lunes, 21 de diciembre de 2015

LOS FUMADORES SON ASESINOS INVOLUNTARIOS

Aproximadamente cada una hora mueren dos personas en nuestro país debido a enfermedades atribuibles al consumo del tabaco. Esta estadística, que arrojan las investigaciones más actualizadas, es escalofriante, y lo peor, cotidiana; en un contexto donde las enfermedades crónicas no transmisibles se han colocado como las primeras causas de muerte, y en las cuales fumar es uno de los mayores factores de riesgo.
La Organización Mundial de la Salud ha tipificado el acto de fumar como una adicción: síndrome de dependencia tabáquica en la clasificación internacional de enfermedades. “Los cigarrillos y otras formas del uso del tabaco son adictivos. Los patrones del uso del tabaco son regulares y compulsivos y ocurre el síndrome de retiro que acompaña normalmente a la abstinencia. El proceso farmacológico y de actitud que determina la adicción al tabaco es similar a aquellos que determinan la adicción a las drogas como la heroína y la cocaína”.
Lo curioso es que aunque están demostrados científicamente los numerosos daños que produce a la salud tanto esta adicción, como la exposición al aire contaminado por el humo de tabaco, cada año más de 600 000 personas pierden la vida por esta causa sin ser fumadores activos, es decir que mueren por respirar humo ajeno. Y la paradoja radica en que es justamente el consumo de tabaco la principal causa prevenible de defunción en todo el mundo.
Expertos de la Unidad Nacional de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades alertan que la exposición por corto tiempo al humo de tabaco tiene un efecto cuantificable en el corazón de los no fumadores, en tanto 30 minutos de ex­posición son suficientes para reducir el flujo sanguíneo del corazón.
Los estudios han demostrado que una hora expuesto al aire contaminado por tabaco, equivale a fumarse tres cigarrillos; y que los no fumadores que están expuestos al humo de tabaco en el hogar tienen un 25 % más de probabilidades de su­frir una cardiopatía. Asimismo, las investigaciones realizadas muestran que esta exposición incrementa hasta en un 300 % las posibilidades de que un menor padezca de neumonía y en un 35 % la de desarrollar asma.
Si bien la prevalencia global del tabaquismo en nuestro país ha disminuido, en determinados grupos de edad como los adolescentes ha aumentado el consumo de tabaco, de acuerdo con los resultados de la encuesta nacional de tabaquismo en jóvenes, entre 13 y 15 años de edad, realizada en el año 2010.
Entre las razones planteadas los jóvenes dijeron que fumar hacía que lucieran más atractivos, más de un 60 % de los encuestados piensan que fumar los hace perder peso y un 93 % cree que es dañino para la salud.
Más de la mitad de los integrantes de las familias cubanas están expuestos al humo del cigarro. Las estadísticas muestran que el 54 % de las familias cubanas, el 65 % de los niños, el 51 % de las embarazadas y el 60 % de los adolescentes están expuestos a este agente contaminante.
Es esencial entonces el papel que debe desempeñar la familia dentro del hogar, donde los más afectados son los niños. En los infantes los daños a la salud se acrecientan, dado que las sustancias tóxicas que inhalan se mantienen mayor tiempo en su organismo, según el criterio de varios especialistas.
El 15% de la mortalidad en el país se produce por el tabaquismo, lo que equivale a 13 300 personas cada año, mientras alrededor de 1 500 mueren en ese periodo por exposición al humo de tabaco ajeno. Evitar el aire contaminado por humo de tabaco es un derecho, pues no se trata de una mera molestia sino un grave riesgo para la salud.
La prohibición a fumar no cuestiona el derecho a consumir un producto legal como es el tabaco, sino que hace valer el derecho de los no fumadores a respirar aire limpio y puro; y en ese sentido existen medidas y leyes muy precisas que exigen el respeto a los no fumadores en los lugares públicos y en los centros de trabajo. Es deber de todos ayudar a cumplirlas, pues el único modo de acabar con el tabaquismo pasivo es ser plenamente conscientes del daño que nos ocasiona.