lunes, 3 de julio de 2017

NO ES PUBLICIDAD.....PERO LO PARECE


La técnica que revoluciona los implantes dentales

Odontólogos de cuatro continentes ensayan la patente de un gallego


FOTO: Aula de formación de Álvaro Bastida. / VÍDEO: Anuncio promocional de su clínica dental.
Álvaro Bastida Freijedo es un médico estomatólogo que cuenta con veintiocho años de experiencia ejerciendo la odontología en Vigo. Su pasión por la eficiencia terapéutica le ha llevado a desarrollar un nuevo sistema de implantología dental —patentado como FILO System— que está revolucionado los manuales de cirugía entre sus colegas de Europa, América, Asia y África. Además de asistir a las conferencias que imparte el doctor Bastida en diversas capitales del mundo, estos profesionales también aprenden sus técnicas en las aulas de formación que fundó en Vigo y Ourense, y que se están en la vanguardia del aprendizaje de esta especialidad.
La técnica de este odontólogo gallego, que supone el toque maestro de los implantes, se basa en el principio de que la cirugía moderna debe tender hacia operaciones mínimamente invasivas, porque son menos cruentas y mucho más cómodas para los pacientes, tanto durante la intervención como en el postoperatorio. “Y la implantología dental no debe ser una excepción”, afirma.

En su etapa de especialización, Bastida se sumergió en los trabajos de reconocidos especialistas europeos, como Stephano Tramonte, Dino Garbaccio o Ernst Bauer, precursores de la implantología mínimamente invasiva. “Ya en los años sesenta y setenta estos médicos colocaban sus implantes a través de pequeños orificios en la encía, sin necesidad de bisturí ni puntos de sutura y con un postoperatorio sin sangrado, hinchazón o hematomas”, explica Bastida. Y, además, añade, “utilizaban un implante especial, hecho en una sola pieza, que no necesitaba conexiones, oquedades ni tornillos internos, típicos de los implantes habituales de dos piezas”.
Este enfoque cumplía muy bien los criterios de eficiencia que siempre han guiado la proyección profesional del doctor Bastida, pero había que ponerlo a la altura del siglo XXI. Así, poco a poco, fue diseñando y desarrollando sus propios protocolos, técnicas e instrumental, como la planificación específica con TAC digital, compactadores óseos atraumáticos, implantación en casos con poco hueso, elevación transgingival del seno maxilar, entre otros, que definen a FILO.
“Lo bauticé con un acrónimo formado por las iniciales de los nombres en inglés de los principios técnicos en los que se basa: Flapless (cirugía sin bisturí ni sutura), Inmediate Loading (dientes desde el primer día), y One-piece (uso de implantes de una pieza). Hoy resuelvo todos mis casos clínicos con este enfoque”, infiere el edontólogo gallego. Esta nueva implantología tiene unos requerimientos técnicos especiales, por lo que Bastida también desarrolló un juego de instrumentos específico para su patente. La firma suiza que suministra los implantes fue muy receptiva a sus ideas y fabrica este conjunto de instrumentos para él y sus alumnos.
A raíz de publicar los primeros casos clínicos le llovieron las invitaciones para asistir a congresos internacionales de implantología. La respuesta de los colegas fue excelente, ya que vieron en el sistema FILO una alternativa en la vanguardia de esta especialidad. A partir de entonces, Bastida no ha parado de impartir cursos y conferencias en diferentes países, sobre todo en España, Alemania, Austria, Turquía, Lituania, Dubai o Taiwan. “Compartir experiencias y conocimientos con colegas de países y culturas tan diferentes es sumamente interesante y enriquecedor, su respuesta me motiva mucho”, comenta.
En uno de sus cursos prácticos que le llevó a Estambul, Álvaro Bastida recuerda que había colegas no sólo turcos, sino también de lugares tan distantes como India, China, norte de África e incluso de Tanzania. Todos ellos habían asistido de oyentes a una ponencia que meses antes había presentado en Colonia (Alemania), en el seno de la IDS, una importante feria del sector dental. “Aquello me abrumó, porque cuando te das cuenta de que hay compañeros de profesión dispuestos a viajar miles de kilómetros para formarse contigo te entra un sentimiento de enorme responsabilidad. Tienes que darles lo mejor de ti para que su esfuerzo les merezca la pena”, subraya.
En 2015, surgió la idea de fundar sus propias aulas de formación en Vigo y Ourense, por las que han pasado, sobre todo, colegas de España, América y Asia. “Muchos doctores, tras asistir a mis cursos y conferencias, solicitaban algo más, querían ver en directo cómo planifico, opero y resuelvo la parte protética en casos reales”, argumenta el doctor Bastida. El aula está conectada mediante circuito cerrado de televisión con un quirófano para retransmitir las intervenciones en directo. De esa forma los cursillistas pueden aprender la teoría y la práctica del Sistema FILO aplicada en un paciente en tiempo real.
Situación en España
Bastida Freijedo asegura que “la calidad de la odontología española es excelente, podemos estar orgullosos”, proclama. “Contamos con muy buenas universidades en las que los alumnos adquieren los conocimientos y habilidades necesarios, y me consta que la Facultad de Odontología de Santiago de Compostela se encuentra entre las mejores de España, tanto a nivel docente como investigador”. Destaca, además, “la buena labor del Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos, velando por una adecuada praxis profesional y la formación continuada de los dentistas españoles”.
Pero, en el ámbito laboral, Álvaro Bastida lamenta la situación de paro o las condiciones muchas veces precarias a los que están abocados muchos recién licenciados en clínicas franquiciadas o marquistas. “Porque hemos pasado de una situación de relativa escasez de dentistas, antes de los años ochenta, a la actual de saturación de odontólogos”, sostiene.
El doctor Bastida afirma que nunca es tarde para poner implantes dentales y que a partir de los 18 años ya se pueden hacer estos tratamientos. “Ese viejo sueño de tener una nueva generación de dientes cuando perdemos los definitivos ya es posible. Los pacientes jóvenes, que todavía conservan la mayor parte de sus dientes, buscan recuperar la estética reponiendo con implantes las piezas perdidas, sin alterar ni desgastar los adyacentes. Y las personas mayores quieren, sobre todo, recuperar la función masticatoria y son las que más se benefician, no solo al comer, también al hablar porque se sienten más seguros en su vida social. Para ellos, la implantología genera mayor calidad de vida y esta, a su vez, mayor cantidad de vida. Y ese es el objetivo del Sistema FILO”, apunta.

CUANDO TODO EL MUNDO VIAJABA A BUENOS AIRES PARA ATENDERSE EN EL MEJOR SISTEMA SANITARIO...ERA 1950


Turismo médico y 'Brexit'

EFE
«¿No ha rellenado usted el formulario online?». Ésa frase es la pesadilla aeroportuaria de todo ser humano. En particular, si la respuesta es: «¿Formulario?, ¿qué formulario?».
Afortunadamente, el formulario que desde hace siete meses tenemos que rellenar los residentes permanentes en EEUU cuando viajamos por avión -es otro misterio de la burocracia del mundo, sólo se aplica si se entra por avión, no por carretera- a Canadá, se rellena en menos de cinco minutos desde el móvil, tal y como descubrió el autor de estas líneas momentos después de que el empleado de la aerolínea en la que iba a viajar le sacara de su ignorancia aduanera. Y los canadienses, que en EEUU tienen (merecidísima) fama de ser amables, responden al formulario en menos de dos horas. En mi caso, en menos de dos minutos. Aun así, el susto no me lo quitó nadie. Tampoco la sorpresa cuando, al rellenar el formulario, vi que los canadienses dejaban claro que, una vez en su país, no podría utilizar su servicio de salud pública.
Horas después, ya en Quebec, la conserje del hotel vivió unos instantes de orgullo patrio (canadiense, no quebequés) cuando me explicó que, entre los edificios notables de la ciudad, está el Hotel-Dieu, el primer hospital al Norte de México. «Lo fundaron en 1637 tres monjas francesas. Y así comenzó la Sanidad universal en Canadá, de la que todos nos sentimos muy orgullosos», concluyó, mirándome a los ojos y poniendo énfasis en cada palabra.
La sanidad pública es un merecido motivo de orgullo, sobre todo si se tiene a EEUU de vecino. Si cada vez que criticamos nuestro sistema de salud, los españoles viéramos cómo es la sanidad (por llamarla de algún modo) estadounidense, iríamos al número 18 del Paseo del Prado a darle un ramo de flores al ministro de turno. De hecho, según los datos de la OCDE, la esperanza de vida media de EEUU está más cerca de la de México que de la de España.
Esas disparidades en los sistemas de salud han generado un turismo médico que mueve 50.000 millones de euros anuales en todo el mundo. Hay dentistas de Avilés que se anuncian en webs estadounidenses y, dado que en Washington pisar la consulta del dentista, decir «buenos días», y marcharse a continuación, sale por, como poco, 200 dólares, la oferta es digna de ser tenida en cuenta. Un estudio de 2008 de la Universidad Johns Hopkins (que tiene el mejor hospital del mundo) relataba el caso de Howard Staab, un carpintero de Carolina del Norte que se fue a India, visitó el Taj Mahal, se hizo una cirugía cardiaca y volvió a casa por 10.000 dólares (9.400 euros). En EEUU, solo la operación (sin turismo) le habría salido por 20 veces esa cifra.
Ahora, con Brexit, ese turismo puede experimentar un boom en España. Unos tres millones de ciudadanos de la UE viven en Gran Bretaña, y 1,3 millones de británicos residen en la UE. De ellos, 300.000 en España. Pero hay una diferencia muy sustancial entre unos y otros. Mientras la mayor parte de los europeos que viven en Reino Unido trabajan, los británicos se vienen a Europa, en general, y a España, en particular, a jubilarse. La mitad de los ciudadanos del Reino Unido que viven en España están jubilados. Arreglar eso va a ser una de las grandes peleas del Brexit. Camilo José Cela contaba la historia de un pescador de Málaga que le dijo: «Cómo no voy a estar contento, si he pasado toda la vida donde los ingleses vienen a morirse». Eso es algo que se les olvidó cuando votaron por el Brexit.