miércoles, 8 de marzo de 2017

PERO NO TENIAN LABOS LADRONES ...

Los neandertales asturianos usaban 'aspirina' y un antibiótico natural

Una de las dentaduras con sarro analizadas, con restos del hongo 'Penicillium' MNCN-CSIC
La penicilina revolucionó la medicina al permitir combatir de forma eficaz las infecciones. Aunque su descubrimiento se atribuye a Alexander Fleming en 1928, desde la antigüedad diversas culturas conocían ya las propiedades antibióticas de algunas especies de hongos que sintetizan de forma natural penicilinas. Ahora, el análisis del sarro acumulado en la dentadura de los neandertales que vivieron en el territorio que hoy es Asturias sugiere que ya hace 49.000 años se medicaban utilizando uno de estos antibióticos naturales, el hongo Penicillium.
El ADN de esta especie de hongo ha sido detectado en la placa dental calcificada, la más antigua analizada hasta la fecha. Asimismo, parece que los neandertales -una especie de homínido que se extinguió hace entre 30.000 y 24.000 años- también conocían las propiedades analgésicas del ácido salicílico, pues los científicos han hallado en la placa acumulada en su dentadura restos de ADN del álamo, un árbol cuya corteza, raíces y hojas contienen el ingrediente activo de la famosa aspirina.
«Probablemente paliaban el dolor y combatían las infecciones masticando hierbas mohosas que contenían esos hongos que producen los antibióticos, aunque lógicamente no los tendrían aislados», afirma Antonio Rosas, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y coautor de este estudio, publicado esta semana en la revista Nature. Se trata de una investigación interdisciplinar e internacional en la que también participan científicos de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), el Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Universidad Pompeu Fabra) y la Universidad de Oviedo.
El estudio, publicado esta semana en la revista Nature, es el primero que demuestra la presencia de álamo y del hongo Penicillium, tanto en neandertales como en homínidos aunque, según recuerda Karen Hardy, coautora del estudio, ya se sabía que los neandertales tenían un buen conocimiento de las plantas de su entorno y usaban algunas de ellas como medicinas. Hardy, investigadora del ICREA, lideró en 2012 un estudio sobre el uso que los neandertales hacían de ellas: «Encontramos milenrama (Achillea millefolium) y manzanilla (Matricaria chamomilla), plantas con muchas cualidades medicinales. Propusimos que las usaban para automedicarse», explica.

Un botiquín en la naturaleza

La milenrama o Achillea recibe su nombre de Aquiles, pues se dice que durante la guerra de Troya curó a muchos de sus soldados y al rey de Micenas con esta planta capaz de detener las hemorragias. La manzanilla es bien conocida por sus propiedades digestivas, aunque también es sedante, tónica y antiespasmódica. Por ello, el hallazgo ahora de un hongo con propiedades antibióticas y de una planta que contiene el principio activo de la aspirina no ha soprendido a Hardy: «Todos los animales se automedican», señala.
Según detalla Antonio Rosas en conversación telefónica, el estudio se inició con cinco individuos, aunque los resultados interesantes proceden de tres: dos de ellos encontrados en la cueva asturiana de El Sidrón y otro del yacimiento de Spy (en Bélgica), con una antigüedad de 42.000 años.
El yacimiento de El Sidrón, en la localidad asturiana de Piloña, fue descubierto en 1994 y desde entonces se han recuperado alrededor de 2.500 restos óseos pertenecientes a una docena de individuos: «Es muy singular porque han aparecido muchos restos en muy poco espacio», señala Rosas.
El sarro de los dientes conserva durante miles de años el ADN de los microorganismos que vivieron en la boca, los patógenos del tracto respiratorio o de los restos de comida que ingería un individuo. Por eso, a partir de su análisis se puede determinar también algunas de las enfermedades que padecían o los alimentos que componían su dieta. La comunidad de bacterias que hay en la boca, dice Rosas, varía en función de la dieta. En este estudio se ha comparado la comunidad de bacterias de los neandertales que vivía en Asturias y en Bélgica con la de poblaciones humanas y de especies animales como el chimpancé.

Setas, piñones y musgo en la dieta

Mientras en los dientes de los neandertales de el Sidrón hay restos de setas, piñones y musgo, en la de los belgas han hallado ADN de rinocerontes y muflones: «Nos ha sorprendido que no hubiera restos de carne en los dientes de El Sidrón porque en todos los yacimientos neandertales hay restos de animales. Debían comer carne aunque en una proporción muy inferior a los del norte de Europa, que fueron tipificados como hipercarnívoros, con una dieta similar a la de un lobo o una hiena», dice Antonio Rosas.
La cantidad de carne consumida ha marcado la diferencia en la composición de la comunidad microbiana de la boca de los neandertales estudiados. La de los individuos de la cueva asturiana es parecida a la de los chimpancés y nuestros ancestros recolectores africanos, mientras que la de los neandertales de la cueva belga se asemeja a la de los primeros cazadores-recolectores y bastante próxima a los primeros agricultores y humanos modernos.
Del primer individuo de El Sidrón, un varón adulto de entre 20 y 25 años, se conserva el maxilar y la mandíbula. Este neandertal tenía un absceso en uno de los dientes, que debía causarle dolor, un canino impactado (no salió y está dentro del hueso) y conserva el molar de leche. El análisis del sarro ha detectado secuencias del patógeno Enterocytozoon bieneusi, que en humanos causa problemas gastrointestinales, incluidas fuertes diarreas. "Probablemente tenía una infección y dolor crónico", dice Antonio Rosas. Además, los incisivos y los caninos tienen desconchones de esmalte, probablemente porque retocaba los filos de los instrumentos de piedra con la boca. Curiosamente habíamos encontrado también restos de bitumen en el sarro. Los restos de las mencionadas plantas medicinales encontrados en sus dientes le habrían ayudado a paliar el dolor.
El segundo individuo analizado en El Sidrón es una mujer adulta, joven, de unos 25 años aproximadamente.
Los autores del estudio han reconstruido también el genoma prácticamente completo de una bacteria (Methanobrevibacter oralis) de hace 48.000 años, el más antiguo obtenido hasta la fecha.
En la misma línea que otras investigaciones recientes, este estudio confirma que los neandertales tenían un nivel de desarrollo superior a lo que hasta hace algunos años se pensaba en la comunidad científica: «Se presentaban como primitivos y retrasados. Eran una especie humana diferente a la nuestra pero sus capacidades adaptativas y su cultura eran similares a la nuestra», afirma Rosas.

TODA MI INFANCIA ACOMPAÑANDO A MI VIEJO...

UN CONFLICTO QUE VIENE DE LEJOS

La otra cara de la carne argentina

El matadero de Liniers, en pleno Buenos Aires, genera controversia, es criticado por sus olores y contaminación, pero también es la principal fuente de ingresos de los vecinos


Sinfiltros.com: El Mercado de Liniers en Buenos Aires.
Sinfiltros trata el asunto de la contaminación que produce un punto clave de la industria de la carne en el barrio de Mataderos en Buenos Aires. Algunos quieren reubicarlo, pero para otros este mercado es el único medio que tienen para subsistir.
La historia de este barrio bonaerense gira alrededor del mercado de hacienda que hoy es origen de conflictos: los olores, la contaminación sonora y los vertidos orgánicos que tira al río frente a los vecinos que aseguran que es la principal fuente de ingresos de la zona por el trabajo que genera.
En el céntrico barrio de Mataderos, en Buenos Aires, nos encontramos con un predio de 34 hectáreas: el Mercado de Liniers. Creado en 1900, este Mercado de Hacienda es una extensión del campo en la ciudad. Gaucho, tierra y bosta. Hoy en día el mercado funciona como centro de trasbordo y corrales de animales. Es único en el mundo. 

PRINCIPAL PUNTO DE COMPRA Y VENTA

A las 7 de la mañana empiezan los remates. Los reseros a caballo arrean a las vacas para encerrarlas en corrales. Algunos animales no llegan en buen estado. El olor a excremento y orina invade todo el predio. Las vacas están amontonadas y después de una espera de varias horas las guían a los camiones para ir al frigorífico.

Tráfico y polución

El barrio de Mataderos se despierta con el ruido de centenares de camiones que llegan al predio repletos de vacas, novillos y toros. Cada jornada circulan y estacionan en su entorno más de 800 camiones que producen un alto impacto en la calidad ambiental de la zona.

El mercado es el principal punto de compra y venta de carne del país. En los remates se fijan los precios de referencia que inciden en las ventas de todo el país. El martillero dirige el remate y va cantando los precios. El proceso es muy rápido ya que en dos horas se rematan más de 8.000 animales. Las grandes cadenas de supermercardo como Carrefour o Coto compran su carne en el Mercado.

EN EL CENTRO DE LA CIUDAD

La historia de Mataderos siempre giró alrededor del Mercado de Hacienda pero empezaron a aparecer conflictos: los olores, la contaminación sonora, visual y los vertidos orgánicos al río. Según los expertos medioambientales, cientos de toneladas de bosta, orina y sangre llegan a la cuenca Matanza-Riachuelo por vía de los desagües."Es muy atípico que en el siglo XXI, un mercado de Hacienda, y todas las actividades que conlleva, esté en pleno centro de una ciudad", explica Andrés Napoli, director ejecutivo de FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales). Sin embargo, los vecinos del barrio aseguran que es la principal fuente de ingresos de la zona y que genera muchos puestos de trabajo. "Vivimos de ello", afirma un residente.

PERJUDICIAL PARA EL MEDIO AMBIENTE

El mercado ha sido declarado "agente contaminante" por asociaciones ecologistas como Greenpeace. El Gobierno de Buenos Aires ha aprobado la reubicación del predio por cuestiones ambientales, pero nadie sabe cuándo ni dónde se va relocalizar el mercado, un lugar emblemático que siempre generó amor y odio en el barrio de Mataderos.

No saber

La incertidumbre y el método de una profesión caníbal

Autor: Daniel Flichtentrei Fuente: IntraMed 
Un enfermo que no está bien pero que no muestra nada evidente es todo un desafío. Sabés que tiene algo pero ignorás qué. Pasás una hora interrogándolo con las mismas preguntas. “Empecemos otra vez desde el principio”, le insistís. Lo examinás otras tantas veces. Pedís análisis de laboratorio que no muestran nada concreto. Fiebre persistente sin leucocitosis, sin neutropenia, sin linfocitosis, sin sedimento urinario alterado, sin semiología respiratoria, ni digestiva, sin signos meníngeos, sin adenopatías, sin foco. ¡Fiebre, fiebre, fiebre! También se queja de agotamiento, desaliento, negativismo, anorexia, mialgias. ¡Tiene que tener algo y yo tengo que encontrarlo! Te alentás al mismo tiempo que te culpás. Vas construyendo una lista: infección urinaria; brucelosis, mononucleosis, citomegalovirus, tuberculosis, endocarditis, leptospirosis, micosis profundas, linfoma, vasculitis, fiebre paraneoplásica, hipotalámica, hipertiroidea, farmacológica, psicógena. ¿Lo interno? Mejor hago un registro horario de la temperatura en su domicilio primero. ¿Lo cultivo? Mejor espero un par de días para ver si se focaliza.
¿Por qué no me voy a dormir y mañana lo pienso otra vez? Cerrás los ojos. Pero ves citoquinas, granulocitos, esplenomegalia, hepatocitos, anticuerpos, virus y bacterias. Querés café, cerveza, chocolate. Vas hasta la cocina, abrís la heladera pero te das cuenta de que no tenías hambre ni sed. Querés salirte del caso por un momento para volver a él más despejado. Pero nada. No lo lográs. Él manda, vos obedecés. Te volvés a acostar. No podés dormir. Te levantás. Abris el Harison en el capítulo de FOD (fiebre de origen desconocido). Leés, leés, leés otra vez lo que ya sabías de memoria. Hiciste todo lo que había que hacer. Paso a paso, con prudencia.
Te acordás de un viejo maestro que te decía: “No te apures, tenés que esperar a los enfermos hasta que la enfermedad hable a través de ellos”. Era un viejo sabio y campechano: “escuchalos, observalos, tocalos, permanecé atento y concentrado hasta que la liebre asome la cola”. Apoyaba su mano enorme sobre mi hombro y me decía: "lo importante es que el enfermo mejore, no que vos ganes una medalla para tu autoestima". Claro, lo entendés, es verdad. Pero no podés evitarlo. También es un desafío personal. Esperar es la medida de la incertidumbre clínica; pero para mí es el mapa de mi ignorancia. ¡Tengo que saber!
Por la mañana vas a su casa, te plantás ante la cama del enfermo y desplegás toda la agudeza sensitiva e intelectual de la clínica. Sos un cazador al aceho. Te erizás. Agudizás tus sentidos buscando signos de alarma. Activás tus radares para encontrar la "cola de la liebre". Planteás hipótesis y las contrastás con los hechos. Las refutás hasta las últimas consecuencias. Deducís, inferís, abducís. Sos Sherlok Holmes, Auguste Dupin, Charles Sanders Peirce, Osler, Popper, Bunge, House. Pero volvés al punto de partida. Andás en círculos, mordiéndote la cola.
El enfermo te mira, su mujer te mira, sus hijos te miran, vos te mirás en sus ojos. "Tranquilos, hay que saber esperar. La naturaleza tiene sus tiempos"; les decís como si creyeras en eso. "Hay casos que se resuelven solos sin intervención del médico, el cuerpo es sabio". Vis medicatrix naturae.
Te acercás a la ventana de la habitación. Querés pensar sin esos ojos clavándose en los tuyos. Allá abajo, en la calle, un hombre joven se baja de un camión y descarga dos medias reses en una carnicería. Las lleva como si fueran de pluma. Tiene un trapo blanco sobre los hombros manchado de sangre oscura para proteger su ropa. ¿Y si yo fuera él?, pensás.
Este profesión te come la cabeza. Es caníbal. No tiene horario. No te da tregua. Te chupa hasta la última gota de voluntad. Le exige a tus sentidos y a tu razón todo lo que tengan para dar. Tenés información, podés explicarte la fisiología, imaginar sus consecuencias, recitar causas y síntomas. Listas interminables de datos que orbitan en tu cabeza. Tipos de ictericia, causas de onda R alta en V1 en el ECG, ramas intra y extracraneales de la carótida, el score de Framingham, el de Galsgow, el de Hunt y Hess, los criterios de Jones. Todo perfecto, prolijo, vuelve a tu memoria cada vez que lo llamás. Sabés que hay una fase inmediata de intuiciones rápidas. El diagnóstico aparece como si se encendiera una luz. Pero has a prendido a desconfiar de esas iluminaciones. Entonces las cocinás en el horno de la razón. Despacio, sometiéndolas a prueba, refutándolas o confirmándolas. Otras veces esa luz no se enciende. Entonces llega un paciente y todo se pone confuso, borroso, sucio. Los criterios se superponen, los síntomas se esconden detrás de palabras que significan para él cosas diferentes que para mí. Todo se mezcla en una sopa de lenguaje, gestos, circunstancias. Traducís lo que te cuenta desde su lengua ambigua e imprecisa a tu jerga acotada e inapelable. Pero no sos idiota, sabés que gran parte de las cosas que importan se quedarán afuera. Que tu idioma pequeño y arrogante no puede nombrarlas. Cada caso es nuevo, diferente, único. La medicina te quiere entero, en cuerpo y mente. Es apasionante y agotadora. Alienante y enfermiza. Te saca del mundo. Te aleja de todo lo que importa. Es una boca inmensa y voraz. Este maldito laburo es el mejor trabajo del mundo.