martes, 5 de mayo de 2015

“Los traumas de la guerra no pueden cerrarse nunca”



Entrevista a las psicoanalistas Ana Miñarro y Teresa Morandi, coordinadoras del libro “Trauma y transmisión. Efectos de la guerra del 36”
“Los traumas de la guerra no pueden cerrarse nunca”



Muertes durante la guerra de 1936 en el combate (unas 300.000), pero también lejos del frente de batalla (cerca de 200.000 personas); en torno a 20.000 republicanos asesinados en el periodo inmediatamente posterior al triunfo fascista; cárceles, campos de concentración, exilio… Las psicoanalistas Anna Miñarro y Teresa Morandi son las coordinadoras de un libro “Trauma y transmisión. Efectos de la guerra del 36, la posguerra, la dictadura y la transición en la subjetividad de los ciudadanos”, editado por Xoroi y la Fundació Congrés Català de Salut Mental. El texto trata de explicar cómo la guerra desgarró la biografía de las personas que la sufrieron, pero tuvo efectos también sobre las generaciones posteriores, hasta hoy. Según las autoras, el trauma no puede cerrarse, de manera que la huella queda indeleble. Ahora bien, existe la posibilidad de elaborar el duelo, expresar con palabras el dolor e iniciar un proceso de “resignificación”. Anna Miñarro y Teresa Morandi también explican que ante la prisión, las torturas y los campos de concentración, los principales mecanismos (psicológicos) de defensa eran la ideología y la solidaridad.
-¿Reaparecen las heridas mal cerradas, los muertos mal enterrados? ¿Es posible el olvido?
-Anna Miñarro: No, es absolutamente imposible. El recuerdo siempre retorna en estos casos, porque no ha podido hacerse el duelo. Ahora bien, ha de establecerse la diferencia entre los vencedores, que ante el fusilamiento o la desaparición de un familiar pudieron elaborar el duelo desde el primer momento. Y el caso de los vencidos, cuyos muertos están enterrados bajo las cunetas y el duelo fue imposible. 75 años sin que pueda hablarse del asunto hacen que la impunidad se convierta en una tortura.
-Teresa Morandi: No puede enterrarse bien a los muertos a quienes se ha asesinado sin juicio previo y en crímenes perpetrados con nocturnidad. Los seres humanos celebran una serie de rituales para conmemorar el nacimiento o la muerte, y así estar cerca de sus seres queridos. Esto fue imposible para más de 100.000 personas en el estado español. Todavía no los ha reconocido un estado que debería haberlos amparado.
-¿Qué aporta la mirada psicoanalítica al estudio de la guerra civil española y la posterior represión?
-AM: El terror, además de una actividad con finalidad represora, se convirtió en un método de control social y en un elemento decisivo de la forma de gobierno franquista. Se impuso el silencio como única posibilidad de sobrevivir. La imposibilidad de hablar, de pensar, de expresarse ideológicamente e incluso en relación con los afectos y las vivencias, profundizó las heridas psíquicas heredadas de la guerra. Esto impidió la elaboración de duelos y la psi(ci)catrización de las heridas. Buscamos, entonces, analizar los efectos psíquicos en la subjetividad de los ciudadanos producto de la violencia. Precisamente en el oficio del Psicoanálisis, cuestiones como sujeto, memoria, trauma y duelo tienen una importancia fundamental.
-TM: El sujeto, el ser humano, no puede pensarse sin lo social, ni tampoco puede pensarse sin el cuerpo. Es nuestro oficio escuchar estas dificultades que tiene el sujeto con sus lazos sociales. Desde hace mucho tiempo se habla de los soldados que volvieron de la primera guerra mundial o de la guerra de Vietnam, sus traumas y dificultades para enfrentarse a lo social o los maltratos que fueron capaces de infligir a otras personas. Incluso se está conociendo el suministro de drogas a soldados. Hay un documental sobre ello titulado “Drogas con receta”. Pero en el estado español no se ha hablado, en general, sobre los efectos de la guerra. Ha habido un gran desconocimiento.
-¿Qué testimonio destacaríais de vuestro trabajo de investigación?
-AM: El caso de una señora de 92 años. Nos dijo que quería hablar porque estaba a punto de morirse. Hicimos la entrevista en la comarca de El Vallés (Barcelona). El lugar al que nos dirigíamos –“El turó de la Ilussió”- no figuraba en las guías, lo buscábamos sin encontrarlo. La señora se exilió a Francia con sus hijas de dos y tres años, y su marido permanecía en el campo de concentración de Argelès-sur-mer. Me impactó mucho su testimonio. Yo no sabía que se hubieran cometido violaciones incluso dentro del estado francés (que supuestamente debería proteger a los exiliados). Esta mujer resultó violada con 20 años por el prefecto de Perpiñán, a cambio de obtener más vituallas para sus hijas. Ella vivía en una precariedad absoluta. Cuando volvieron del exilio, su marido no la dejó salir de casa.
-TM: Yo le hice una entrevista a su hija. Nos dijo que sabía que el franquismo existió y que hubo represión, pero no todo lo que estaba pasando. Al cabo de un rato nos dijo que su hijo tuvo problemas con la drogadicción, nos explicó cómo luchó para que este hijo no acabara malamente, y que ahora estaba mucho mejor. No me hablaba del nieto (que estaba allí delante) sino de su hijo. Y hablaba de él como de ese vacío que se produce a causa de un trauma. Es como si uno no tuviera el recuerdo de algo que ha pasado, pero a veces se despierta por cualquier situación (hay como una llamada al trauma) y se produce una angustia superior a la que el sujeto puede aceptar. Esto se traduce en pesadillas, escalofríos o repetición de determinados actos y situaciones que indican que algo está ocurriendo. Todo tiene que ver con el impacto terrible de situaciones muy violentas.
-¿Hay posibilidades de forjar una identidad personal y colectiva sin memoria?
-AM: Absolutamente imposible. La identidad personal se construye. Pero hay que distinguir entre las personas que no han podido construir su identidad y otros que sí la tenían constituida (una personalidad estructurada). En el exilio la identidad es una de las primeras cosas que se pierde, porque te marcan con un número e incluso te quitan el nombre. Hay además casos de cambio de nombres vinculados a la naturaleza en el mundo anarquista (Floreal, Armonía…). Hubo muchos ejemplos en el Camp de la Bota (Barcelona). Recuerdo una mujer, Armonía, a quien las monjas le cambiaron su nombre por el de Mónica.
-TM: El ser humano no es idéntico a sí mismo. En todo caso se identifica con las personas que le acogen cuando nace y las que se encuentra a lo largo de la vida. El legado de la familia, nombre y apellidos, las dictaduras se lo cargan de un plumazo. La historia de los campos de concentración con los números, o con la pérdida de identidad humana es terrible. En el Colegio de Periodistas de Barcelona se celebró una mesa redonda con el historiador Ricard Vinyes, Armonía (la mujer que te citábamos) y un nieto “recuperado” por las Abuelas de la Plaza de Mayo. Se repetían muchas de las cuestiones: les habían robado parte de su vida.
-¿Cómo se podían soportar, según los testimonios recabados, los ingresos en prisión, las torturas o el exilio? ¿Cuáles eran los mecanismos de defensa? ¿Algo parecido a lo que hoy se llama “pensamiento positivo”?
-AM: Hay muchos mecanismos de defensa. Aquellas personas con creencias más fuertes y, digamos, ideológicamente constituidas (con una ideología política), tenían una mayor capacidad de resistencia. Otro mecanismo era la solidaridad. Uno podía ser solidario, por ejemplo, a la hora de repartir el pan o quitarle los piojos a un compañero, pero teniendo en cuenta que este compañero al día siguiente podía ser torturado o estar muerto. Sabemos que el trauma es una herida profunda y difícil de de trabajar, que elabora mejor la persona que de inicio no tenía dificultades psíquicas. Se presentaban numerosos síntomas en el cuerpo y a nivel psíquico como consecuencia de la guerra, que nunca se han reconocido. Hay muchas mujeres con dolores por todas partes, que nadie vincula con una madre deprimida o vestida todo el día de negro.
-TM: La resistencia se daba sobre todo mediante la solidaridad. Porque una persona sola, en una situación tan extrema como un campo de concentración o una prisión…Esto del “pensamiento positivo” es propio de una sociedad que dice que todo está bien, y que aquí no pasa nada. El pasado tiene un peso en la población que no podemos negar. En ocasiones la gente mayor vive situaciones de descontrol, asiste al médico y éste le prescribe medicamentos. Cuando puedes hablar con esta persona o su familia, lo que aparece es la angustia. Recuerdo el caso de un señor que, en un estado ya de problemas con la memoria, le dice a sus familiares: “Que no me fusilen; miren si estoy en la lista, miren si estoy en la lista…”, Este señor no pudo sacar la tortura interior. Es muy importante hablar las cosas, aunque no de cualquier manera.
-¿Queda siempre la huella del trauma? ¿Es posible la “resiliencia”, la “resignificación” en lenguaje freudiano?
-AM: El trauma no puede cerrarse nunca. La marca es imborrable y quedará para toda la vida. Pero las personas que pueden testimoniar y ser escuchadas tienen la posibilidad de iniciar la “resignificación”. Pensaba en una señora de Vall d’Uixó, que nació en la prisión de Castellón, y que fue desterrada a Barcelona con su madre. Nos contó que había llevado al médico a la madre, ya que tenía miedo –muchos años después de la guerra- de salir a la calle por si la mataban. El facultativo le recetó un antipsicótico. Pero decidió dejar de darle a su madre la medicación, ponerle una persona para su cuidado y, sobre todo, que fuera escuchada. “Resignificar”, por tanto, quiere decir saber qué te han hecho y decidir qué hacer con ello. Poderlo hablar y, a partir de ahí, darle un sentido. Hace falta marcar la diferencia entre la “resiliencia” (de origen estadounidense) y la “resignificación”. Estamos en este caso ante una persona diagnosticada como psicótica, cuando no lo era. Se trataba de una persona (previamente sana), que a causa del maltrato recibido en la prisión y con nueve familiares fusilados, vivía con el miedo en el cuerpo.
-TM: En los Grupos de Palabra y Transmisión con diferentes generaciones se habla mucho de los bombardeos, y de lo que significaron en términos de miedo permanente y angustia. Cuando hablamos de las dictaduras y del estado de guerra, la persona convive el día entero con el terror. Eso tiene un impacto en el cuerpo, en la mente y en la relación con los demás. Por otro lado, la “resiliencia” es una palabra muy de moda, cuyo origen está vinculado a la guerra del Vietnam. Cada cierto tiempo aparecen las mismas ideas expresadas de manera diferente.
Con independencia del nombre que le demos, el ser humano convive con situaciones traumáticas. El mismo nacimiento lo es, en el sentido de que hay algo que se fractura. Nos hallamos ante procesos que afectan a la vida familiar y social, relacionados con situaciones, digamos, “excesivas”, de impacto o extrema violencia y que la persona no puede asumir. El tener la posibilidad de decir qué le ha pasado, cómo, qué siente, es una manera de dar un lugar a eso que es inexplicable. Buscar un sentido que pueda integrarse en la vida cotidiana de cada uno. Ello supone una cierta pacificación.
-¿Qué concepción de la salud mental tenía el franquismo? ¿Quedan reminiscencias en el presente?
-AM: El gran mentor del franquismo en la materia era Antonio Vallejo-Nájera, una persona formada por en la psiquiatría tradicional alemana. Está basada en la ideología de la “diferencia”, es decir, todo lo que se consideraba “diferente” (mujeres, locos, homosexuales o rojos) tenía una pésima consideración. Este tipo de psiquiatría se mantuvo durante muchos años. El problema, hoy, es que la mayoría de los psiquiatras no escuchan. No se hace, por ejemplo, una historia clínica completa como en Alemania, que incluya información sobre el contexto familiar.
Pero también a los psicoanalistas, que supuestamente somos los que más escuchamos, nos falta la formación adecuada, y también el deseo de saber, de comentar con el paciente. A algún paciente se le ha dicho: “Bueno, ha pasado ya mucho tiempo de la guerra civil”. Está todo por hacer. En la universidad tampoco se imparte la formación necesaria. Ciertamente aquella violencia de la guerra civil y la posguerra tiene efectos en el presente. Todo el mundo tiene vínculos con la violencia, tanto los que fueron represaliados como los que no.
-TM: Vallejo-Nájera fue formado en la psiquiatría nazi, donde todo el que pensaba de una manera diferente era considerado un enfermo mental, lo que constituía un estigma social. Históricamente, estas enfermedades han sido incomprendidas y tratadas con el encierro, de manera que hoy las cárceles de Estados Unidos están llenas de enfermos mentales. En cuanto a Vallejo Nájera, actualmente nos parecería ridículo. Aunque una jueza catalana, Silvia Ventura, ha escrito un libro muy interesante sobre la transmisión de pensamiento tanto en el colectivo médico como en el de la salud mental. Es un pensamiento que no se cuestiona. Por ejemplo, en las historias clínicas de las mujeres no se pregunta por la emigración (por hambre o represión política) interna. Eso implica que nunca se han estudiado los efectos psíquicos de lo que llamamos las “catástrofes sociales” (en contraposición a las naturales). Los profesionales –psicólogos, psiquiatras o psicoanalistas- tienen muy buena voluntad, pero carecen de tiempo para escuchar. Eso incluye el tiempo de formación. Si un profesional está preparado para escuchar a un paciente, lo escucha; pero si te preparas para callar lo que a una persona le pasa, le das una pastilla.
En las jornadas sobre Defensa de la Atención Pública a la Salud Mental, hemos considerado fundamental atender a las personas de otra manera. No medicando excesivamente, como está haciéndose con la población infantil, juvenil y mayor. Una de las drogas que se hacían servir para que los soldados salieran a matar sin mayores problemas eran las anfetaminas; hoy las anfetaminas están absolutamente extendidas entre la población infantil para combatir el Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad (TDH).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

EL GRAN NEGOCIO DE LAS CLINICAS Y LOS PARTEROS-PESETEROS

España no escucha a la OMS y aumenta la tasa de cesáreas hasta el 25%

La Organización Mundial de la Salud recomienda situar la tasa de cesáreas en un 10-15% para disminuir los datos mundiales de mortalidad materna y fetal. España solo cuenta con una comunidad autónoma que lo cumple.

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Un bebé nacido mediante cesárea. EFE
Un bebé nacido mediante cesárea. EFE
MADRID.- La tasa de partos por cesárea ha aumentado en España casi un 10% en los últimos diez años. El país tiene, actualmente, una tasa de un 25,25%, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad, lo que se traduce en que uno de cada cuatro niños que nacen, lo hacen por cesárea.

La Organización Mundial de la Salud recomienda situar la tasa de parto por cesárea en un 10-15% para reducir los datos mundiales de fallecimientos de las madres y de los bebés en el parto.

España, desobedeciendo a la OMS, solo puede presumir de tener una comunidad autónoma que cumpla las indicaciones de la organización: el País Vasco, que cuenta con una tasa de un 12,64%, según los datos de 2011 publicados por el Ministerio de Sanidad. Le siguen regiones como Navarra (15,98%), Asturias (16,98%), Aragón (18,65%) o Cantabria; y las que presentan las tasas más altas son Extremadura (27,49), Castilla y León (25,46) y la Comunidad Valenciana (24,51).

La OMS insiste en que solo se hagan estas intervenciones cuando sea clínicamente necesario. Pero en los países desarrollados, entre los que se incluye España, las tasas aumentan cada año. Estados como Reino Unido, Suiza o Austria presentan tasas más altas que la de España, mientras que Francia e Italia muestran tasas menores.

El hecho de que la cesárea haya pasado de ser una práctica excepcional a una operación habitual, tiene sus razones de peso. “El exceso de medicalización del parto para bajar tasas de mortalidad materna y fetal y la consideración del parto como un proceso "peligroso" en vez de un proceso normal y fisiológico” son dos causas determinantes que explican este cambio de hábitos en los hospitales, afirma A.I., exmatrona de un hospital público en Móstoles (Madrid).

“Antiguamente morían muchas madres o bebés en el parto o por complicaciones de este. Las mujeres comenzaron a parir en hospitales en vez de en sus casas para disminuir las tasas de mortalidad. Como consecuencia, el parto se medicalizó y se empezó a tratar como un proceso peligroso en vez de un proceso fisiológico. Pasamos de un extremo a otro”, cuenta a Público la exmatrona. Tratar el parto como un riesgo para la madre y para el feto es una de las razones por las cuales se “tiende a hacer cesárea a la mínima”, asegura A.I.

La exmatrona confirma que los partos por cesárea no son más seguros que los partos vaginales. “Nos han hecho creer que parir no es seguro, que un parto tiene que estar hipercontrolado por lo que pueda pasar”.

Las cesáreas son operaciones que presentan más problemas tanto para la madre como para el bebé. “Toda intervención quirúrgica entraña unos riesgos”, afirma Nuria Martínez, de la asociación El Parto es Nuestro. Nuria indica que hoy en día las cesáreas son seguras debido a la mejora de las técnicas y del material, pero aun así, esta práctica multiplica el riesgo de muerte materna por cada cuatro cesáreas programadas.

Un parto por cesárea tiene muchas complicaciones: hemorragias que pueden necesitar de transfusiones e incluso histerectomías, laceraciones en órganos como la vejiga (complicación que se produce hasta en el 2% de las operaciones), embolias, infecciones que pueden alargar el periodo de cicatrización por meses (seromas) y problemas en la lactancia”. Estos riesgos son a los que se expone una parturienta a corto plazo, sentencia Nuria.

Sin embargo, a medio y a largo plazo, los peligros son mayores. “Una cirugía abdominal provoca casi con total seguridad adherencias, que empeoran la calidad de vida y la salud reproductiva, una mayor tasa de infertilidad con cesáreas previas. Esta operación compromete tus futuros embarazos, aumenta el riesgo de implantación anómala de la placenta (placenta previa o acretismo placentario) y de rotura uterina”. Es decir, una mujer que pare mediante cesárea puede tener menos posibilidades de volverse a quedar embarazada. “Se recomienda esperar un mínimo de un año para volver a tener un bebé”, asegura A.I.


Numerosos países han comenzado políticas sanitarias de reducción de los partos por cesárea, como Brasil. EFE
Numerosos países han comenzado políticas sanitarias de reducción de los partos por cesárea, como Brasil. EFE
No solo las madres sufren las consecuencias de un parto por cesárea. Los bebés también pueden tener problemas “mayoritariamente provocados por ‘hacerlos nacer’”, dice Nuria. "Pueden ser niños no maduros por no respetar la fecha de nacimiento natural de cada uno", respalda A.I.

Además, pueden presentar problemas respiratorios y una peor adaptación a la vida extrauterina, explica la ex matrona. Nuria apoya estas declaraciones añadiendo que también los bebés pueden sufrir cortes por el bisturí en la cabeza, cara o espalda.

Los riesgos emocionales de la madre
Los ginecólogos no reciben formación de la psicología de la mujer durante las cesáreas. La educación de estos especialistas, que traen al mundo a los bebés y ayudan a la madre durante el parto, es nula en el parto por cesárea. Así lo confirma P. García, ginecólogo del hospital madrileño Gregorio Marañón.

Nuria, de EPEN, cree que los riesgos emocionales son los más infravalorados, e incluso los más desconocidos. “La mayoría de las mujeres cuando se quedan embarazadas no imaginan que el nacimiento de su hijo será en un quirófano, sin la compañía de su pareja, asustadas y vulnerables. La naturaleza ha creado un sofisticado juego hormonal para el parto”.
“Muchas mujeres se sienten descolocadas tras una cesárea. Se preguntan qué ha sucedido, porque no sienten lo que tantas veces han oído contar", explica la asociación El Parto es Nuestro
La confianza de la mujer puede verse afectada por parir mediante cesárea. Este tipo de parto puede alterar la preparación de la mujer para el nacimiento de su hijo. “Son muchas las mujeres que se sienten descolocadas tras una cesárea. Algo no termina de encajar y empiezan a preguntarse qué es lo que ha sucedido, porque no sienten lo que tantas veces han oído contar. Comienza una labor de búsqueda de respuestas que la mayoría de profesionales, familiares y amigos zanjan con frases hechas y un "no importa, ya pasó, tu hijo está bien"”, sostiene Nuria.

Sin embargo, no se puede generalizar. Las cesáreas programadas, en ocasiones, vienen a petición de las propias madres. “Hay mujeres que tienen una cesárea programada a la carta y están contentas”, dice A.I. Cuando una mujer recibe la información y es consciente de cómo va a ser su parto -respetando de esta forma su decisión- suele aceptarse sin mayor complicación, respalda Nuria.

El problema se encuentra en que a veces, las mujeres no sienten que se las tenga en cuenta en uno de los acontecimientos más importantes: el nacimiento de su hijo. “Cuando una mujer se da cuenta que no se ha atendido bien su parto o cuando hay separaciones injustificadas, surge la rabia, el miedo e incluso llegan a patologías como estrés postraumático o depresiones posparto”, asegura Nuria.

Ocasionalmente no puede programarse una cesárea y tiene que practicarse por complicaciones durante el parto vaginal. Las mujeres que sufren este cambio, también viven una mala experiencia, subraya A.I.

Inne-cesáreas: el camino más fácil
“Los estudios confirmaron que cuando las cesáreas se mantenían entre el 10% y el 15% de los nacimientos, había un descenso claro de la mortalidad. Pero una vez traspasada esa barrera no había una clara mejoría. No había pues, en la báscula riesgo/beneficio, un claro vencedor. Son por lo tanto, innecesarias”, dice Nuria.
“El médico actúa en defensa propia porque durante el parto (vaginal) puede haber dificultades y puede existir la posibilidad de procesarle", explica un ginecólogo
Las cesáreas pueden evitarse en muchas ocasiones. Sin embargo, para los médicos a veces es la solución más fácil. Pero no por comodidad, sino por la razón de no exponerse a un riesgo como profesional. “El médico actúa en defensa propia porque durante el parto (vaginal) puede tener alguna dificultad y puede existir la posibilidad de procesarle. Las demandas judiciales a los médicos han aumentado de forma exponencial pero no es un problema de comodidad del médico”, asegura P. García, ginecólogo. “El médico puede verse perjudicado por los fallecimientos de la madre o del bebé y se defiende haciendo una cesárea a la mínima”, denuncia el doctor García, que bautiza a los ginecólogos como “el colectivo médico ‘peor tratado’ por los pacientes y la justicia”.

Sin embargo, el doctor Luis Cabero Roura, presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) afirma en un su Estrategia para disminuir las tasas de cesáreas - y en un artículo de eldiario.es- que éstas son prácticas más rápidas y fáciles para los médicos. "Hoy en día una cesárea se puede realizar en menos de 45 minutos, y ya que un parto como mínimo puede durar ese mismo tiempo, pero en un momento no controlado, no es de extrañar que se opte por el camino más fácil", recalca Cabero.

En el caso de que las cesáreas sean necesarias, deben programarse de una manera adecuada, afirma el presidente de SEGO. A veces, las cesáreas son operaciones vitales porque es el parto vaginal quien pone en riesgo a la madre y al futuro bebé.

“Una cesárea programada es imprescindible si hay una placenta oclusiva total o una vasa previa (inserción anormal del cordón umbilical), si la madre sufre una enfermedad transmisible (SIDA, herpes...) o si el bebé se encuentra en transversa (con un hombro por delante)”, sostiene Nuria.

Sin embargo, no todas las cesáreas pueden ser programadas. Martínez asegura que algunas vienen tienen que hacerse de forma urgente “por un desprendimiento de placenta, un propaso de cordón o la muerte materna, tanto si se ha iniciado el parto como si no”.

A estas razones se suman las que añade A.I., matrona: "cuando el bebé está colocado de nalgas, un parto estancado o una placenta previa tiene que hacerse una cesárea de forma urgente".

¿Hospital público o privado?
No solo los profesionales médicos tiene influencia en qué tipo de parto va a practicarse a la mujer. También, el lugar que la madre elige para parir es determinante para saber si su hijo nacerá por cesárea o por parto vaginal. “Hay una abismal diferencia entre hospitales públicos y privados –además de la diferencia que se presenta entre las comunidades autónomas de España”, dice Nuria. Esta afirmación es respaldada por P. García, quien también asegura que se da una excesiva práctica de cesáreas en los hospitales privados.
Los ginecólogos creen que
la práctica de cesáreas en
los hospitales privados
es "excesiva"
“Si hay un dato que claramente apoya la idea de que las cesáreas se están practicando sin una razón médica real (como advierte la OMS), es precisamente este baile de cifras. ¿Quién puede defender que una de cada dos riojanas que elige la sanidad privada acabara en cesárea (51%), pero a unos cientos de kilómetros (en la sanidad pública del País Vasco) 7 de cada 8 embarazadas logre un parto vaginal?”, se pregunta Nuria.

La organización El Parto Es Nuestro denuncia que en los hospitales privados se practican más cesáreas. “Apreciamos un mayor interés en controlar los tiempos del parto por parte de la sanidad privada. Plantillas más cortas, organizar agendas, optimizar tiempos, que los ginecólogos puedan compaginar su trabajo en la sanidad pública y privada, requiere que los partos se programen. Puede ser algunas de las razones que están detrás, de sus abultadas cifras”, recalca Nuria.

A.I., matrona, también sostiene que las tasas se elevan por las clínicas privadas. “El cliente es el que paga y tiene mayor poder de decisión. A mí me sorprende mucho cómo un médico puede acceder a los deseos de una mujer cuando sabe que no está indicada y tiene más riesgos para la madre y el bebé”.

La elección del hospital depende de la madre, y también de su bolsillo. La diferencia del coste entre un hospital público y uno privado es considerable.

Pero también hay una gran desigualdad de precios entre las cesáreas y los partos vaginales. A.I. afirma que “mientras que un parto vaginal puede costar unos 1.500 euros, la cesárea cuesta tres veces más”.
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Numerosos países han comenzado políticas sanitarias de reducción de los partos por cesárea, como Brasil. EFE
Numerosos países han comenzado políticas sanitarias de reducción de los partos por cesárea, como Brasil. EFE
No solo las madres sufren las consecuencias de un parto por cesárea. Los bebés también pueden tener problemas “mayoritariamente provocados por ‘hacerlos nacer’”, dice Nuria. "Pueden ser niños no maduros por no respetar la fecha de nacimiento natural de cada uno", respalda A.I.

Además, pueden presentar problemas respiratorios y una peor adaptación a la vida extrauterina, explica la ex matrona. Nuria apoya estas declaraciones añadiendo que también los bebés pueden sufrir cortes por el bisturí en la cabeza, cara o espalda.

Los riesgos emocionales de la madre
Los ginecólogos no reciben formación de la psicología de la mujer durante las cesáreas. La educación de estos especialistas, que traen al mundo a los bebés y ayudan a la madre durante el parto, es nula en el parto por cesárea. Así lo confirma P. García, ginecólogo del hospital madrileño Gregorio Marañón.

Nuria, de EPEN, cree que los riesgos emocionales son los más infravalorados, e incluso los más desconocidos. “La mayoría de las mujeres cuando se quedan embarazadas no imaginan que el nacimiento de su hijo será en un quirófano, sin la compañía de su pareja, asustadas y vulnerables. La naturaleza ha creado un sofisticado juego hormonal para el parto”.
“Muchas mujeres se sienten descolocadas tras una cesárea. Se preguntan qué ha sucedido, porque no sienten lo que tantas veces han oído contar", explica la asociación El Parto es Nuestro
La confianza de la mujer puede verse afectada por parir mediante cesárea. Este tipo de parto puede alterar la preparación de la mujer para el nacimiento de su hijo. “Son muchas las mujeres que se sienten descolocadas tras una cesárea. Algo no termina de encajar y empiezan a preguntarse qué es lo que ha sucedido, porque no sienten lo que tantas veces han oído contar. Comienza una labor de búsqueda de respuestas que la mayoría de profesionales, familiares y amigos zanjan con frases hechas y un "no importa, ya pasó, tu hijo está bien"”, sostiene Nuria.

Sin embargo, no se puede generalizar. Las cesáreas programadas, en ocasiones, vienen a petición de las propias madres. “Hay mujeres que tienen una cesárea programada a la carta y están contentas”, dice A.I. Cuando una mujer recibe la información y es consciente de cómo va a ser su parto -respetando de esta forma su decisión- suele aceptarse sin mayor complicación, respalda Nuria.

El problema se encuentra en que a veces, las mujeres no sienten que se las tenga en cuenta en uno de los acontecimientos más importantes: el nacimiento de su hijo. “Cuando una mujer se da cuenta que no se ha atendido bien su parto o cuando hay separaciones injustificadas, surge la rabia, el miedo e incluso llegan a patologías como estrés postraumático o depresiones posparto”, asegura Nuria.

Ocasionalmente no puede programarse una cesárea y tiene que practicarse por complicaciones durante el parto vaginal. Las mujeres que sufren este cambio, también viven una mala experiencia, subraya A.I.

Inne-cesáreas: el camino más fácil
“Los estudios confirmaron que cuando las cesáreas se mantenían entre el 10% y el 15% de los nacimientos, había un descenso claro de la mortalidad. Pero una vez traspasada esa barrera no había una clara mejoría. No había pues, en la báscula riesgo/beneficio, un claro vencedor. Son por lo tanto, innecesarias”, dice Nuria.
“El médico actúa en defensa propia porque durante el parto (vaginal) puede haber dificultades y puede existir la posibilidad de procesarle", explica un ginecólogo
Las cesáreas pueden evitarse en muchas ocasiones. Sin embargo, para los médicos a veces es la solución más fácil. Pero no por comodidad, sino por la razón de no exponerse a un riesgo como profesional. “El médico actúa en defensa propia porque durante el parto (vaginal) puede tener alguna dificultad y puede existir la posibilidad de procesarle. Las demandas judiciales a los médicos han aumentado de forma exponencial pero no es un problema de comodidad del médico”, asegura P. García, ginecólogo. “El médico puede verse perjudicado por los fallecimientos de la madre o del bebé y se defiende haciendo una cesárea a la mínima”, denuncia el doctor García, que bautiza a los ginecólogos como “el colectivo médico ‘peor tratado’ por los pacientes y la justicia”.

Sin embargo, el doctor Luis Cabero Roura, presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) afirma en un su Estrategia para disminuir las tasas de cesáreas - y en un artículo de eldiario.es- que éstas son prácticas más rápidas y fáciles para los médicos. "Hoy en día una cesárea se puede realizar en menos de 45 minutos, y ya que un parto como mínimo puede durar ese mismo tiempo, pero en un momento no controlado, no es de extrañar que se opte por el camino más fácil", recalca Cabero.

En el caso de que las cesáreas sean necesarias, deben programarse de una manera adecuada, afirma el presidente de SEGO. A veces, las cesáreas son operaciones vitales porque es el parto vaginal quien pone en riesgo a la madre y al futuro bebé.

“Una cesárea programada es imprescindible si hay una placenta oclusiva total o una vasa previa (inserción anormal del cordón umbilical), si la madre sufre una enfermedad transmisible (SIDA, herpes...) o si el bebé se encuentra en transversa (con un hombro por delante)”, sostiene Nuria.

Sin embargo, no todas las cesáreas pueden ser programadas. Martínez asegura que algunas vienen tienen que hacerse de forma urgente “por un desprendimiento de placenta, un propaso de cordón o la muerte materna, tanto si se ha iniciado el parto como si no”.

A estas razones se suman las que añade A.I., matrona: "cuando el bebé está colocado de nalgas, un parto estancado o una placenta previa tiene que hacerse una cesárea de forma urgente".

¿Hospital público o privado?
No solo los profesionales médicos tiene influencia en qué tipo de parto va a practicarse a la mujer. También, el lugar que la madre elige para parir es determinante para saber si su hijo nacerá por cesárea o por parto vaginal. “Hay una abismal diferencia entre hospitales públicos y privados –además de la diferencia que se presenta entre las comunidades autónomas de España”, dice Nuria. Esta afirmación es respaldada por P. García, quien también asegura que se da una excesiva práctica de cesáreas en los hospitales privados.
Los ginecólogos creen que
la práctica de cesáreas en
los hospitales privados
es "excesiva"
“Si hay un dato que claramente apoya la idea de que las cesáreas se están practicando sin una razón médica real (como advierte la OMS), es precisamente este baile de cifras. ¿Quién puede defender que una de cada dos riojanas que elige la sanidad privada acabara en cesárea (51%), pero a unos cientos de kilómetros (en la sanidad pública del País Vasco) 7 de cada 8 embarazadas logre un parto vaginal?”, se pregunta Nuria.

La organización El Parto Es Nuestro denuncia que en los hospitales privados se practican más cesáreas. “Apreciamos un mayor interés en controlar los tiempos del parto por parte de la sanidad privada. Plantillas más cortas, organizar agendas, optimizar tiempos, que los ginecólogos puedan compaginar su trabajo en la sanidad pública y privada, requiere que los partos se programen. Puede ser algunas de las razones que están detrás, de sus abultadas cifras”, recalca Nuria.

A.I., matrona, también sostiene que las tasas se elevan por las clínicas privadas. “El cliente es el que paga y tiene mayor poder de decisión. A mí me sorprende mucho cómo un médico puede acceder a los deseos de una mujer cuando sabe que no está indicada y tiene más riesgos para la madre y el bebé”.

La elección del hospital depende de la madre, y también de su bolsillo. La diferencia del coste entre un hospital público y uno privado es considerable.

Pero también hay una gran desigualdad de precios entre las cesáreas y los partos vaginales. A.I. afirma que “mientras que un parto vaginal puede costar unos 1.500 euros, la cesárea cuesta tres veces más”.
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