cree, mientras hay otros que no se lo creen pero no quieren problemas.

    Entiendo.

    Hay otros colectivos que sí han actuado. Por ejemplo, el Consejo General de Enfermería con el tema de las doulas. ¿Y por qué? Porque algunas de estas doulas estaban cobrando 1.800 euros por sus servicios. Pero curiosamente, este mismo consejo, con otras disciplinas como el reiki, cuando sus colegiadas han sido las que lo practicaban no han dicho nada.

    Habando del reiki, usted dice que esta disciplina, la medicina tradicional china y la medicina ayurvédica son lo mismo pero con diferentes orígenes y nombres.

    Normalmente, la medicina general china supone ponerte en manos de una persona que tiene un concepto de medicina en el que los virus no existen, ni tampoco los microbios. Y es que ambos se descubrieron mucho después. No hay que olvidar, sin embargo, que en China, cuando una persona está enferma va al médico.

    Usted también incluye dentro del concepto pseudomedicina a la naturopatía.

    La idea de medicina natural ya es muy extraña en sí misma. La medicina es una actividad humana, los animales no practican la medicina. La naturaleza no tiene interés en cuidarnos.

    Pero sí hay plantas medicinales…

    Es verdad. Hay plantas que tienen compuestos activos de los cuales se extraen medicamentos. Pero una planta no está hecha para cuidarnos. Que de una planta se extraiga un fármaco es una casualidad, porque pueden tener cosas que sean buenas para la salud y otras malas. Lo bueno es extraer el compuesto de la planta para administrar la dosis adecuada, y no intentar tratar una enfermedad, sobre todo si es grave, a base de plantas. Para empezar, no sabes la dosis que estás dando. Además la planta puede tener otros compuestos que interfieran.

    La quiropráctica es otra actividad que a usted le chirría…

    En el libro cito un estudio serio que se hizo en Inglaterra en el que se habla de lesiones debidas a manipulaciones quiroprácticas, y hablo de lesiones graves. Hacen manipulaciones, por ejemplo, del cuello, moviéndolo más allá de la capacidad de extensión que tiene, y pasa lo que pasa.

    Nada que ver, sin embargo, con la fisioterapia.

    La fisioterapia es una disciplina seria. La quiropráctica es una cosa que se inventó un señor que se llamaba Daniel David Palmer que decía que podía curar todos los problemas de salud manipulando la columna. ¡Pero todo tipo de problemas!: desde un cáncer, hasta una sordera, pasando por un problema de corazón.

    Por todo lo que ha explicado, podemos concluir que para usted las pseudomedicinas no son inocuas.

    Nunca son inocuas, ya sea por acción o por omisión. Y a veces, no hacen daño a la salud, pero sí a la cartera. Hay mucha gente que padece una dependencia emocional y se gasta una gran cantidad de dinero. Y todo ello, en el mejor de los casos, para conseguir un efecto como el de un placebo.

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    #Llegatardismo, el mal de la impuntualidad

    ¿Podemos hacer algo para dejar de llegar tarde a todas partes?

    .Doc apurando el tiempo en 'Regreso al futuro'
    Doc apurando el tiempo en 'Regreso al futuro'


    La persona impuntual, ¿nace o se hace? ¿Existen diferentes tipos de impuntualidad? ¿Somos cada vez menos puntuales, en la era del whatsapp? ¿Puede un país ser poco dado a la puntualidad? Y, sobre todo, ¿existe cura para esta enfermedad? Estas cuestiones, que desgranamos a continuación, sólo parecerán livianas a los afortunados que no conviven o trabajan con un llegatardista. Para el resto, cualquier ayuda es poca.
    ¿El llegatardista nace o se hace?
    La pregunta de partida es irresoluble en el contexto de este artículo (la sugerimos, eso sí, para la próxima convocatoria de Selectividad), pero hay un matiz importante con el que respondemos, de paso, otra de las cuestiones: nacer en un país como España no ayuda. Este es un país donde la falta de puntualidad no está mal vista, donde uno llega sistemáticamente tarde a las reuniones con amigos porque, si no lo hace, será la única pardilla sola en la mesa del restaurante durante tanto tiempo que, cuando lleguen los otros comensales, es posible que ya esté piripi.
    Javier Rivero-Díaz, conferenciante y profesor en Instituto de Empresa, cree que comparado con los vecinos del norte de Europa, la puntualidad nos cuesta mucho trabajo. No obstante, cree que tan importante como el contexto cultural es el entorno del que uno se rodea. “Uno también educa a sus contactos. Así la gente acaba siendo respetuosa contigo”. Rivero-Díaz, por ejemplo, no deja entrar en clase a los alumnos que llegan un minuto tarde. “Luego me lo agradecen. Ser puntuales les será de gran ayuda en su vida personal y profesional”, asegura.
    “Penalizamos a los asistentes y nos compadecemos de los no presentes. Por supuesto que cualquiera puede no ser puntual a causa de un imprevisto. El problema surge cuando se convierte en un hábito y mostramos una falta de compromiso, cuando no de respeto”, apunta Daniel Aguayo, experto en productividad personal.


    Harold Lloyd en 'El hombre mosca'
    ¿Existen diferentes tipos de tardones?
    En su libro titulado Never be late again (que podríamos traducir como "Nunca llegues tarde de nuevo"), la consultora estadounidense Diana deLonzor clasifica a los tardones en siete categorías, aunque advierte de que lo habitual es pertenecer a dos o más al mismo tiempo:
    • Los distraídos. A esta categoría pertenece el amigo que te felicita por tu cumpleaños un par de semanas después, que va a coger un avión el día que no es o que pierde una consulta médica porque se equivoca de fechas.
    • Los que apuran hasta el último momento. Las personas de este grupo juran y perjuran que son más productivas si se encuentran bajo presión. A veces es difícil motivarlos si no hay algún tipo de crisis de por medio.
    • Los productivos. Son los que desean maximizar el tiempo hasta extremos imposibles, y que utilizan el “pensamiento mágico” que consiste en infravalorar la cantidad de tiempo que verdaderamente lleva completar las tareas pendientes. Como odian malgastar el tiempo, se organizan de forma que vayan a emplear cada segundo de cada minuto aunque sea a costa de hacer esperar a los demás.
    • Los que nunca admiten su falta y saltan de excusa en excusa. Este grupo de personas vive una época dorada gracias al uso del whatsapp, que los absuelve de sus faltas una y otra vez.
    • Los que carecen de autocontrol. A esta categoría pertenecen no pocos distraídos.
    • Los que buscan hacerse los interesantes llegando tarde. Que suelen ser los mismos que apuran hasta el último momento.
    • Los rebeldes, que utilizan la falta de puntualidad como una forma de demostrar su poder. Quizá tuvieron padres que los hacían levantarse dos horas antes para llegar a tiempo a la escuela, y utilizan ahora la impuntualidad como una forma de rebelión, olvidando que los que pagan el pato probablemente ya no son los padres sino amigos y colegas que no tienen la culpa de nada.


    ¿Somos cada vez menos puntuales, en la era del whatsapp?
    Sin duda está cercano el día en que Metroscopia realice un sondeo sobre la influencia de la mensajería instantánea en la falta de puntualidad de una población. Por ahora, si nos fijamos en lo anecdótico concluiremos que whatsapp y similares son una bendición para los tardones, que cuentan con todas las facilidades del mundo para echar la culpa a otra cosa (desde el tráfico a la llamada de última hora del jefe) para lo que en realidad es una falta de atención, respeto, previsión, o habitualmente, las tres cosas juntas. El consejo de Rivero-Díaz a este respecto es hacer una llamada (de voz, claro) lo antes posible, en deferencia a la persona que nos espera y para asegurarnos de que, efectivamente, la cita se mantiene.
    ¿Existe cura para esta enfermedad?
    Probablemente no. “Decirle a alguien que llega crónicamente tarde que sea puntual es como plantearle a una persona a dieta que no coma tanto”, señala DeLonzor, la autora del libro. Y, sin embargo, hay que intentarlo, so pena de quedarte sin amigos, trabajo ni perro que te ladre.
    El primer paso es reconocerlo, quizá el principal escollo. Rivero-Díaz cree que es importante reflexionar sobre el mensaje que se transmite con la puntualidad: “Que respetas a la otra persona. Que eres alguien en quien se puede confiar. Que se puede contar contigo. La impuntualidad habla de todo lo contrario”. Rivero-Díaz cree que no llegar a la hora que decimos equivale a mentir. “Viéndolo así, nos tomaremos en serio lo de cumplir”. ¿Significa esto que existe cura para la enfermedad? Aunque sea anatema entre los tardones, que invariablemente hacen oídos sordos a esta propuesta, la solución es simple: convertirse en llegaprontista. Casi nada.