A estas alturas, sospechamos que todos nuestros lectores ya son expertos en el
beso de Singapur, la técnica que provoca superorgasmos, y habrán conseguido manejar a la perfección sus
músculos vaginales
(o los de su pareja, en caso de no disponer de unos). Así que es el
momento de profundizar aún más en el conocimiento ancestral sobre el
placer y aprender unos cuantos trucos más que les permitirán disfrutar
plenamente entre las sábanas. Algunos parecen indicados para el disfrute
femenino, otros se centran en el masculino, pero la mayoría gustarán
tanto a ellos como a ellas. Al fin y al cabo, esto no es una
competición, sino trabajo en equipo.
La técnica del alineamiento coital
Bajo
este nombre que parece sacado de un libro de ingeniería se oculta uno
de los métodos más difundidos para potenciar el placer femenino y
masculino a través de una mayor intimidad física y emocional. Consiste,
básicamente, en una variación de la postura del misionero, sólo que en
lugar de penetración, el hombre se desplaza unos centímetros más de
forma que se apoye en los hombros de su pareja y su pene estimule el
clítoris de la mujer. Las piernas de esta deben permanecer rectas
mientras que el hombre las rodea con las suyas propias, aunque cabe la
posibilidad de que ella también rodee al hombre con sus piernas. En
lugar de realizar un movimiento de dentro a fuera, como en el sexo
vaginal convencional, se realiza un movimiento de arriba abajo. Una
posición ideal para aquellas mujeres que alcanzan más fácilmente los
orgasmos de
clítoris (que suelen ser la mayoría).
Posición Yab-Yum
Una de las prácticas más habituales del
sexo tántrico,
y que también recibe el nombre de “Padre - Madre”. Teóricamente, se
basa en la polaridad genérica de hombres y mujeres que se sintetiza en
la unión sexual. En la práctica, en que la mujer se siente encima del
hombre mientras este se encuentra también sentado en una silla o en la
cama con las piernas cruzadas en posición de mariposa, de forma que sus
rostros se encuentren muy cerca uno de otro, a ser posible sincronizando
la respiración. Por una parte, esta posición permite a ambos un nivel
de intimidad difícil de alcanzar con otras posiciones; por otra, estarán
representando a
Shiva y
Sakti, las
energías divinas femenina y masculina respectivamente. Quizá sea
complicado de llevar a cabo, pero también puede hacerte sentir como un
dios.
Florentino
También conocido como
coito a la florentina o coito florentino, no tiene nada que ver con el
presidente del Real Madrid ni con el popular humorista de
El informal,
pero sí con la ciudad de Florencia. Esta técnica consiste en que la
mujer debe agarrar la base del prepucio, retirando la piel en caso de
que el hombre no esté circuncidado. Este método tiene varias funciones:
facilitar la erección del hombre, aumentar su sensación de placer al
poner al descubierto más conexiones nerviosas del pene y acelerar la
eyaculación. Además, como propone
León Robert Gindin en
La nueva sexualidad de la mujer,
esta técnica también permite al sexo femenino seguir disfrutando
incluso después del orgasmo masculino, cuando la erección ya se
encuentra en receso.
Muchas de estas técnicas se basan en retardar la explosión orgásmica todo lo posible, lo que aumenta el placer cuando esta llega
Cabalgando las olas
Imaginémonos
un surfero en una gran ola. Poco a poco, este se internará en la marea
hasta ascender poco a poco en la cresta de agua, y una vez arriba, se
verá obligado a bajar si no que la potencia de la ola le trague. Algo
semejante ocurre con esta técnica, en la que uno (en solitario o con su
pareja) intenta alcanzar el orgasmo, pero una vez este se acerca,
detiene toda la estimulación y el movimiento. Inspira profundamente y
expira mientras se estimula a una velocidad menor. Debe hacerlo
repetidas veces hasta que el clímax, más profundo y placentero, acabe
por llegar.
Coitus reservatus
Como el
lector habrá comprobado, muchas de estas técnicas se basan en retardar
la explosión orgásmica todo lo posible. El ejemplo más claro es esta
clase de continencia sexual, que se basa en retrasar la eyaculación todo
lo que se pueda manteniéndose en la fase de meseta de la relación
sexual el mayor tiempo posible. Esta técnica es conocida también como
karezza, una posible evolución del italiano
carezza (“caricia”) o del persa. Fue expuesta por la doctora
Alice Stockham en su libro
Kareeza, ética del matrimonio,
en la que consideraba el orgasmo como el final, la muerte, por lo que
también proponía la continencia femenina para desterrar el clímax como
única meta de toda relación sexual.
Postillonage
Que
suena mejor que masaje prostático, ¿verdad, hombres? No hay que
cortarse: desde hace siglos, los franceses han tenido claro que la
estimulación de la zona del perineo ha multiplicado exponencialmente el
placer masculino. Cada cual decide cuán lejos quiere llegar: los más
arriesgados dejarán introducir un dedo en su ano, mientras que los menos
avezados se conformarán con recibir suaves caricias en dicha zona, que
también funciona.
El misionero que se convirtió en mariposa
Al
igual que ocurría con el alineamiento coital, esta posición evoluciona
del archifamoso misionero. Para practicarla, la mujer debe tumbarse por
completo en la cama mientras el hombre la penetra de pie y, si es
posible, aguantando las piernas de su pareja por encima de los hombros.
Aunque pueda parecer muy incómoda, hay una buena razón para decantarse
de vez en cuando por esta posición: favorece la penetración profunda que
estimula el cuello uterino, lo que ayuda a la mujer a alcanzar orgasmos
más potentes