martes, 31 de marzo de 2015

2 de cada 3 fumadores mueren por su hábito

Un extenso estudio australiano sobre más de 200.000 personas ha proporcionado una confirmación independiente de que hasta 2 de cada 3 fumadores morirán, si continúan fumando, por culpa de su hábito. El tabaquismo es la principal causa evitable de muerte y enfermedad en Estados Unidos y otras naciones, con más de 400.000 muertes cada año sólo en USA atribuibles al tabaquismo o a sus consecuencias. Y sin embargo, los adolescentes siguen fumando...

A medida que la corteza prefrontal continúa desarrollándose durante ese período decisivo que es la adolescencia, el tabaquismo puede alterar el curso del desarrollo cerebral y afectar al funcionamiento de la corteza prefrontal.
 
MADRID (NCYT). Los resultados del estudio, realizado por el equipo de Emily Banks, profesora en el Instituto Sax de Australia, e investigadora de la Universidad Nacional Australiana, se han presentado públicamente a través de la revista académica internacional BMC Medicine, de Biomed Central, y aportan las primeras evidencias de su tipo, a partir de una amplia muestra de la población, que muestran que la cifra de víctimas del tabaco alcanza los dos tercios.
 
Ya se sabía que fumar era malo, pero ahora todo apunta a que es peor de lo creído. Hasta hace relativamente poco, se creía que aproximadamente la mitad de los fumadores fallecían de una enfermedad relacionada con el tabaco, pero estudios realizados en épocas recientes en el Reino Unido y Estados Unidos habían elevado esa cifra mucho más, hasta el 675. El nuevo estudio realizado en Australia respalda estos alarmantes resultados.
 
El equipo de Banks ha determinado que los fumadores tienen alrededor del triple de posibilidades de muerte prematura en comparación con las personas que nunca fumaron. Ella y sus colaboradores también han calculado que los fumadores tienden a morir 10 años antes que los no fumadores.
   
 
El tabaquismo es la principal causa evitable de muerte y enfermedad en Estados Unidos y otras naciones, con más de 400.000 muertes cada año sólo en USA atribuibles al tabaquismo o a sus consecuencias. Y sin embargo, los adolescentes siguen fumando. De hecho, este hábito suele comenzar en la adolescencia, y aproximadamente el 80% de los fumadores adultos quedó enganchado al tabaco a los 18 años de edad. A su vez, por regla general los adolescentes que no tienen el hábito de fumar nunca lo adquieren en su etapa adulta.
 
Aunque muchos estudios previos ya han relacionado el consumo de cigarrillos con déficits de la capacidad de prestar atención y de la memoria en los adultos, los investigadores de la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles) querían comparar las funciones cerebrales de adolescentes fumadores con las de adolescentes no fumadores, dedicando especial atención a la corteza prefrontal, el área del cerebro que guía "las funciones ejecutivas", como la toma de decisiones, y que todavía está en desarrollo estructural y funcional durante la adolescencia.
 
Los autores de la nueva investigación han encontrado una correlación inquietante: Cuanto mayor era la adicción del adolescente examinado a la nicotina, menos activa era su corteza prefrontal, lo que indica que el hábito de fumar puede afectar a las funciones cerebrales.
 
El hallazgo no es, evidentemente, una buena noticia para los fumadores, tal como apostilla la psiquiatra Edythe London, coautora del estudio y profesora en el Instituto Semel de Neurociencias y Comportamiento Humano de la Universidad de California en Los Ángeles.
 
A medida que la corteza prefrontal continúa desarrollándose durante ese período decisivo que es la adolescencia, el tabaquismo puede alterar el curso del desarrollo cerebral y afectar al funcionamiento de la corteza prefrontal.
 
Un desarrollo inusualmente lento de la corteza prefrontal está considerado como una de las causas de mala capacidad de toma de decisiones en los adolescentes.
 
Tal efecto puede influir en la capacidad de los jóvenes a la hora de tomar decisiones racionales con respecto a su bienestar, y entre ellas está la de dejar de fumar.

Entrevista a Néstor Braunstein: “La psiquiatría se burocratizó y se abstiene de entender el dolor”

A Fondo.Se impuso una visión de lo mental que etiqueta a las personas y alimenta a la gran industria farmacéutica. El dispositivo psiquiátrico aparece, así, deshumanizado.



Para Néstor Braunstein, un reconocido psicoanalista argentino que durante las últimas cuatro décadas trabajó en México, el sistema psiquiátrico, a través del influyente manual elaborado por los especialistas norteamericanos, se desentiende del sufrimiento humano. Y etiqueta a las personas. Esa etiqueta es la marca de la introducción del sujeto en la clasificación y cada una de esas etiquetas es un estigma. Una persona se reduce a “bipolar”, “esquizofrénico”o “borderline”.
¿Enfermedad o trastorno mental son sinónimos?
Enfermedad es un término que de la medicina. Para hablar de enfermedad hay que tener una idea de la causa (etiología), de la transformación anatómica y funcional del órgano (patología), de los órganos afectados y de los mecanismos que producen los síntomas. Para toda enfermedad hay pruebas biológicas más o menos certeras que permiten afirmarla o descartarla: exámenes de laboratorio, radiografías, electros, biopsias. En el campo de las llamadas “enfermedades mentales” no hay una sola prueba diagnóstica que correlacione los “síntomas” con las alteraciones que se diagnostican. Si alguna aparece, como en la epilepsia o en la enfermedad de Alzheimer, el problema ya no encuadra en la psiquiatría sino en la neurología. Por eso la Organización Mundial de la Salud habla de “enfermedades” con excepción de lo “mental”, donde se habla de “trastornos” o disorders (que no es lo mismo).
¿Qué es un “desorden mental”?
La psiquiatría se ocupa de trastornos, lo que significa invertir el orden regular de algo. Es distinto del “desorden” que no es la inversión sino el desarreglo, el salirse de las reglas, ¿pero las reglas de quién, quién decide qué es lo regular? El criterio no procede de la medicina sino de la sociología, de lo que se considera normal o anormal como conducta o como estado mental de alguien a quien se diagnostica.
¿No habría enfermedad mental?
Por más que se acostumbre hablar de “enfermedad mental”, esas palabras no pueden juntarse. Por ejemplo, hasta 1977 la homosexualidad lo era pero ese año se resolvió por votación entre los psiquiatras de los EE. UU., por una estrecha mayoría, que dejaba de serlo. Solo por un abuso de lenguaje se traslada la supuesta “anormalidad” a un campo que le es extraño: el de la medicina, pues psiquiatría significa “medicina de la psique o del alma”.
¿Qué es el DSM-5?
El DSM5 es la quinta versión del Manual de Diagnóstico y Estadísticas que elabora un comité de expertos de la Asociación Psiquiátrica de EE. UU. Con gran compromiso con la industria farmacéutica, tiene interés en ampliar la cobertura de “trastornos” y reducir los umbrales para que la “depresión”, la “ansiedad”, la indocilidad de los niños, etc. sean considerados como “trastornos” que requieren “tratamiento”. A mayor número de diagnósticos, mayor número de recetas.
¿Qué influencia tiene el DSM-5?
El DSM-5 extiende el sistema clasificatorio al mundo entero. Se lo tiene como un paradigma científico, se traduce e influye sobre la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS.
¿Qué críticas se le puede hacer?
Lo elaboran expertos ligados a la industria farmacéutica. No se definen criterios objetivos para el diagnóstico y no se tiene la menor idea de patología. Ejerce un poder sobre los presuntos anormales para corregirlos y devolverlos a la “salud” entendida como “normalidad”. Y este Manual sirve para uniformar el pensamiento y la práctica de los miembros del dispositivo “psi” eludiendo lo que se sabe acerca de porqué la gente sufre. Las personas padecen no porque estén enfermas sino porque tienen que vivir en situaciones de violencia real, simbólica e imaginaria que empujan a la formación de síntomas.
¿Qué son síntomas y trastornos?
Síntomas son las mejores respuestas que cada uno ha podido encontrar para enfrentar las dificultades de la vida en la sociedad. El especialista no puede prescindir de la relación del sujeto con el mundo, no debe limitarse a “diagnosticar” según el sistema clasificatorio que le han dado y a “tratar” sin escuchar lo que el paciente tiene para decir sobre el sufrimiento que le afecta.
¿Cómo se clasifica o etiqueta a una persona con padecimientos?
El sistema para “diagnosticar” consiste en entrevistas sumarias y en la aplicación de cuestionarios que el sujeto debe responder marcando como “sí” o “no” y como “mucho-poquito-nada” una serie de diez a quince alteraciones. La psiquiatría se ha burocratizado y el saber médico se abstiene de entender el dolor. El DSM5 se desentiende de la cuestión de las causas del malestar subjetivo y se limita a “contar” los “síntomas” para llegar al diagnóstico del “trastorno”. Se cuentan los tildes y se decide que, “cuando hay x o más” de tantos tildes se padece de tal trastorno y por consiguiente se justifica la receta de una sustancia química. No es relevante cómo el sujeto va a reaccionar, cuáles son los efectos secundarios, cuáles son las posibilidades de generar estados adictivo. Se verá después.


Néstor Braunstein   es      Médico y doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad Nacional de Córdoba. Es además psiquiatra y psicoanalista. Reside en México, donde se exilió en 1974.                               Ha publicado numerosos libros, varios de los cuales fueron traducidos al portugués, inglés y francés. Entre ellos, se destacan “Psicología: ideología y ciencia” (1975), “El goce. Un concepto lacaniano” (1990 y 2006) y “Clasificar en psiquiatría” (SXXI, 2013).

IGUALITO A ESPAÑA

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