martes, 28 de febrero de 2017

Cuando mamá quiere abortar, pero papá no

La Justicia uruguaya enfrenta una batalla contrarreloj por la interrupción de un embarazo.

Montevideo .
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Mujeres salvadoreñas en una una protesta para exigir la despenalización del aborto en 2012. EFE
Una mujer de 24 años y su expareja han iniciado una batalla a contrarreloj ante la justicia uruguaya por un aborto. Una jueza recibió la semana pasada un recurso de amparo de un hombre que pedía suspender el proceso para abortar de su excompañera, embarazada de 10 semanas, dos menos de las 12 máximas legales para interrumpir la gestación. La jueza aceptó la petición y detuvo el trámite del aborto, una polémica decisión que divide al país.
En un fallo sin precedentes, la magistrada Pura Concepción Book, de la ciudad occidental de Mercedes, detuvo el proceso para abortar en los servicios de salud con argumentos como la protección infantil derivada de los tratados internacionales, la Constitución uruguaya y los derechos del padre. También argumentó que no se habían respetado los términos de la ley de despenalización del aborto votada en el 2012.
Junto con Cuba y Puerto Rico, Uruguay es el único país latinoamericano que autoriza la interrupción del embarazo. Pero las mujeres deben seguir antes varios trámites: notificar su decisión al médico, asistir a una reunión con una comisión interdisciplinaria que debe informarla sobre las consecuencias del aborto y esperar un plazo de reflexión de cinco días. Al término de esos pasos, el aborto está autorizado si es la voluntad de la mujer. La implicada asegura no tener ningún vínculo afectivo ni de pareja estable con el demandante, pero éste ha prometido hacerse cargo del niño que nacería de un proceso que tiene en vilo a Uruguay.
El abogado de la joven ha recurrido la decisión ante un tribunal de apelaciones y asegura que tiene todos los documentos en regla que demuestran la legalidad del proceso llevado a cabo por su defendida. La Coordinadora del Aborto Legal de Uruguay ha denunciado en un comunicado un fallo judicial que considera aberrante. Según la ley, la decisión del aborto solo corresponde a la mujer y no al progenitor, a lo que se suma el hecho de que en este caso se trata de una pareja ocasional. De acuerdo con la institución, hasta que una persona no ha vivido 24 horas naturales la ley no considera que el progenitor ejerza la patria potestad.
La organización asegura que el derecho uruguayo no contempla al no nacido como un sujeto de derecho y, por lo tanto, no se aplican los tratados de protección de la infancia. Pero la Asociación de Magistrados de Uruguay ha apoyado a la jueza y ha advertido contra las críticas que está recibiendo: “Toda acusación o queja formulada contra un juez por su actuación se tramitará según el procedimiento pertinente”, aseguraron en un comunicado.
El Colegio de Abogados también advirtió contra cualquier intervención del Ministerio de Salud para autorizar el aborto y asegura que el fallo debe ser cumplido. En medio de la batalla judicial, los plazos corren y son desfavorables a la mujer que quiere abortar. Embarazada de unas 10 semanas, los abogados del demandante agotaron hasta el último momento para responder el recurso. Ahora se abre otro lapso de tiempo para que el tribunal de apelaciones lo resuelva. Los jueces pueden tomarse varias semanas, lo que obligaría a la mujer a proseguir con un embarazo no deseado por encontrarse fuera de las 12 semanas legales. Todo depende de que la corte decida darle prioridad al caso.
La cuestión se mide en días, con los abogados de la mujer asegurando que el límite sería entre el 8 y 9 de marzo y la otra parte, apoyada por el fallo de la jueza, señalando que la fecha de las 12 semanas es el 3 de marzo. Pase lo que pase, el hombre que presentó el recurso de amparo seguirá con otro proceso ante la Corte Constitucional para que cambie la legislación y contemple los derechos del genitor desde la concepción.
Predijeron el impacto de artículos del New York Times

Tu cerebro influye para hacer un contenido viral en internet

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No todos los contenidos se transmiten de la misma forma por las redes sociales y nuestro cerebro influye en la decisión de compartir o no un artículo en internet. Una investigación de la Universidad de Pensilvania ha detectado las claves para predecir la viralidad de un contenido en la red según la actividad cerebral del lector.
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<p>La actividad cerebral puede predecir la viralidad de un contenido en internet / Prathan Chorruangsak, Shutterstock</p>
La actividad cerebral puede predecir la viralidad de un contenido en internet / Prathan Chorruangsak, Shutterstock
¿Qué es lo que convierte un contenido en viral cuando se comparte en las redes sociales? ¿Qué proceso tiene lugar en nuestro cerebro para determinar si merece la pena compartir un artículo determinado?
Dos estudiantes del programa de doctorado de la Escuela Annenberg de Comunicación de la Universidad de Pennsylvania (Filadelfia, EE UU), Christin Scholz y Elisa Baek son los autores principales de dos trabajos que, por un lado, miden la actividad cerebral al leer un artículo y, por el otro, predicen cuando ese contenido va a ser compartido en redes sociales. Los resultados se publican en las revistas Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS por sus siglas en inglés) y Psychological Science.
Compartir para mejorar nuestra imagen
Para realizar el estudio se contó con 80 personas a las que se midió la actividad cerebral, usando resonancias magnéticas funcionales, mientras leían 80 artículos publicados en el New York Times.
Los artículos seleccionados eran de asuntos relacionados con la salud (nutrición, fitness, vida saludable) y todos contaban con una extensión similar. Los participantes valoraban su interés por leerlos y compartirlos mientras los investigadores realizaban las mediciones.
Los científicos se centraron en las regiones del cerebro relacionadas con la imagen que los sujetos tienen de sí mismos y con lo que otras personas podrían pensar de esos individuos.
“La gente lee o comparte contenidos que conectan con sus propias experiencias, con su sentido de quiénes son o quieren llegar a ser”, explica una de las coautoras de ambos estudios, Emily Falk. “Comparten cosas que pueden mejorar sus relaciones, hacerles parecer más listos o empáticos”.
Los datos neuronales recogidos durante el estudio  sugieren que, cuando las personas escogen que van a leer o que van a recomendar a otros, piensan tanto en sí mismas como en los demás, mostrando los mayores niveles de actividad en estos sistemas neuronales.
“Cuando piensas en qué vas a leer y qué vas a compartir, ambos son pensamientos inherentemente sociales, y cuando piensas socialmente, sueles pensar en ti mismo y en tu relación con los demás”, dice Elisa Baek. “El mundo social y el concepto que tienes de ti mismo están entrelazados”, añade.
Predecir la viralidad
El trabajo centrado en estas mediciones se publicará en la revista Psychological Science mientras que en PNAS aparecerá la segunda fase del estudio, la que se ocupa en predecir la viralidad de esos contenidos.
Utilizando la actividad cerebral de los mismos sujetos durante la primera fase de la investigación y usando los mismos artículos, los autores predijeron la viralidad de un contenido entre el conjunto de lectores del New York Times que compartieron ese grupo de contenidos un total de 117.611 veces.
Detectaron que la actividad cerebral en las regiones estudiadas se combinaba, de forma inconsciente, generando una señal que daba un valor al artículo. Esa señal es la que predice qué vamos a compartir y qué no.
Aunque los sujetos del estudio­ –de entre 18 y 24 años, muchos, estudiantes universitarios en el área de Filadelfia– representaban grupos demográficos distintos a la media de los lectores del Times, su actividad en las áreas clave del cerebro que median el valor de los artículos coincidían con su popularidad global.
“El hecho de que esos artículos estén en la misma sintonía en diferentes cerebros implica que hay motivaciones y normas similares que pueden conducir a esos comportamientos”, cuenta Christin Scholz, otra de las coautoras.
Además, reconoce que la imagen que tenemos de nosotros mismos o de otras personas y las motivaciones para compartir esos contenidos, serán distintas según cada individuo.
Por ejemplo, alguien pensará que un artículo hará que sus amigos se rían mientras que otra persona  lo compartirá porque cree que puede ser de ayuda para que un amigo resuelva algún problema en particular.
Sin embargo, a pesar de existir motivaciones distintas, las actividades neuronales son las mismas y sirven como denominador común para varios tipos de pensamiento social y autorreferencial.
“En la práctica, si creas un mensaje que el lector cree que va a hacer que se le perciba de forma más positiva o que puede mejorar una relación, podemos predecir que la probabilidad de que ese mensaje se comparta va a crecer”, explica Scholz.
Referencia bibliográfica:
Christin Scholz, Elisa Baek, Matthew Brook O'Donnell, Emily Falk. "The Value of Sharing Information: A Neural Account of Information Transmission". Psychological Science, 2017
Christin Scholz, Elisa Baek, Matthew Brook O'Donnell, Hyun Suk Kim, Joseph N. Cappella, Emily Falk. “A Neural Model of Valuation and Information Virality”. Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), 2017