jueves, 2 de marzo de 2017

GUARROS Y MEONES

Un edulcorante confirma que la gente orina en la piscinaimprimir este contenido

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Hasta los nadadores olímpicos reconocen haber hecho pis alguna vez en la piscina. Esta práctica, además de ser una guarrería, genera unos compuestos químicos perjudiciales para la salud. Ahora, investigadores canadienses han encontrado un marcador que delata la presencia de orina en el agua: el acesulfamo-K, un edulcorante muy utilizado en bebidas y bollería industrial que expulsan, sin saberlo, los bañistas 'despistados'.

<p>Si algún usuario de la piscina se orina en el agua seguramente liberará acesulfamo-K, un edulcorante que se puede detectar. / <a href="https://www.flickr.com/photos/eventosuc3m/16032484184" target="_blank">Flickr</a></p>
Si algún usuario de la piscina se orina en el agua seguramente liberará acesulfamo-K, un edulcorante que se puede detectar. / Flickr
Diversos estudios han demostrado que compuestos nitrogenados de la orina, como el ácido úrico (C₅H₄N₄O₃), reaccionan con el cloro (Cl) de las piscinas y se producen subproductos de desinfección, como la tricloramina (NCl3), que pueden causar irritaciones en los ojos y la piel, además de problemas respiratorios.
En este contexto, científicos de la Universidad de Alberta (Canadá) liderados por el investigador Xing-Fang Li, buscaron una forma de estimar cuanta orina contiene una piscina concreta, un dato que también servirá para concienciar a sus usuarios y educarlos sobre la importancia de las prácticas de higiene durante el baño y la natación.
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El edulcorante acesulfamo-K presente en la orina se puede detectar en el agua de las piscinas. / Xing-Fang Li et al./Univ. de Alberta
Tras varios análisis, el equipo de Li encontró un compuesto que sirve de marcador de la presencia del pis: el acesulfamo-K o de potasio (ACE), comercializado como Sunett y Sweet One, y desarrollaron una técnica para identificarlo en el agua.
Se trata de un edulcorante y aditivo artificial muy utilizado en alimentos procesados ​​como chicles, gaseosas, bebidas etiquetadas como ‘sin azucar’ o ‘0%’, productos de bollería industrial, postres e incluso se añade a otros edulcorantes. Esta sustancia pasa por el tracto digestivo y se libera a través de la orina de los consumidores.
La técnica para identificar el acesulfamo se aplicó, por una parte, para analizar 250 muestras de agua en 31 piscinas y jacuzzis muy populares en dos ciudades canadienses, y por otra, un total de 90 muestras de agua de grifo limpia utilizada inicialmente para llenar esas piscinas.
El acesulfamo-K, muy utilizado en bebidas y bollería industrial, pasa por el tracto digestivo y se libera a través de la orina en el agua
Los resultados, publicados en la revista Environmental Science & Technology Letters de la American Chemical Societ (ACS), mostraron que la concentración de ACE en las piscinas y jacuzzis “osciló entre 30 y 7.110 nanogramos por litro de agua, lo que supone hasta 570 veces más que los niveles encontrados en las muestras de agua del grifo”, según señalan los autores.
Litros de orina en las piscinas
Basándose en estas concentraciones del edulcorante, los investigadores estimaron que los bañistas liberaron cerca de 30 litros de orina en una piscina de 416.395 litros, y unos 75 litros en otra de 832.790 litros (aproximadamente un tercio de la capacidad de una piscina olímpica).
Los científicos confían en que su técnica para analizar la ‘dulzura’ y la orina en el agua pueda derivar en una mayor concienciación de los usuarios de las piscinas, desanimando a aquellos con la tentación de hacer pis en un lugar inadecuado.

ASI TE COMEN EL TARRO CON LA MUSICA

El lado oscuro de las canciones “felices”: cómo la música sirve para manipular a las personas

Desde ese grito característico al inicio de la canción, hasta el contagioso acorde de la guitarra que sigue a cada parte de la letra, hacen de "I feel good", de James Brown, una receta para la felicidad.
Pudiera decirse que esta icónica pieza es una de las más alegres que se haya compuesto en todos los tiempos, capaz de acelerarte el corazón, hacerte sacudir la cabeza y alzar tu puño al aire al ritmo de la música.
Sin embargo, a pesar de todo ese jolgorio, al parecer hay algo siniestro acechando detrás de la letra pegajosa y el energético estilo de James Brown.
"En la vida real, la música es utilizada para manipular a las personas en todos los sentidos", explica Naomi Ziv, psicóloga en el Universidad de Estudios Académicos de Gerencia, en Israel.
"La música puede hacer a la gente más obediente, agresiva e incluso racista".
Estos descubrimientos recientes son un duro contraste con presunciones de larga data, incluyendo las creencias de que el rap furioso y el rock metálico, interpretado por artistas como Eminem y Marilyn Manson, pueden incitar a la violencia.
¿Qué tan peligrosa puede ser la influencia de la música?

Rap para relajarse

La psicóloga Genevieve Dingle y sus colegas de la Universidad de Queensland, en Australia, sugieren que la música como la de Manson puede ayudar a suavizar nuestros impulsos más agresivos.
En la vida real, la música es utilizada para manipular a las personas en todos los sentidos (...) ¨Puede hacer a la gente más obediente, agresiva e incluso racista"
Naomi Ziv, psicóloga
Este equipo desarrolló un experimento donde pedían a las personas que hablaran sobre una situación en la que un amigo los hubiese hecho enojar y luego les colocaban heavy metal.
Después de escuchar la música, los participantes reportaron muchas más emociones positivas, que aquellos que permanecieron sentados en silencio.
"Escuchar música extrema puede convertirse en una manera saludable para procesar la rabia de estos individuos", comenta Dingle.
Mozart, peligroso
Frente a eso, la investigación de Ziv sugiere que las canciones "fáciles de escuchar" pueden ser más peligrosas.
Por mencionar un caso, en el 2011 concluyó que la música tenía el poder de alterar el juicio moral de las personas.
Ella le pidió a un grupo de voluntarios que escucharan un comercial ficticio sobre una página web que ofrecía documentos falsos para permitir a las personas reclamar una pensión más alta.
Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption Se ha señalado que la música de Marilyn Manson incita a la violencia. Pero la investigación científica no respalda la idea.
La mitad del grupo que escuchó el comercial también oyó el alegro de "Una pequeña serenata nocturna", de Mozart, mientras que la otra mitad no tuvo música.
Entretanto, a otro grupo se le pidió escuchar otro comercial que describía cómo los participantes podían hacer trampa en un trabajo académico utilizando una página web.
Como en el experimento anterior, una mitad escuchó música (en este caso "I feel good") y la otra no.
En ambos experimentos, los que oyeron el comercial con la música de fondo se mostraron inclinados a aceptar comportamientos antiéticos promovidos en la publicidad.

Suavemente cruel

En otros estudios, publicados en la revista especializada Psicología de la Música, se reseñan experimentos donde se le pedía a los participantes cometer acciones más extremas, como ser crueles con otros compañeros.
A los individuos se les pidió completar una prueba de gramática mientras escuchaban música de fondo.
Algunos oyeron la famosa pieza de James Brown, mientras que a otros, "Suavemente", de Elvis Crespo. Un grupo de control no escuchó ninguna canción.
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Image caption Compartir una experiencia musical puede fortalecer la lealtad a un grupo.
Mientras la música todavía sonaba, los investigadores les pidieron a los participantes que llamaran a una estudiante que quería participar en el estudio para ganar unos créditos y completar el curso, y decirle que ya no podría hacerlo.
A otro grupo se le pidió decirle a una estudiante que había perdido un semestre por enfermedad que no podría tener los materiales académicos que se le habían prometido.
La mayoría de quienes no escucharon música rechazaron estas solicitudes, lo cual es obvio: a quién le gustaría hacer el trabajo sucio de otro, en especial cuando pudiera afectar la posibilidad de terminar la carrera académica de alguien.
Ziv reporta que en el primer experimento, 65% de los que escucharon música aceptaron cumplir el requerimiento que les hicieron. En la segunda prueba el número ascendió a 82%.
"Fue realmente estremecedor. Se les pedía hacer algo que implicaba herir a otra persona y muchos de ellos dijeron que lo harían", comentó Ziv.

Felicidad manipulada

¿Y qué pasa cuando las personas escuchan continuamente la canción de James Brown?
Ziv cree que la respuesta recae en lo que le ocurre a nuestra personalidad cuando estamos felices.
Cuando estás de buen humor, eres proclive a aceptar más cosas y la manera en que procesas la información que recibes es menos rigurosa"
Naomi Ziv, psicóloga
"Hay investigaciones que demuestran que cuando estás de buen humor, eres proclive a aceptar más cosas y la manera en que procesas la información que recibes es menos rigurosa".
"Las personas que están tristes suelen ser más analíticas y menos propensas a ser persuadidas", explica Ziv.
"La música de Navidad es un ejemplo perfecto de cómo las canciones alegres pueden hacer a las personas más complacientes. Hay equipos de profesionales enteramente dedicados a pensar cuál música colocar en los centros comerciales y en la publicidad, para crear la atmosfera perfecta".

Ritmos cerebrales

Algunos elementos de la música también funcionan de la manera en que trabaja nuestro cerebro.
Por ejemplo, el ritmo de un sonido puede sincronizarse con el comportamiento y pensamiento de un grupo de personas.
Anne Schirmer, neurocientífica de la Universidad de Singapur, descubrió que el ritmo en un tambor ocasiona ondas cerebrales para adaptarse a ese compás.
Sus hallazgos pueden ayudar a explicar por qué los tambores cumplen una función tan importante en las ceremonias tribales y por qué los ejércitos marchan al ritmo de un tambor.
"El ritmo sincroniza a todos los individuos de un grupo, de manera que tanto su pensamiento como su comportamiento se alinean temporalmente", sugiere Schirmer.
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Image caption Al alimentar sentimientos cohesivos, los coros que los fanáticos de fútbol entonan en los partidos pueden contribuir al compartimiento agresivo.
Todavía no está claro exactamente cómo la música puede influenciar el comportamiento más allá del laboratorio, aunque Ziv sospecha que el efecto puede ser profundo.
Para reforzar su punto, ella menciona la violencia de los fanáticos del futbol y la influencia que puede tener las canciones de los equipos.
"La música puede crear un sentimiento de cohesión y entendimiento. Cuando las personas hacen cosas juntas están más inclinadas a llegar a acuerdos entre sí. Esto lleva a algo llamado pensamiento colectivo, que puede generar un deterioro de los principios morales".
Ziv también considera que el efecto puede percibirse en la manera que votas.
Jason McCoy, musicólogo de la Universidad Bautista de Dallas, afirma que la música ayuda a "normalizar la narrativa" de lo que pudieran ser mensajes inmorales.
Como ejemplo, resalta el caso de los nazis cuando transmitían en la radio piezas de swing, para hacer que los más jóvenes se sintonizaran con mensajes de propaganda.
McCoy evaluó el papel de la música en hacer, aparentemente, más aceptable el genocidio de Ruanda, en 1994.
Evidentemente, la música es solo uno de los factores que sutilmente influyen en nuestra actitud.
Sin embargo, vale la pena tenerlo en cuanto la próxima vez que escuches una canción en la radio y, parafraseando la famosa pieza de James Brown: "Solo porque te hace sentir bien, no significa que puedas hacer algo malo".
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