Un extremeño de 112 años, el hombre más longevo del mundo
"Como yo no hay nadie", se congratula Francisco Núñez Olivera, conocido por sus allegados como Marchena
A cuatro meses de cumplir 113 años, Núñez Olivera, natural de Bienvenida (Badajoz), ha recibido con alegría el reconocimiento a este vecino de una pequeña localidad de unos 2.200 habitantes. Agricultor de profesión, siempre ha residido en su pueblo natal, se define como una persona sencilla, de vida tranquila y costumbres fijas, entre las que no faltaban, mientras podía, pasear por las calles y jugar la partida con los amigos en el bar.
Ahora, sentado en una silla de ruedas, en el comedor de una casa de anchos muros con los que puede esquivar algo el sofocante calor de este verano, a Francisco le gusta recibir visitas. Su hija intenta, no obstante, limitarlas para que su padre no se altere y se canse.
Su hija, orgullosa
"Es que le quedan menos de cuatro meses para cumplir 113 años", advierte de forma cariñosa María Antonia, que se siente orgullosa de que su padre se haya convertido en el hombre más longevo del mundo. Su buen porte de joven le valió el apodo de Marchena tras hacer el servicio militar en Ceuta vestido con un impecable traje de chaqueta y un envidiable aspecto, solo unos días después de que el conocido cantaor sevillano de mismo nombre ofreciera un concierto en Bienvenida en 1926.
Francisco Núñez Olivera, en una imagen de los años 30 /
Y también estar informado, de modo que cuando le operaron de cataratas con 98 años, Marchena volvió a leer el periódico a diario. Esa operación y otra en la que le quitaron un riñón, con 90 años, han sido las únicas veces en las que ha pasado por un hospital. Es el servidor del Ejército español más veterano del país, con dos batallas a sus espaldas: la Guerra del Rif y la guerra civil.
Un chato de vino
Su familia tiene claro el éxito de su longevidad, además de la genética (su hermano Luis, que vive en Asturias, tiene 95 años y su hermana Jacoba, que está en el mismo pueblo, ya ha cumplido los 93), "ha vivido la vida como le ha apetecido y muy sana". En su dieta, basada en las verduras y las legumbres que él mismo cultivaba en el campo y algo de chacina de la matanza extremeña, "nunca le faltaba el chato de vino, eso también".Marchena recibe "muchas cartas" de gente "de Alemania, Australia, Nueva York o México" que se interesan por él y "piden que les mande una foto", cuenta orgullosa Antonia. "Marchena, aquel hombre tan tremendo", como él mismo exclama cuando llegan familiares a verle, sigue comiendo de todo a sus 112 años, pues su falta de dentadura no ha mellado ni un ápice su apetito.
"Todavía estoy aquí". "¿Ya os vais?", acostumbra a decir a quienes le visitan y se marchan con la esperanza de que Marchena pueda celebrar un cumpleaños más el 13 de diciembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario