lunes, 18 de diciembre de 2017

POR ESTA MISERIA SE SUBLEVA ARGENTINA

La foto de una nena tomando agua de un charco conmueve y se viraliza
UNA NENA ARGENTINA BEBE COMO UN PERRO

LAS DROGAS SE PROHIBEN POR MOTIVOS POLITICOS Y ECONOMICOS

Diego Silva Forné, uno de los redactores de la ley que despenalizó el cannabis en Uruguay
“Los argumentos para perseguir penalmente las drogas no son sanitarios sino políticos y económicos”
El especialista destaca que el cambio de paradigma empezó en el continente americano. Detalla el origen de la demonización de la marihuana y las consecuencias de la “guerra contra las drogas”. Y explica cómo funciona el sistema de venta legal en su país y los dificultades con las que está tropezando.
Imagen: Sandra Cartasso
Diego Silva Forné es abogado, asesor en el parlamento uruguayo y uno de los redactores de la ley de Regulación de Cannabis aprobada en 2013, durante la presidencia de José Mujica. Su investigación para la redacción de la ley se convirtió en su tesis doctoral, que la Fundación de Cultura Universitaria de Montevideo editó con el titulo Drogas y Derecho Penal en el Uruguay. El trabajo de 464 páginas analiza la evolución de las leyes sobre drogas que desde el siglo XIX se aplicaron en la banda oriental sin olvidar el contexto internacional, así como su doctrina y jurisprudencia. Silva Forné, que también es docente de Derecho Penal desde hace más de 20 años en la Universidad de la República Oriental y director de la revista Derecho Penal, cruzó el Río de la Plata para presentar su libro en Buenos Aires, tras lo cual, conversó con Páginai12 sobre las políticas de drogas y los cambios que se están dando, especialmente en el continente americano; sobre los mecanismos que a través del tiempo demonizaron a la marihuana y las tensiones entre las visiones sanitaristas que condenan el consumo y las que defienden la autonomía del sujeto para decidir qué puede o no meter en su cuerpo una persona; habló del modelo de regulación implementado en el país vecino y del problema que enfrentan las farmacias, una de las tres vías legales que establece la ley para acceder al cannabis, para expender la sustancia luego de la presión de los bancos norteamericanos.
Siendo estudiante, Silva Forné ya había hecho alguna publicación sobre el tema drogas pero, según contó, no había vuelto a visitar la cuestión orgánicamente hasta que fue convocado en 2011 para la redacción del proyecto de regulación que finalmente se aprobó en diciembre de 2013, y que le permitió analizar desde el primer código penal uruguayo de 1889 lo que fueron las actuaciones de los tribunales y la legislación sobre el control de drogas hasta que se aprueba la nueva ley.
Tal como lo explica en su libro, la mirada que sustenta la ley que corredactó se basa en que la marihuana es una droga blanda, es decir, una sustancia cuyo consumo puede resultar perjudicial para la salud tanto como lo pueden ser las sustancias o productos de venta legal (tabaco, alcohol, medicamentos).
–Teniendo en cuenta esa distinción sobre el cannabis y que la mayoría de los estudios señalan que no hay muertos por consumo de marihuana, ¿en qué momento comenzó a ser demonizada?
–Hay varios autores internacionales que lo han estudiado muy bien, entre ellos Antonio Escohotado en su Historia general de las drogas, que analiza cómo comienza a ser demonizada en Estados Unidos a partir de la década del 30, después de que es abolida la Ley Seca y todo el aparataje policial contra el crimen organizado necesita un nuevo enemigo a definir. Bien se dice que la persecución de las drogas allí obedeció a motivos raciales. El opio se empieza a perseguir porque era la droga que consumían los inmigrantes chinos que habían ido a construir los ferrocarriles. La marihuana se asocia a la inmigración mexicana. La agencia de narcóticos empieza a elaborar un discurso de demonización de la mariuhana que empieza a ser perseguida punitivamente. Francisco Thoumi, miembro de la JIFE (Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes-ONU), al igual que Escohotado relata que en la década del 40, el alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia, manda a hacer un estudio a la Academia de Medicina sobre los efectos del cannabis. Las conclusiones de ese estudio sostienen que el cannabis no tiene los efectos que dicen las autoridades y que sus perjuicios son mucho menores que el alcohol y el tabaco. Sin embargo, ese informe desaparece públicamente, es criticado por la agencia de narcóticos diciendo que quienes sostenían eso eran amigos de los traficantes, y el estudio completo vuelve a aparecer en un archivo de la alcaidía de Nueva York en 1969. Esa evidencia científica fue ocultada durante décadas. Después, el presidente Richard Nixon declaró la guerra contra las drogas porque tenía la guerra de Vietnam y precisaba enfocar la atención pública frente al desastre que estaba sucediendo con las tropas norteamericanas en Asia. Ahí surge la demonización, y en nuestro continente, que estaba atravesado por dictaduras militares, se aprueban leyes muy parecidas de fuerte penalización.
–Se han desarrollado estrategias diversas para el consumo de cannabis en distintos países como España, Holanda, Suiza, Colombia, muchos estados de Estados Unidos y ahora en Uruguay. ¿Hay un cambio de paradigma respecto a la política de guerra contra la droga que se sigue dando en el continente americano, y que según algunos hace rato que dejó de aplicarse en Europa?
–No estoy de acuerdo con esa visión. El cambio de paradigma comienza a darse en el continente americano. Hay un hecho que para mí es un disparador del cambio de discurso de la clase política en relación a este tema. En The Wall Street Journal sale un artículo, recién había asumido (Barack) Obama como presidente, firmado por Fernando Hernique Cardoso, Ernesto Zedillo y Cesar Gaviria, tres ex presidentes que dicen que la guerra contra las drogas es un fracaso y que hay que buscar otras alternativas. Y explican que la región se está desangrando en una guerra inútil que ha creado un mercado negro gigantesco haciendo crecer en dimensiones exponenciales el crimen organizado. Luego se suman otros presidentes y ex presidentes. En México, (Vicente) Fox, un hombre de derecha, también enarbola el mismo discurso. Otto Pérez Molina en Guatemala y en Uruguay, Mujica. O sea, la clase política cambió el discurso, si bien en los hechos se sigue manejando a nivel de las administraciones y de las fuerzas policiales, el marco normativo que todavía está vigente basado en ese modelo, el discurso, está cambiando. O veamos lo que pasó en la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Ungass) del año pasado, donde actuales mandatarios de la región reclamaron cambio a nivel global en las políticas de drogas porque el paradigma punitivo es equivocado y no da ningún resultado. Lo hizo el presidente de México, Enrique Peña Nieto, y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
–En su libro dedica un capítulo a la tensión entre Estado terapéutico y Estado de derecho. Entre quienes esgrimen razones sanitarias para perseguir el consumo y quienes sostienen la autonomía de las personas para decidir. ¿Podría desarrollar un poco esa relación?
–Esa tensión se ha venido desarrollando a lo largo del siglo XX. Durante el siglo XIX la población de todo el mundo consumía todo tipo de drogas. El opio se consumía en Oriente en forma usual y cotidiana. Recordemos que en la Europa del siglo XIX el consumo de opiáceos, cocaína, marihuana era absolutamente común. Laboratorios europeos producían heroína, cocaína e inclusive se hacían medicamentos para niños en base a estas sustancias. La guerra contra las drogas es un fenómeno del siglo XX, antes nunca se había dado. En nuestros estados constitucionales, tanto Uruguay como Argentina, tienen una fórmula que es la del respeto de la autonomía personal, cuyo único límite es el daño a terceros. O sea, las acciones privadas de las personas que no alteran el orden público y no afectan a terceros están exentas de la autoridad de los magistrados. Ese principio de la autonomía personal es uno de los principios básicos que surgen en el siglo XIX. Es un principio de la democracia liberal y tiene su desarrollo más elaborado en la obra de Jhon Stuart Mill, en su libro Sobre la libertad. Muchas veces no nos damos cuenta el enorme espectro de repercusiones que tiene ese principio en el sistema democrático. Por lo pronto, es la base del sistema democrático representativo. El Estado no puede inmiscuirse en nuestra vida privada y decirnos qué hacer con ella en tanto no dañemos a terceros. Si el Estado pudiera adoptar medidas coactivas en pro de mejorar nuestra salud, nos tendría que prohibir consumir alcohol, tabaco, colesterol, grasas trans  y nos obligaría coactivamente a hacer ejercicios. Porque las principales causas de morbimortalidad en nuestras sociedades son las enfermedades cardiovasculares vinculadas al tabaco, al alcohol, al abuso de colesterol y al sedentarismo. Es decir, no tienen nada que ver con las drogas ilegales. Los argumentos para perseguir penalmente las drogas, definidas por Naciones Unidas como ilegales, no son sanitarios sino políticos y económicos.
–No dejan de ser paradójicas las razones sanitarias contra la marihuana cuando las sociedades actuales ejercen un control farmacológico de las subjetividades y se recurre a la medicalización como estrategia del biopder.
–Sí, es muy curioso que se persiga las drogas con argumentos sanitaristas cuando hay drogas que son mucho más adictivas, que pueden causar más perjuicios para la salud y se venden en las farmacias. El uso de psicofármacos, de calmantes u opiáceos que son muy adictivos, y sin embargo se venden y se expenden por los médicos con gran soltura. En términos de salud pública, como Estado debería preocuparme que a la población lleguen sustancias que estén sanitariamente controladas: que se pueda informar de los riesgos y saber que está producida en condiciones adecuadas, no adulterada, ni contaminada, ni ha perdido sus características. La legislación penal en relación con los delitos contra la salud pública en el siglo XIX precisamente preveía eso. Se castigaba a quien a sabiendas pusiera en el mercado sustancias que pudieran dañar la salud de la población sin control sanitario. En un modelo ideal, uno aspiraría a que las sustancias que circulan en el mercado estén controladas por el Estado para que la población sepa qué consume y qué riesgos asume. Creo que lo que ayuda es el cambio de pasar de un paradigma prohibicionista a un paradigma de reducción de daños. Sabemos que las personas van a consumir drogas, si lo sabemos lo mejor que podemos hacer es asegurarnos que consuman sustancias controladas. Desde luego los problemas sociales los tenemos que enfrentar con soluciones sociales y los problemas sanitarios con medidas sanitarias, la policialización y el punitivismo no han solucionado nada, sólo han generado violencia y corrupción.
–En ese sentido, la regulación en Uruguay permite un control sobre el producto que se vende.
–En primer lugar, las tres vías legales para acceder al cannabis (autocultivo; cultivo cooperativo en clubes y venta en farmacias) hacen que las personas no tengan que recurrir al mercado negro. Segundo, están consumiendo un cannabis controlado en su calidad sanitaria y no ofrece los problemas que tienen los del mercado negro que está contaminado, adulterado, que contiene pesticidas, hongos, y que la mayor parte no es cannabis sino cualquier otra cosa. Además, se sabe cuál es su potencial psicoactivo. Por lo tanto, no solo hay un beneficio en cuanto política pública porque se quita del crimen organizado una parte de la droga sino que hay un beneficio sanitario. Paralelamente, hay políticas activas sanitarias de apoyo y orientación en relación al consumo.
–¿En que se diferencia la ley que implementaron de los modelos europeos como el de España, donde hay clubes cannábicos, u Holanda con sus coffee shop?
–El problema es que en España y en Holanda no hay un modelo. En España hay una situación de alegalidad. Hay una creación de la práctica que son los clubes cannábicos. Pero estos clubes no están regulados, cuando algunas comunidades autónomas han intentado reglar el gobierno del Partido Popular ha recurrido esas leyes y las ha llevado al Tribunal Constitucional. Así es que están suspendida y a la espera de que falle el Tribunal como ocurre con la que se dictó en Navarra. Entonces están expuestos a persecuciones. En Holanda, tampoco hay una regulación para los coffee shop. El Ministerio Público holandés, en acuerdo con la policía y los ayuntamientos, aplica lo que se llama el “principio de oportunidad” que define qué delitos perseguir. Entonces, los coffee shop no tienen un permiso para expender sino que hay una decisión de que por el expendio de 5 gramos de cannabis no intervienen. Tampoco por el almacenamiento de la cantidad que tiene el comercio. Hay decisión de no perseguir. Donde sí se ha empezado a regular es en distintos estados de Estados Unidos, con mecanismos regulatorios con bastante detalle y más liberales que la regulación uruguaya. En Uruguay, por ejemplo, los mecanismos lícitos de acceso son para quienes estén radicados en territorio uruguayo, los turistas no pueden.
–Los tours de cata que se estaban organizando, como en Colorado (EE.UU.), al estilo de las degustaciones de vino, ¿se prohibieron?
–Sí, el Ircca (Instituto de Regulación y Control del Cannabis) intimó a los clubes a que cesaran con esas actividades porque no están permitidas por la ley. Los mecanismos de acceso están pensados para quienes están domiciliados en Uruguay y, además, registrados.
–¿Ese registro es el que permite acceder a la compra en las farmacias?, ¿Cómo se mantiene el anonimato?
–Lo primero que hizo la ley fue definir eso como dato sensible, que es una categoría conforme a la ley de Protección de Datos. Por lo tanto, la identidad es un dato sensible y su divulgación es un delito. En cuanto a la compra en farmacias, el farmacéutico no tiene acceso a la base de datos y no conoce la identidad de quienes van a comprar, porque las personas lo que hacen es poner su huella digital en un lector que da la aprobación o no.
–En cuanto a las cantidades que permite la ley para consumo, una vez implementada la ley, ¿hubo persecuciones, allanamientos?
–Con relación al expendio en farmacias, la ley estableció que los usuarios pueden adquirir 40 gramos mensuales, en paquetes de 10 gramos. En los cultivos domésticos, establece que es lícito el destinado a consumo individual o colectivo en el hogar. Pero no establece una cantidad. No dice cuántas plantas se pueden tener. Sí dice que se entenderá como destinado al consumo personal el producido de seis plantas y el almacenamiento de hasta 480 gramos anuales en ese domicilio. Son presunciones de destino lícito. No son cifras tope. Lo que dirime la licitud o no es el destino. Y sí hubo procedimientos policiales abusivos. Los ha habido hasta hace muy poco en distintos lugares del país. El Ministerio del Interior sacó un protocolo de actuación policial donde explica cómo proceder. Y como siguió habiendo actuaciones y procesamientos erróneos por parte de jueces y fiscales, la Fiscalía General de la Nación dictó una instrucción general donde establece los criterios ha seguir. Y allí, recoge nuestra interpretación sobre estas presunciones de destino lícito que consagra la ley. Y se les explica que la tenencia de cantidades superiores no indican una actividad delictiva sino que por el exceso de esa cantidad el juez tendrá que analizar el destino de lo que se encontraba en el domicilio o lo que llevaba la personas.
–El otro problema, que aún no se ha resuelto, es el de la venta en las farmacias. ¿Qué pasa y cómo se resuelve?
–La comercialización se demoró mucho, recién se implementó el 20 de julio de este año. Estamos hablando de más de dos años de que asumió la actual administración. El 20 se empezó a expender con un éxito enorme, una cantidad inusitada de gente. A los pocos días se duplicó la cantidad de personas que se habían registrado. Sin embargo, lo que sucedió es que las casas matrices de bancos que operan en Montevideo dieron directivas para que se cierren las cuentas de quienes sigan con la venta. Todo esto siguiendo la normativa bancaria norteamericana en relación con el cannabis. Eso determinó que a dos farmacias le fueron cerradas las cuentas y las otras están viendo qué hacer. En principio se había pensado que se podía resolver a través de la banca estatal. Pero al Banco de la República, el Bank of America le anunció que si mantenía la cuenta de una persona que comerciaba con cannabis no le iba a vender más dólares al Estado uruguayo, y que le iban a cerrar la filial en Nueva York. Hay una misión del estado uruguayo que estaría viajando para negociar con las autoridades norteamericanas y entrevistarse con los legisladores que han presentado un proyecto de ley suscripto por demócratas y republicanos para autorizar a las entidades norteamericanas a operar con el sistema bancario a quienes expenden cannabis. En Estados Unidos muchos de los comercios de cannabis trabajan en efectivo  o lo hacen con bancos locales que no tienen contacto con el exterior de EE.UU. y no tienen que cumplir con las normas federales.  California, el estado más grande y poblado, acaba de regular el cannabis para uso recreativo. O sea un negocio de miles de millones de dólares, ¿el sistema financiero se va a quedar afuera de eso? Además, el gobierno canadiense ya anunció que el 1º de julio del año próximo Canadá va a regular el cannabis para uso recreativo. Canadá integra el G7 ¿va a quedar al margen del sistema financiero? Tarde o temprano se va a solucionar. Los bancos no van a dejar un negocio tan importante, que está generando tanto empleo y una dinamización de la economía en los estados que tienen la regulación. En materia de impuestos, Colorado generó el año pasado 770 millones de dólares de impuestos. ¿Van a renunciar a eso? Esto se va a resolver a mediano plazo.

Y A LOS MACHOS LAS HEMBRAS TETUDAS Y CULONAS...SOMOS ANIMALES


Un hombre «cachas», de los que gustan a las mujeres, según la investigación
Un hombre «cachas», de los que gustan a las mujeres, según la investigación - Fotolia

Qué hace a un hombre atractivo de verdad, según la ciencia

Las mujeres los prefieren fuertes, señal de una buena capacidad de lucha y, por lo tanto, de supervivencia. Lucir músculo está por delante de la altura o la delgadez

 
¿Qué hace el cuerpo de un hombre más atractivo? ¿Unos músculos bien definidos, la altura, la delgadez? Cualquiera puede tener una opinión al respecto pero, al final, no hay que darle muchas vueltas. A las mujeres les gustan, por encima de todo, los tipos «cachas». Es algo primitivo y que no ocurre solo en la especie humana, sino también en muchas otras de mamíferos en las que las hembras optan por los machos que lucen una mayor fortaleza física. Señores, es lo que hay...
Esta es la principal conclusión de una investigación de la Universidad de Griffith publicada en la revista Proceedings of the Royal Society B en la que mostraron a un grupo de mujeres imágenes de diferentes cuerpos masculinos para preguntarles cuáles les gustaban más. Y resultó que las características físicas más apreciadas fueron tener un tronco musculado, incluidos los hombros más anchos, estar en buena forma física y tener los brazos fuertes. Nada de enclenques.
«Los psicólogos evolutivos han demostrado que, para elegir pareja, las mujeres utilizan muchas señales de la calidad genética de los hombres y la capacidad de invertir recursos en la mujer y su descendencia», explica Aaron Sell, experto en criminología de la universidad australiana. Entre nuestros antepasados, una variable que predecía todo eso era un aspecto formidable. «Por lo tanto, las mujeres modernas todavía deben tener mecanismos de elección de pareja que respondan a las señales de la capacidad de lucha de un hombre», asume el investigador. Y una señal crucial de la capacidad de un hombre para luchar «era la fuerza de la parte superior de su cuerpo».

Señales de salud

En el experimento, los resultados mostraron que era posible predecir de forma casi perfecta cuán atractivo es el cuerpo de un hombre a partir de tres cosas: lo fuerte que se ve físicamente, la altura y su delgadez. El efecto de la fuerza fue tan grande que ninguna de las 150 mujeres que participaron el estudio prefirió a los hombres débiles. Además, lucir fuerte era mucho más importante para el atractivo del hombre que ser alto o delgado. En definitiva, «la fuerza de un cuerpo masculino representa un 70% de la varianza en el atractivo», dice Sell.
«El efecto de la altura y el peso sobre el atractivo pueden indicar que las mujeres están respondiendo a las señales de salud o a los beneficios que ser alto y delgado tienen en la agresión prolongada, la caza y otros aspectos de la capacidad de lucha», apunta Sell.
Curiosamente, mientras las mujeres del estudio eligen los cuerpos más fuertes, existen datos en distintas culturas que muestran que las mujeres no siempre se decantan por los rostros más masculinos llenos de testosterona. Sea como sea, parece que es mejor pasar por el gimnasio antes de una cita. Siempre puede uno usar el cerebro para la conquista, pero eso ya es otra historia.
Enojate, hermana
 
Mamushkas feministas
 
Imagen: Sebastián Freire
Me he fascinado soberanamente esta semana con el caso de “Sol Pérez y el engaño del evento”. Sol Pérez es una mujer que habla del clima en un programa de cable, que baila en lo de Tinelli, y que dicen ha llegado a la fama por una cola infernal. ¿Pero es esto posible? No lo creo. ¿No hay acaso miles de colas infernales? Claro que las hay, y no todas las colas infernales pueden vivir de sus colas infernales. Y ahora sí, voy a elogiar sin titubear a las Kardashian. Acéptenlo: son graciosas. Son cinco hermanas superficiales que aman el dinero. ¿Son eso sólo? ¿No hay acaso miles de personas superficiales que aman el dinero? Claro que las hay y no nos da ganas de verlas. Las Kardashian te hacen reír. En definitiva, no creo que un culo haga famoso a nadie, creo que hay personas con un carisma o un algo distinto como para  lograr que su culo sea famoso.
La noticia es la siguiente: Sol Pérez es invitada a conducir un evento, en un momento de la velada se da cuenta de que hay un viejo vendado en el escenario al que ella tiene que bailarle. No lo hace, no estaba en el arreglo. Pérez se muestra indignada en los medios, y expresa que la han hecho sentir una “prostituta”. Al mismo tiempo, Georgina Orellano, de Ammar, hace un descargo sobre los dichos de Sol Pérez con la intención de vaciar de estigmatizacion a la palabra “prostituta”. Batalla que apoyo fervientemente. Desde que conozco la las trabajadoras sexuales muchas de mis ideas feministas han virado para siempre, y ahora cada vez que me encuentro usando la palabra “prostituta” peyorativamente siento como un arakiri en el centro del pecho. Así es como sucede, así cambiás tu forma de hablar, ciertas palabras comienzan a dolerte en determinado contexto, y tu organismo de a poco las desecha. Quizás a Sol esta batalla lingüística no le importó, o quizás sí, entiendo, de todos modos, la militancia de Georgina de utilizar esta situación para visibilizar esta problemática, tan feminista, de querer torcer la cultura arraigada en el inconciente desde el lenguaje.
No voy a hablar de trabajo sexual, porque no me corresponde, solo me animo a una reflexión con pretensiones semióticas. “Prostituta” como lo usó Sol y como lo usamos la mayoría de las personas, es “quien hace cosas indignas por dinero”. Hay mujeres que les gusta ser trabajadoras sexuales, y hay mujeres que aman mostrar el culo. ¿Qué es lo indigno? ¿Cuál es la parte del cuerpo que está bien vender? ¿Y cual la qué está mal? ¿Cuántos son los trabajos que jamás podrías hacer? ¿Cuál es la explotación menos peor? ¿Cuál es el culo de trola y cuál es el culo de moda? ¿Por qué la vagina es sagrada, pero la salud que dejás en un trabajo en el que te explotan no lo es?
En el empoderamiento que supone la libertad de vivir de la imagen propia sin culpa, hay que aceptar el goce que les supone a estas mujeres el ser admiradas, y a la vez hay que aceptar la cantidad de mujeres que no viven de su imagen, que no han decidido esto para nada, pero se les exige que cumplan con el canon hegemónico de belleza o sensualidad de las mujeres que sí. Y acá se arma el lío, como si algo pudiera ser feminista y no serlo al mismo tiempo. Creo que hay una mirada lasciva requerida, y otra que no lo es, y en un mundo ideal no debiera haber juicio de valor sobre ninguna de las dos opciones. Las trabajadoras sexuales me han enseñado una cosa que ha terminado siendo mi eje en estos debates: no tengo derecho a decirle a otra mujer qué hacer con su cuerpo, ni cuando se trata de cuestiones reproductivas, ni cuando se trata de cuestiones comerciales. No tengo derecho a subestimar a ninguna mujer que está expresando claramente lo que quiere y cómo lo quiere. Ese es mi faro. Pero enseguida se cae el faro ¿Cuáles son las mujeres que pueden expresar realmente lo que piensan y quieren sin perder, por ejemplo, su trabajo? Esta complejidad de mamushkas de cuestiones feministas solo se solucionan leyendo, debatiendo, repensando sin cesar. Pero hay una buena noticia: que Sol Pérez sienta la libertad de poder quejarse de un viejo pajero desubicado es un triunfo de la nueva ola del feminismo, en los ochenta no nos hubiéramos ni enterado y que las trabajadoras sexuales salgan a decirle que ser prostituta no es indigno, es parte del mismo triunfo.