martes, 5 de diciembre de 2017

LOS ESPAÑOLES SON SOLIDARIOS,PROXIMOS,MARAVILLOSOS,LA REPERA,LO MASDELOMAS...............

Retiran la pensión a una chica con un 91% de discapacidad y le obligan a devolver casi 12.000 euros

El Instituto Murciano de Acción Social argumenta su decisión en que en 2016 su familia superó en 500 euros la horquilla máxima de ingresos anuales marcada por el IMAS
Miriam Pérez García
El Instituto Murciano de Acción Social (IMAS), dependiente de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Región de Murcia, ha resuelto retirar la pensión no contributiva a Miriam Pérez García, una chica cartagenera de 29 años con un 91% de discapacidad. Además, Miriam deberá devolver 11.798,75 euros en el plazo de un mes, al considerar el IMAS que fueron “percibidos indebidamente” durante el periodo comprendido entre el 1 de enero de 2016 y el 31 de octubre de 2017.
La decisión del IMAS se debe a que en 2016 la familia de Miriam superó la horquilla máxima de ingresos anuales marcado por el Instituto en 500 euros, según informa eldiario.es.
En concreto, en su resolución el IMAS afirma que “los ingresos de la Unidad Económica de Convivencia de 40.515,95 euros/año 2016, son superiores al límite de acumulación de recursos establecido en 39.917,15 euros/año 2016, 40.025,65 euros/año 2017 para una Unidad Económica de Convivencia integrada por la beneficiaria, su madre, su padre y su hermano”.
Un error médico le provocó a Miriam al nacer una parálisis cerebral que la dejó con una discapacidad del 91%. Desde hace 15 años, ha cobrado una pensión no contributiva, que ha permitido a su familia costear servicios de fisioterapia, además del pago de medicinas preventivas que no cubre la Seguridad Social.
El padre de Miriam explica a eldiario.es. que la decisión tomada desde la institución pública se debe a que en 2016 su familia superó la horquilla máxima de ingresos anuales marcado por el IMAS en 500 euros.  Ese año, el padre recibió una paga extra de funcionario que se le debía del 2012 y de la que no tuvo notificación. A este ingreso extra se le sumó el que provenía del trabajo de su otra hija, "cuyo sueldo va variando y no llega a 2.600 euros anuales".

#HolaPutero

Y NO NOS OLVIDEMOS DE LA CHIFLADA DE LA FUNDACION JIMENEZ DIAZ QUE MATO A CINCO


La muerte de Nagore Laffage: ocho años después, su homicida está ejerciendo en una clínica de Psiquiatría

José Diego Yllanes tiene el tercer grado penitenciario y solo duerme en prisión. Durante el día ha sido contratado por un centro privado de Madrid, donde justifican que «no atiende a pacientes, solo se dedica a tareas de investigación»

Era un «chico diez». O al menos, todo el mundo lo conocía así. José Diego Yllanes Vizcay iba a cumplir 28 años, medía 1,82 de estatura, 80 kilos de peso, licenciado en Medicina por la Universidad de Navarra, realizaba la especialidad de Psiquiatría y venía de una buena familia navarra. José Diego es el primogénito de dos hermanos. Su padre, natural de Perú, ejercía como cirujano cardiovascular y trabajaba en el Hospital de Navarra en el momento del crimen de la pamplonica Nagore Laffage Casasola, de 20 años. La madre del chico también ejercía en un centro sanitario como auxiliar de enfermería.
Pero llegó otro San Fermín dramático, el de 2008, el que abrió la veda al primer gran debate sexista y de agresiones en el marco de la fiesta. José Diego fue condenado en 2009 a 12 años y medio de prisión por matar a la joven estudiante de Enfermería, a quien se llevó ebria a su dormitorio en su piso de la calle Sancho Ramírez de Pamplona, la violó y mató posteriormente. Fue condenado no por asesinato, sino por homicidio y con cuatro atenuantes: confesión del delito por parte del acusado, arrebato, intoxicación etílica y reparación del daño, y únicamente la circunstancia agravante de superioridad física esgrimida por las acusaciones.
Según se recoge en el sumario del caso, los hechos ocurrieron cuando Nagore y José Diego se encontraron la noche de San Fermín. Los dos subieron al piso de Yllanes y allí él le rompió la ropa, la agredió 38 veces entre heridas, externas e internas, y cuando ella, tras varios besos y caricias, se negó a mantener relaciones íntimas, él «perdió la cabeza», declaró, y la mató a golpes.
José Diego Yllanes, el día en que prestó declaración ante el Juzgado de Pamplona
José Diego Yllanes, el día en que prestó declaración ante el Juzgado de Pamplona - EFE
La madre de la joven, Asun Casasola, comenta en el documental que se hizo sobre su muerte, de título «Nagore», que a su hija, la pequeña de su casa,«no le tocaba morir de esa manera». Familiares de Nagore han estado estas semanas pasadas protestando por el juicio paralelo que se realizaba a la víctima de «La Manada». De hecho, la madre de Nagore ha confiado en las últimas semanas que la misma Audiencia provincial de Navarra que «no hizo justicia con su hija», la aplique ahora de manera contundente con «La Manada».
Y es que el crimen de Nagore enardeció a la sociedad navarra, que aún no se recupera del trajín del juicio a cinco jóvenes sevillanos por una presunta violación en grupo a otra joven de 18 años en los sanfermines de 2016, cuando se entera ahora de que el homicida de Nagore está ejerciendo de nuevo la Psiquiatría.
Según la consulta especializada en Psicología y Psiquiatría del doctor Carlos Chiclana, la empresa lo ha contratado «no para atender a pacientes», sino para «colaborar en tareas de ayuda a la investigación». Cabe recordar que el sentenciado cuenta desde el pasado mes de julio con un permiso de tercer grado, que lo obliga a domir en prisión, y eso solo ocho años después de haber sido condenado a una pena mayor. Ese permiso le fue denegado en 2016 por la Audiencia de Navarra, basando su decisión en la alarma social y en el tiempo que le resta de condena. Yllanes estuvo preso en la cárcel zaragozana de Zuera hasta julio de 2017.
El equipo asistencial de la clínica privada del doctor Chiclana en Madrid (que también tiene consulta en Sevilla) ha querido remarcar en un mensaje en Twitter que José no ejerce labores cara al público y se apresuró a borrar la foto del cuadro de nombres donde aparecía el médico psiquiatra.
Twitter ardió ayer al hacerse eco del plantel contratado por la clínica y entre los que se encontraba el presidiario. Entre las numerosas peticiones, se exige que las autoridades expliquen los protocolos penitenciarios y sanitarios seguidos con este doctor y también reprochan que tanto el caso de «La Manada» como el de Nagore no fuesen juzgados como casos de violencia de género, con la aplicación de la legislación más contundente.
El doctor Carlos Chiclana tiene un blog en ABC.es de nombre «Sexo y salud», aunque sus colaboraciones llevan la firma de Alejandro Villena. Chiclana es autor de un libro titulado «Atrapados en el sexo». En el personal de su empresa figura un condenado por delito sexual grave y homicidio, con agravante de imponer su superioridad física sobre su víctima.

SE PUEDE "REEDUCAR"LA TESTOSTERONA

La brutalidad inexplicable de la libido masculina

Harvey Weinstein en septiembre, antes de las acusaciones de que había agredido a varias mujeres. Crédito Andreas Rentz / Getty Images
Después de semanas de continuos escándalos de abuso, los hombres se han vuelto, literalmente, increíbles. Lo que cualquier hombre podría decir sobre política de género y cómo trata a las mujeres son fenómenos separados y no relacionados. Liberales o conservadores, feministas o chovinistas, despiertos o ignorantes, jóvenes o viejos, que se encuentran en Fox News o en The New Republic, las opiniones expresadas por un hombre no tienen relación con el comportamiento.
Por puro volumen, la cadena de revelaciones sobre hombres de Bill Cosby, Roger Ailes, Harvey Weinstein, Louis CK, Al Franken y, esta semana, Charlie Rose y John Lasseter, obligaron a los hombres a confrontar lo que más odian pensar: la naturaleza de los hombres en general. Esta vez, las acusaciones no van en contra de algún extraño profesor de geografía, alguna fraternidad corriendo enloquecida en una ciudad universitaria del sur. Están en contra de hombres de todas las variedades, en diferentes industrias, con diferentes sensibilidades, unidos, únicamente, por lo grotesco de su sexualidad.
Los hombres llegan a este momento del juicio tristemente desprevenidos. La mayoría está conmocionada por la realidad de la experiencia vivida de las mujeres. Casi todos están desinteresados ​​o no están dispuestos a lidiar con el problema en el corazón de todo esto: la naturaleza a menudo fea y peligrosa de la libido masculina.
Durante la mayor parte de la historia, hemos dado por sentado la brutalidad implícita de la sexualidad masculina. En 1976, la opositora radical feminista y pornográfica Andrea Dworkin dijo que el único sexo entre un hombre y una mujer que podría emprenderse sin violencia era el sexo con pene flácido: "Creo que los hombres tendrán que renunciar a sus preciadas erecciones". ella escribió. En el siglo III dC, se cree ampliamente, el gran teólogo católico Orígenes, trabajando en aproximadamente el mismo principio, se castró a sí mismo.
El miedo a la libido masculina ha sido tema de mito y de cuento de hadas desde el comienzo de la literatura: ¿De qué otra cosa se trataban las historias de Caperucita Roja o Castillo de Barbazul? Un vampiro es un hombre antiguo y poderoso con un hambre insaciable de carne joven. Los hombres lobo son hombres que regularmente pierden el control de su naturaleza bestial. Obtener el punto? Hay una línea, obviamente, entre el deseo y la realización, y algunos lo cruzan y otros no. Pero hay una línea para cada hombre. Y hasta que confrontemos colectivamente esta realidad, la discusión pública posterior a Weinstein -donde los hombres y las mujeres van desde aquí- comenzará desde un lugar de silencio y deshonestidad.
La libido masculina y las fuerzas y patologías que la acompañan impulsan gran parte de la cultura y la política y la economía, mientras permanecen más o menos sin examinar, tanto en los círculos intelectuales como en la vida privada. Vivo en Toronto, una ciudad liberal en un país liberal, con Justin Trudeau para primer ministro, un gabinete medio femenino y una política exterior explícitamente feminista.
Los hombres que conozco no discuten activamente las normas sexuales cambiantes. Chismes y conjeturas: ¿Quién es un criminal y quién no? ¿Cuál de los creeps que sabemos que estarán allí caerá esta semana? Más allá de los chismes, hay una niebla del pasado que es mejor no penetrar. Aparte del tipo de actos criminales claros que siempre han sido incorrectos, cambiar las normas sociales y la imprecisión de la memoria son pasillos oscuros para navegar. Ten cuidado cuando los bajes; es posible que no te guste lo que encuentres.
Mucho más fácil desviarse. Profesionalmente, también, he visto cuán profundamente los hombres no quieren hablar sobre su propia naturaleza de género. En la primavera, publiqué una visión masculina sobre las fluctuaciones de género y poder en las economías avanzadas; Fui entrevistado más de 70 veces por periodistas de todo el mundo, pero solo tres de ellos eran hombres. Los hombres simplemente no están interesados; ellos no saben por dónde empezar. Estoy trabajando en un podcast sobre la paternidad moderna, que trata temas como la pornografía y el sexo después del parto. Muy a menudo, cuando entrevisto a hombres, es la primera vez que han discutido en serio cuestiones íntimas con otro hombre.
Una vida sexual sana requiere una educación continua, y los hombres tienen todo lo contrario. Hay educación sexual para niños, pero una vez que abandonas la escuela, las demandas tradicionales sobre la masculinidad regresan: no muestras vulnerabilidad, resuelves tus propios problemas. Los hombres tratan con su naturaleza solo y aparte. Ignorancia y misprision son las normas.
Así es como terminamos donde estamos hoy: tener una conversación pública sobre la mala conducta sexual masculina, mientras apenas tocamos la naturaleza de los hombres y el sexo. Los (muy pocos) hombres prominentes que están hablando ahora simplemente insisten en que los hombres necesitan ser mejores feministas , como si las últimas semanas no hubieran demostrado ampliamente que las ideologías de los hombres son irrelevantes.
El liberalismo ha tendido a enfrentar los problemas de género desde un punto de vista tecnocrático: sistemas mejorados, leyes mejoradas, mejor salud. Ese enfoque ha resultado en muchos triunfos. Pero no hay cura para el deseo humano. ("En realidad no se trata de sexo, se trata de poder", leí en The Guardian el otro día . ¿Cuán ingenuo debe ser para no comprender que el sexo en sí mismo se trata tanto del poder como del placer?)
Reconocer la brutalidad de la libido masculina no es, por supuesto, una especie de excusa. Sigmund Freud reconoció la identificación y la conoció como "un caos, un caldero lleno de excitaciones hirvientes". Pero el objetivo de Freud no era que los niños fueran niños. Más bien al contrario: la idea del complejo de Edipo contenía un caso implícito para los requisitos de la represión extenuante: si permites que los niños sean niños, asesinarán a sus padres y dormirán con sus madres.
Freud también entendió que la represión, cualquier represión, es inherentemente fluida y complicada y requiere humildad y auto-búsqueda para navegar. Las mujeres piden que se reconozca su dolor. Muchos hombres están bastante dispuestos a ofrecer este reconocimiento; significa que no tienen que hablar de quiénes son, lo que significa que no tienen que pensar en lo que son. Es mucho más fácil retirarse, en un silencio cada vez más sorprendido y lascivo, o en el tipo de reflejo que parece menos intencionado como honestidad, y más destinado a agradar.
El sexo es un impedimento para cualquier idealismo, por lo que la era posterior a Weinstein será una era de pesimismo de género. ¿Qué pasa si no hay una reconciliación posible entre los brillantes ideales de igualdad de género y los mecanismos del deseo humano? Mientras tanto, la moral sexual, tan largamente resistida por los liberales, ha vuelto con una venganza, aunque en términos progresivos. La sensación de rectitud, que las redes sociales reparten en éxitos de dopamina en constante disminución, impulsa la discusión, pero también la limita. Incapaces de encontrar justicia, ni siquiera de imaginarla, volvemos a la vergüenza como nuestra principal forma social de control sexual.
La crisis a la que nos acercamos es fundamental: ¿cómo puede ocurrir la sexualidad saludable en condiciones en las que hombres y mujeres no son iguales? ¿Cómo se supone que debemos crear un mundo igual cuando los mecanismos masculinos del deseo son inherentemente brutales? No podemos responder estas preguntas a menos que las enfrentemos.
Recientemente leí que vivimos en una cultura Tucker Max. El Sr. Max, icono de bro, fue el autor de epopeyas libidinales como "Espero que sirvan cerveza en el infierno" que vendieron millones de copias al celebrar la crueldad y la total falta de preocupación por la humanidad de las mujeres. Pero el Sr. Max finalmente se dio cuenta de que su misoginia casual e irreflexiva lo estaba destruyendo a él y a todos sus seres queridos. Él emprendió un curso sustancial de análisis freudiano clásico en un intento por convertirse en un hombre decente. Solo deseo que estuviéramos viviendo en una cultura Tucker Max. Esa es la cultura que necesitamos desesperadamente.
No estoy pidiendo grupos de concienciación masculina; comencemos con un entendimiento básico de que la masculinidad es un tema que vale la pena pensar. Solo eso sería un inmenso paso adelante. Si quieres ser un hombre civilizado, debes considerar lo que eres. Fingir ser otra cosa, alguna ficción que prefieres ser, no puede evitarlo. No es moralidad sino cultura, aceptar nuestra monstruosidad, tener en cuenta eso, puede salvarnos. Si algo puede

EL GENERO NO ES IDEOLOGIA,ES BIOLOGIA


Los discursos de las jóvenes indican que no hay una transformación del rol de género en las relaciones

    ¿Hasta qué punto los discursos igualitarios de la gente joven indican una verdadera transformación en las relaciones? Un estudio de la Universidad Internacional de La Rioja analiza conversaciones sobre relaciones sexuales o afectivas con hombres en dos grupos de amigas veinteañeras. Los datos obtenidos muestran cómo se construyen dos modelos diferentes de feminidad heterosexual entre las jóvenes y plantean los problemas que ambos pueden suponer para el logro de unas relaciones heterosexuales plenamente igualitarias.

    <p>Los datos no parecen apuntar hacia una transformación profunda de las relaciones de género / Joseph Pearson / Unsplash</p>
    Los datos no parecen apuntar hacia una transformación profunda de las relaciones de género / Joseph Pearson / Unsplash
    Una investigación, liderada por la científica Virginia Acuña de la Universidad Internacional de La Rioja, trata de dar respuesta a si existe o no una transformación de las relaciones de género entre las parejas jóvenes. Esta compleja cuestión la ha abordado mediante el análisis de la construcción de identidades de género en la conversación espontánea, teniendo en cuenta la falta de aproximaciones cualitativas en los estudios sobre género y cultura.
    El estudio concluye que las integrantes de un grupo construyen una feminidad juvenil que reproduce ciertas posturas clásicas en este terreno, en la medida en que abordan este tipo de relaciones como una oportunidad de conseguir pareja, mientras que las del segundo grupo reivindican una feminidad totalmente libre de discursos románticos y/o sentimentales, centrada exclusivamente en el plano sexual.
    Aunque las dos conversaciones analizadas confirman una visión más abierta y flexible de las relaciones heterosexuales entre la gente joven, en la que se acepta el sexo sin compromiso como señal de libertad, los resultados también revelan formas muy diferentes de abordar la cuestión según el grupo sin que existan grandes diferencias en el perfil sociocultural.
    Las versiones más clásicas pueden conducir a situaciones de desequilibrio en las que la mujer ocuparía con frecuencia el lugar de quien tiene que complacer al otro
    Problemas en la consecución de la igualdad
    Acuña problematiza estos dos modelos: “por una parte, la versión más clásica puede conducir a situaciones de desequilibrio en las que la mujer ocuparía con frecuencia el lugar de quien tiene que complacer al otro para lograr que este acepte formalizar la relación, teniendo en cuenta que el amor romántico y la importancia de tener pareja sigue asociándose especialmente con las mujeres”, explica la autora.
    Por otro lado, la versión más liberal c"onlleva un refuerzo del discurso estereotípicamente masculino en torno a las relaciones heterosexuales, que perpetuaría la visión de las mujeres como objeto sexual bajo una falsa apariencia de igualdad”.
    Estas reflexiones son precisamente las que plantea la investigadora como hipótesis de partida para futuras investigaciones, que también abordarán el estudio de las masculinidades juveniles: “para valorar el estado de las relaciones heterosexuales, desde el punto de vista de la igualdad, será fundamental que también se analice la evolución de la masculinidad heterosexual entre los jóvenes: hasta qué punto reproduce esas posturas estereotípicamente masculinas y/o incorpora valores tradicionalmente considerados femeninos en este ámbito, como la importancia del afecto y los sentimientos”.