miércoles, 20 de abril de 2016

ASCO DE PAIS

LACTANCIA

Por qué la leche materna no se puede sustituir por nada

La leche humana contiene más de doscientos azúcares distintos, cuatro veces el de la leche de vaca, que ayudan a que el niño desarrolle su sistema inmuneO.

La OMS recomienda seis meses de lactancia exclusiva Consuelo Bautista
A simple vista, la leche materna puede parecer un alimento más, especialmente nutritivo, quizá, o mejor adaptado a las necesidades del bebé, pero poco más. Sin embargo, la percepción es errónea. Durante millones de años de evolución, ese líquido se ha perfeccionado para convertirse, además de en un alimento fundamental, en una vía de comunicación por el que la madre transmite a su hijo herramientas críticas para su supervivencia. Dar el pecho reduce la mortalidad infantil y las infecciones, y se ha relacionado con un menor riesgo de obesidad. Y los beneficios para la salud también alcanzan a la madre, a quien la lactancia protege frente al cáncer de mama.
La importancia de la leche materna en el desarrollo humano la convierte en un interesante elemento de estudio, pero su complejidad hace que los científicos aún no hayan sido capaces de desentrañar sus secretos. “La leche materna es tan compleja y tan rica en factores bioactivos (proteínas que estimulan el sistema inmune, proteínas antimicrobianas, anticuerpos…) que no se puede sustituir con ninguna versión artificial”, explica Thierry Hennet, investigador del Instituto de Fisiología de la Universidad de Zurich (Suiza). Hennet, que acaba de publicar una revisión sobre los esfuerzos para comprender este producto en la revista Trends in Biochemical Sciences, añade que la “producción de una fórmula infantil que incluya todos los constituyentes de la leche materna sería tan cara que nadie podría permitírsela”.
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La complejidad a la que se refiere Hennet se puede asociar a las más de 200 diferentes moléculas de azúcar que se encuentran en la leche humana, muy por encima de las alrededor de 50 que se pueden encontrar en la leche de vaca. Aunque aún no se conoce con precisión la labor de estos azúcares, se cree que una de sus funciones consiste en alimentar las bacterias que deben colonizar el intestino del bebé, que nace sin estos microorganismos que determinarán
 buena parte de su salud futura.La leche que produce la madre va cambiando para adaptarse al desarrollo del bebé. Por un lado, varía la cantidad. Al principio, cada pecho produce, de media, 450 gramos de leche diarios. Quince meses después, dependiendo de la frecuencia con que se dé de mamar, la producción diaria puede alcanzar los 200 gramos. Además, cambia la composición. Una de las funciones básicas de la leche materna es construir el sistema inmune del bebé. Esta tarea ya se había descrito en 1903 y se vinculó a la presencia de anticuerpos en la leche. Ahora se sabe también que la cantidad de anticuerpos maternos es mucho mayor durante el primer mes de vida del bebé. Después, cuando el pequeño ya ha empezado a construir sus propias defensas, el porcentaje de anticuerpos de la madre en la leche cae un 90%.
Todos estos beneficios para la salud del niño han hecho que la Organización Mundial de la Salud recomiende que el bebé se alimente del pecho de su madre durante sus primeros seis meses de vida, y después durante al menos un año más como complemento de la comida sólida. “A partir de ahí, si se quiere y se puede continuar, mejor”, apunta Nadia García Lara, responsable del banco regional de leche materna del Hospital 12 de octubre en Madrid.

Pese a reflejar la acumulación de pruebas sobre los beneficios de la lactancia, el artículo de Hennet también llama la atención sobre algunos riesgos. Algunos contaminantes presentes en el ambiente se pueden acumular en el tejido del pecho de las mujeres y transmitirse a los niños. “Se han descrito correlaciones positivas entre algunos ftalatos [unos compuestos químicos empleados en plásticos y textiles] en la leche materna y niveles alterados de hormonas sexuales en bebés de tres meses”, indica Hennet. En opinión del investigador de la Universidad de Zurich, el trabajo de los científicos para controlar este riesgo consiste en identificar los contaminantes para eliminarlos en los procesos industriales y así del ambiente y de nuestros organismos.
“Desde el punto de vista científico, la superioridad de la lactancia materna es abrumadora, pero entre los 50 y los 90 hubo una fuerte influencia de la industria láctea, que promocionó las leches artificiales”, cuenta García Lara. “Otro tema es que, pese a todos los beneficios que conocemos, que se amplían cuando se prolonga la lactancia, la lactancia materna es muy difícil y requiere mucho apoyo por parte de la sociedad”, continúa. “Aunque se están mejorando las leches artificiales, y se logre sintetizar muchos de sus componentes, su valor se encuentra en la composición global, en la interacción de sus componentes, e incluso en la genética y la flora microbiana de la madre”, añade.
Hennet concluye su trabajo reconociendo que, independientemente de las virtudes biológicas de la lactancia, no es una labor de los científicos decidir hasta cuándo debe una madre dar el pecho. Esas decisiones, afirma, "le corresponden a las familias".

La soledad aumenta las probabilidades de sufrir un ataque de corazón

El amor y la amistad no solo nos hacen sentir bien, también son fundamentales para la salud pública. Un nuevo estudio muestra que el aislamiento social incrementa alrededor de un 30% el riesgo de enfermedades cerebrovasculares y cardíacas, principales causas de mortalidad en los países desarrollados. Los autores advierten que estos resultados deberán servir para diseñar políticas sanitarias que impulsen el cuidado de las redes afectivas.
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<p>El sentimiento de soledad aumenta anualmente en los países desarrollados e influye en e estilo de vida y la probabilidad de padecer afecciones cardíacas. / Imagen: Fotolia</p>
El sentimiento de soledad aumenta anualmente en los países desarrollados e influye en e estilo de vida y la probabilidad de padecer afecciones cardíacas. / Imagen: Fotolia
La ansiedad y la presión laboral pueden estar detrás de los ataques de corazón o los derrames cerebrales. A esta lista se une ahora la falta de afecto. Una investigación añade como factores de riesgo para estas enfermedades la soledad y una mala socialización.
Los autores del estudio publicado hoy en Heart concluyen que los efectos del aislamiento social y afectivo incrementan hasta un 30% la posibilidad de sufrir un accidente cerebrovascular o padecer una enfermedad coronaria. Este porcentaje es similar al derivado de otros aspectos psicosociales, como el estrés.
"Nuestro trabajo indica que el tratamiento de la soledad y el aislamiento social puede tener un papel importante en la prevención de dos de las principales causas de mortalidad en los países desarrollados", aseguran los autores del trabajo, de la Universidad Brigham Young de Utah (Estados Unidos).

Muchas de estas personas presentaban coincidencias con las que establecer un perfil de paciente: varón, de 55 años, con hipertensión provocada por una situación personal complicada unida al aumento de la grasa corporal por el consumo de alimentos de baja calidad fuera de casa. De esta forma, los expertos infieren que una socialización positiva está directamente relacionada con un estilo de vida saludable.
Los resultados se extraen del análisis a más de 181.000 personas, seleccionadas desde 16 bases de datos de estudios previos. Los investigadores monitorizaron entre tres y 21 años cómo la nutrición o las horas de sueño afectaban a sus relaciones sociales.
Durante el análisis, detectaron 4.628 complicaciones coronarias –ataques al corazón, anginas de pecho e incluso la muerte– y 3.002 derrames cerebrales. Estos datos suponen un riesgo del 29 y 32 por ciento, respectivamente.
A pesar de estas evidencias, los autores advierten que no se puede establecer una relación causa-efecto, ya que no se deben excluir el impacto de factores no analizados. Además, destacan que la “causalidad inversa” –personas con pocas redes afectivas pero sin trastorno alguno­­– incrementa el margen de error de los resultados.
El aislamiento social afecta a la salud pública
"El cambio tan rápido en las formas de interacción interpersonal requiere de estudios que aborden cuestiones como si la socialización a través de internet puede reemplazar el cara a cara y si altera las habilidad sociales”, afirman los investigadores.

Uno de los mayores desafíos será, a la luz de estos resultados, diseñar políticas eficaces que impulsen las relaciones sociales fuera nuestras tabletas y
 smartphones. Las acciones, según los autores de este estudio, deben completarse con nuevos servicios sanitarios.Por ello, los científicos consideran que teniendo en cuenta que, en el futuro, el sentimiento de soledad entre europeos y norteamericanos irá en aumento, “la ciencia médica tiene que abordar directamente qué consecuencias tendrá en la salud física". 
"Al igual que ocurre con los cardiólogos que denuncian lo pernicioso que es, por ejemplo, fumar o las dietas altas en grasas saturadas para el corazón, se necesita aunar esfuerzos para concienciar sobre los efectos de los aspectos psicosociales”. La soledad ya se ha relacionado con otros problemas de salud graves, como carencias en el sistema inmunitario, presión arterial alta y en última instancia, la muerte prematura.
“Décadas de investigación han documentado una influencia inequívoca de la socialización en la longevidad”, concluyen.
Referencia bibliográfica:
Julianne Holt-Lunstad, Timothy B. Smith. “Loneliness and social isolation as risk factors for CVD: implications for evidence-based patient care and scientific inquiry”.Heart2016. Doi: 10.1136/heartjnl-2015-308790