viernes, 6 de mayo de 2016

"Fractura de pene": qué es y cómo se produce esta dolorosa lesión


Image copyrightThinkstock
Image captionEn realidad no es una fractura ya que este órgano masculino no tiene hueso.
Aunque no es algo de lo que se escuche hablar y no es muy frecuente, la fractura de pene es algo que puede pasar.
Los estudios indican que uno de cada 100 mil hombres sufre este tipo de traumatismo.
Sin embargo, esta lesión pasa muchas veces desapercibida porque muchos de los casos no son reportados, según Mariano Roselló, urólogo, andrólogo y director médico del Instituto de Medicina Sexual en España.
Y aunque se llame así en realidad no es una fractura ya que este órgano masculino no tiene hueso.
Lo que sí ocurre, es la ruptura de la túnica albugínea que es una capa gruesa que envuelve las estructuras internas del pene y que permite su erección.
"La fractura de pene sucede cuando está completamente erecto y al producirse genera un chasquido que recuerda el sonido de un hueso que se rompe", dijo Roselló a BBC Mundo.

Durante el coito

Se dice que entre 30% y 50% de los casos, la "fractura" se produce durante las relaciones sexuales muy fuertes.
Image copyrightThinkstock
Image captionLa posición sexual más peligrosa es la de la mujer arriba.
Según Roselló, el caso típico de fractura de pene suele producirse cuando la mujer está encima del varón durante la relación sexual y el pene se sale de la cavidad vaginal y al tratar de penetrar nuevamente choca contra la cadera de la mujer provocando que el pene se doble forzadamente.
En algunos casos el hombre sólo experimenta dolor que desaparece al cabo de un rato, pero cuando se escucha un chasquido quiere decir que se ha roto la túnica albugínea.
Según los especialistas, el peso y el control de la mujer sobre el pene erecto imposibilita que el sujeto pueda reaccionar con rapidez ante una sensación o movimiento doloroso, propio del acto sexual.
En cambio, cuando el hombre se encuentra ubicado bien arriba o bien por detrás de la mujer, se disminuyen considerablemente los riesgos de que se generen estas fracturas.
Algunos estudios indican como causa movimientos masturbatorios acelerados y bruscos sobre todo en hombres con problemas de erección, o en jóvenes que se masturban a escondidas y con temor a ser sorprendidos.
Image copyrightThinkstock
Image captionEs una fractura muy dolorosa.
También se sabe de casos accidentales como el de un joven de 32 años que fue ingresado en el Hospital Escuela de Tegucigalpa en 2014 tras haber sufrido una fractura en su pene al caerse de la cama cuando sufría de una erección nocturna.

Qué hacer

Image copyrightThinkstock
Image captionPuede traer complicaciones si no se trata a tiempo.
"Entre los síntomas característicos figuran el sonido tipo chasquido justo en el momento de la fractura acompañado por un dolor intenso, seguido de hinchazón y deformidad del miembro así como la presencia de un hematoma interior y exterior", explicó Roselló.
Es frecuente, además, que el pene se vea doblado hacia el sitio de la fractura.
El tratamiento inicial consiste en aplicar hielo, así como la utilización de analgésicos y antiinflamatorios, aunque la mayoría de los pacientes necesitan de una cirugia que repare la ruptura de la túnica albugínea
El experto aconseja actuar inmediatamente ya que las complicaciones se presentan más en aquellos que consultan tardíamente.
Entre ellas figuran: deformidad permanente del pene, curvaturas con la erección, dolor con las relaciones sexuales y hasta cuadros de impotencia.

"La salud de la mujer se ha convertido en un instrumento para controlar su sexualidad"

Entrevista a Mercedes Pérez-Fernández y Juan Gervás, autores del libro 'El encarnizamiento médico con las mujeres'
Foto: Juan Gervás
Mercedes Pérez-Fernández y Juan Gervás han ejercido la medicina durante la mayor parte de su vida en diferentes ámbitos, pero siempre han mostrado una preocupación por las cuestiones básicas de la salud femenina. Durante su vida han visto evolucionar la sanidad en una dirección que consideran equivocada respecto a la mujer. y fruto de ello es el libro ' El encarnizamiento médico con las mujeres' (Libros del Lince). Creen que se ha enfocado todo lo relacionado con ella como problemas y enfermedades cuando en realidad la mayor parte de las veces solo hay procesos vitales.
Para ellos este error de enfoque parte del concepto machista y patriarcal de la salud, cuyo modelo básico es el hombre heterosexual y que desprecia la fisiología femenina o de otras orientaciones sexuales. También intervienen el ansia de control tradicional de la mujer por parte del hombre y una vocación de explotación comercial despiadada desde las empresas de salud y farmacología.

¿Con qué fines se busca sobre explotar la salud femenina?

La salud de la mujer se convierte en capital para el control de su sexualidad y libre albedrío, de su libertad e independencia. Es una forma de biopolítica, no sólo un problema comercial. Se hace dinero, desde luego, pero el control y la 'moralina' van mucho más allá. A lo largo de la historia han sido las religiones las que establecían qué era bueno y qué malo. Sirve de ejemplo el problema de la obesidad.
¿Por qué es la mujer con sobrepeso objeto de rechazo y desagrado, de desprecio e indignidad en las consultas médicas? Por la estigmatización de la obesidad como enfermedad reprobable, que se debe a una decisión individual errónea y viciosa que va contra la salud personal y poblacional. La ideología médica patriarcal ha impuesto una visión moral de 'las gordas' como personas transgresoras y débiles, capaces de comer sólo por el placer como si eso fuera un pecado.

¿Tiende la sanidad a tratar a las mujeres como si fueran objetos comerciales?

La sanidad, privada y pública, tiene una mina en el campo femenino. La evolución ha llevado al desarrollo de conductas de auto-cuidado en la mujer en el sentido de que su vida es muy importante para sí misma y para la supervivencia de su propia prole y de la tribu. Estas conductas se manipulan para generar negocio sin más.
Por ejemplo, con los mensajes simplistas tipo "En cuatro palabras: La mamografía salva vidas", sin citar inconvenientes y problemas en torno a la prevención del cáncer de mama. También convirtiendo a la mujer en puro vientre con los "cuidados obstétricos" sin sentido, como la prescipción de ácido fólico, yodo y otros complementos minerales y vitamínicos a lo largo de todo el embarazo.
La embarazada es una mujer 'secuestrada' por la medicina y la sociedad, a la que se exige todo tipo de sacrificios sin fundamento científico

¿Por qué no se produce también este encarnizamiento con la salud masculina?

El cerebro del varón 'se baña' en testosterona ya durante el embarazo, y eso determina mucho de su conducta posterior, reforzada por la cultura y sociedad, y por el 'diluvio de testosterona' a partir de la adolescencia. El varón admite riesgos hasta morir, y buen ejemplo es su muerte prematura por excesos en violencia y por consumo excesivo de alcohol y otras drogas.
De hecho, muchas de las campañas de encarnizamiento con el varón van de la mano de la mujer, pues ella puede convencerle para que se cuide y acuda al médico por la próstata o por la disminución de los niveles de testosterona: la andropausia, que es una enfermedad inventada. 

¿Debe haber un diferente enfoque de lo que es la salud masculina y la femenina? ¿Son diferentes?

El modelo médico es varonil. De hecho, el canon es un varón joven, heterosexual, sano (o con una sola enfermedad), de clase media y culto, sobre el que se estudia el problema de salud de que se trate. Todo lo que se desvíe de ese modelo, es una especie de anomalía, sea por edad, por sexo, por situación social o por otras condiciones.
Por ello, el sistema sanitario ve y trata a la mujer como un ser vicariante que "no llega al modelo". Por supuesto, la mujer es diferente en cien cuestiones, desde las más aparentes en la biología anatómica a las bioquímicas y hormonales (toda la cuestión en torno a la fertilidad y la reproducción), sin olvidar sus roles específicos culturales y sociales, e incluso la respuesta distinta a fármacos y drogas.

Ustedes cuestionan el uso de técnicas como la congelación de óvulos con fines sociales; es decir que una mujer pueda decidir cuándo ser madre y hacerlo con óvulos jóvenes...

No estamos en contra de la congelación de óvulos por causas sociales, sino que en contra de que se haga como si fuera cuestión menor que tiene todos los problemas resueltos. De hecho, dado el bajo nivel de información con que la mayoría de las mujeres toman la decisión, consideramos que en muchos casos se produce violencia obstétrica; es decir, violencia de género y violación de derechos humanos.
Se ofrece la congelación sin información sobre la disminución de la fertilidad en la mujer, como si en lugar de congelar óvulos se congelasen vidas, como si no se precisasen procesos agresivos hormonales para la implantación y como si el embarazo fuera uno más, y el futuro de bebé similar a los demás. En el libro detallamos más nuestras objeciones. 

También aseguran que hay encarnizamiento con las mujeres durante el embarazo.

El embarazo es un estado fisiológico, no patológico. El embarazo sano en la mujer sana no requiere más que vida sana, en lo personal, familiar, laboral y social. Lo que conviene no es medicina ni médicos sino un clima familiar y laboral tranquilo y sano. Por el contrario, cada vez la embarazada es más puro vientre, una especie de 'portadora de un feto' al que debe sacrificarse.
La embarazada es una mujer 'secuestrada' por la medicina y la sociedad, a la que se exige todo tipo de sacrificios sin fundamento científico: desde revisiones constantes a pruebas diagnósticas de todo tipo, vacunas sin fundamento y cambios en la dieta sin sentido.

Además reivindican un aborto voluntario farmacológico, asesorado por un médico de cabecera y en el hogar. ¿Por qué no es así ya?

El ideal sería que todo embarazo terminase con el parto vaginal fisiológico de un niño sano. Lamentablemente, son muchos los embarazos no planificados ni deseados que acaban en aborto voluntario. Y también lamentablemente, los embarazos involuntarios son más frecuentes cuanto menor es el grado formal de educación de la mujer y cuanto menor su poder adquisitivo o clase social. Por ello, todo aborto voluntario hay que verlo, al tiempo, como un fracaso social, sanitario y educativo. 
El problema de la mujer que se plantea abortar no es sólo un problema personal sino también un drama social y un problema de salud pública, dada su frecuencia. Llegado el caso, conviene que el aborto voluntario minorice el paso de la mujer por este trauma. Hoy se puede lograr con medicamentos baratos y muy seguros, de la mano del médico de cabecera, en casa y sin cambiar rutinas.
Si ello no se ofrece es por el control social del cuerpo de la mujer, por intereses profesionales y comerciales y por la 'moralina' del sistema sanitario y legal.