jueves, 27 de julio de 2017

Rsonancia magnética funcional y electroencefalografía | 25 JUL 17

Escáneres podrían mostrar la consciencia en pacientes en coma

Los exámenes normales con frecuencia pasan por alto señales sutiles de que el paciente está "despierto"
Autor: Robert Preidt MedlinePlus
Unos escáneres cerebrales sofisticados podrían detectar la consciencia en pacientes con lesiones cerebrales que parecen estar inconscientes en la unidad de cuidados intensivos (UCI), según un nuevo estudio.
"La detección temprana de la consciencia y la función cerebral en la UCI podría permitir a las familias tomar decisiones más informadas sobre la atención médica de sus seres queridos", afirmó el autor colíder del estudio, el Dr. Brian Edlow, del Centro de Neurotecnología y Recuperación Neurológica del Hospital General de Massachusetts.
"Además, dado que la recuperación temprana de la consciencia se asocia con unos mejores resultados a largo plazo, estas pruebas podrían ayudar a los pacientes a obtener acceso a los cuidados de rehabilitación una vez son dados de alta de la UCI", planteó Edlow en un comunicado de prensa del hospital.
El estudio incluyó a 16 pacientes con lesiones cerebrales graves en la UCI. Los investigadores concluyeron que las imágenes por resonancia magnética funcional (IRMF) y la electroencefalografía (EEG) podrían revelar un nivel de consciencia que no puede ser detectado por el examen neurológico estándar regular.
Hay varios motivos por los cuales el examen estándar regular podría indicar erróneamente que un paciente está inconsciente. Quizá el paciente no pueda hablar, escribir o moverse debido a la lesión cerebral en sí o a los sedantes, o el médico podría malinterpretar un movimiento débil pero intencional como una respuesta refleja, anotaron los autores del estudio.
Las investigaciones anteriores han sugerido que hasta un 40 por ciento de los pacientes conscientes de lesión cerebral se clasifican erróneamente como inconscientes, apuntaron los investigadores.
Aunque estudios anteriores utilizaron la IRMF o la EEG para detectar la consciencia en los pacientes con lesiones cerebrales que han pasado de los hospitales a la rehabilitación o a centros de cuidados de enfermería, este es el primer estudio que se realiza en pacientes de la UCI, según los investigadores.
"Falta mucho más trabajo para determinar la utilidad de estas técnicas para detectar la consciencia en pacientes con lesiones cerebrales traumáticas graves", dijo Edlow, que también es profesor asistente de neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
"Basándose en estos resultados, nuestro equipo... está trabajando para mejorar la precisión de esas pruebas, y estamos planificando un estudio de seguimiento más grande en un futuro cercano", comentó.
El estudio aparece en la edición del 20 de julio de la revista Brain.
FUENTE: Massachusetts General Hospital

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El peligro de terminar el ciclo completo de antibióticos

Imagen al microscopio electrónico de la bacteria 'Escherichia coli'. MANFRED ROHDE/HZI HANDOUT
Para tratar una amigdalitis, lo habitual es que el médico recomiende 10 días de antibióticos. Para la neumonía, también 10 días. Sin embargo, algunos ensayos han comprobado que con un tratamiento de entre tres y seis días para el primero, y de cinco para el segundo, es suficiente.
Esto pone de manifiesto, en gran medida, el abuso en el consumo de estos medicamentos. El uso excesivo de antibióticos es una de las causas de resistencia bacteriana, uno de los principales problemas de salud pública a nivel global que pone en riesgo a la medicina moderna. Solamente en Europa mueren cada año cerca de 25.000 personas por esta razón, según un informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria publicado a principios de 2017.
Un análisis publicado en la revista médica British Medical Journal señala que el mensaje «profundamente arraigado» de tomar el tratamiento al completo para evitar, precisamente, la resistencia antibiótica, no se apoya en evidencias científicas y provoca justo lo contrario.
Dejar el tratamiento antes no crea resistencia bacteriana
«Ya es hora de que políticos, educadores y médicos dejen atrás esta idea», indica uno de los autores, Martin Llewelyn, especialista en Microbiología e Infección en el Brighton and Sussex Unniversity Hospital (Reino Unido). El experto explica a EL MUNDO que es necesario estudiar más profundamente a partir de qué momento es seguro dejar el tratamiento antibiótico. «Hasta ahora, los antibióticos se han prescrito en tratamientos de cierto número de días, dependiendo de la enfermedad a abordar», afirma.
Por ejemplo, para la infección de riñón se suelen recomendar 14 días de antibióticos. «A menudo se cree que si el paciente deja de tomarlo demasiado temprano, eso potenciará la resistencia antibiótica. Esto no es verdad».
Sin ir más lejos, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó en 2016, durante la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de Antibióticos, que «siempre se complete el tratamiento aunque el paciente se encuentre mejor, ya que detenerlo antes de tiempo fomenta el crecimiento de bacterias resistentes».

"Sin evidencias científicas"

Sin embargo, Llewelyn destaca que estas recomendaciones están basadas en la tradición y no en evidencias científicas. Sin embargo, también afirma que no se sabe «con claridad» cuánto tiempo habría que reducir el tratamiento para minimizar las posibilidades de que las infecciones reaparezcan.
«Necesitamos más estudios que demuestren en qué momento es seguro detener el tratamiento, pero llevar a cabo este trabajo es difícil si los médicos y los pacientes siguen creyendo, equivocadamente, que dejar el tratamiento antes de lo que habitualmente se recomienda puede aumentar el problema de la resistencia», afirma el investigador.
El propósito del artículo, explica a este periódico otro de los autores, el profesor Tim Peto, del Centro de Investigación Biomédica de Oxford (Reino Unido), es poner de manifiesto los mitos sobre los riesgos de provocar resistencia bacteriana al reducir la duración de los tratamientos.

La resistencia antibiótica

La amenaza proviene, principalmente, de bacterias que están presentes en nuestra piel, en nuestro intestino o en el ambiente, de forma inofensiva. Las más comunes son la Escherichia coli, la Enterococcus faecium, Staphylococcus auerus o la Klebsiella pneumoniae, entre otros, explica el autor. El problema viene cuando, por alguna razón, pasan a la sangre, y causan la infección.
Cuando una persona toma antibiótico, las cepas de la bacteria sensibles al medicamento son reemplazadas por las resistentes. Por lo tanto, una persona que haya recibido uno de estos tratamientos es «más propensa a tener otra infección resistente», señala a este diario el presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), José Miguel Cisneros.
«Estos medicamentos son maravillosos, porque son capaces de curar al 100%, pero ahora tenemos que tener mucho cuidado con no recetar ni un gramo ni un día de más», explica Cisneros.

Seguir la pauta del médico

En su opinión, las recomendaciones de duración han sido «muy largas». No obstante, añade que «esto no quiere decir que el paciente deje el tratamiento cuando se encuentre mejor, sino que siga estrictamente la pauta del médico».
Este experto indica que, según los datos sobre el consumo de antibióticos publicados en 2016 por el Ministerio de Sanidad, España está entre los primeros puestos del mundo en consumo de estos medicamentos.
En este sentido, señala que nuestro país puso en marcha en 2013 un Plan Nacional de Resistencia Antibiótica «muy completo» pero que, por el momento, carece de financiación.
«Si no frenamos este problema, la medicina moderna no va a ser posible:no habrá trasplantes, ni se podrá atender a pacientes con cáncer, por ejemplo», advierte.
Cisneros indica que, según las estimaciones de las que disponen en la SEIMC, fallecen tres veces más personas por este problema global que por accidentes de tráfico, lo que da una idea de la magnitud del problema.
El trabajo concluye señalando que «los antibióticos son un recurso natural valioso y finito que debemos conservar».