viernes, 22 de diciembre de 2017


¿Es una utopía recuperarlos? Por Dr. José Ceriani Cernadas | 21 DIC 17

La pérdida de la ética y el humanismo en la profesión médica

La pérdida de la dignidad que la profesión médica supo tener y el muy bajo concepto que el médico le merece actualmente a la sociedad. ¿Cuáles son los motivos? ¿Qué podemos hacer?
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Autor: Dr. José Ceriani Cernadas  Archivos Argentinos de Pediatría 2017;115(6):522-523
INDICE:  1. Página 1 | 2. Referencias bibliográficas
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Sin duda, la actitud de la profesión médica en la atención de los pacientes presenta actualmente diferencias muy notorias a lo que antaño fue. En ese proceso, influyeron los múltiples y marcados cambios en la medicina de las últimas décadas, en especial luego de la segunda guerra mundial, que produjeron muchos beneficios en el cuidado de la salud, tales como mayor prevención de enfermedades y mejores resultados de tratamientos en trastornos graves.
No obstante, destaco que esos logros ocurrieron especialmente en los países desarrollados y no así en muchos otros países donde aún hoy las poblaciones muy pobres sufren cantidad de enfermedades que los llevan a un nivel de vida totalmente inadecuado. Esta inequidad es un desafío a corregir.
Asimismo, esos cambios en la medicina también modificaron muchas de las virtudes que tuvo la profesión médica en su “era dorada” desde las últimas décadas del siglo 19 a mediados del siglo 20. En esos años, los médicos entendieron que lo esencial era comprender lo que el paciente necesitaba y que debían acompañarlo, escucharlo sin prisa y brindarle el mejor cuidado posible.
Al principio del siglo 20, dejaron de indicar tratamientos perjudiciales, que con frecuencia provocaban la muerte, y aunque solo contaban con unas muy pocas drogas eficientes (digital, salicilato, morfina), con su actitud compasiva ganaron la confianza de la gente y lograron mucho prestigio.
Lamentablemente, los cambios en la práctica médica en las últimas décadas no fueron auspiciosos y tampoco lo son hoy en día, ya que empeoran en forma continua. Esto llevó progresivamente a la pérdida de la dignidad que la profesión médica supo tener y al muy bajo concepto que el médico le merece actualmente a la sociedad.
Unos de los aspectos más críticos es la muy devaluada relación médico-paciente que lleva a múltiples trastornos en la gente que suele confiar en los médicos pero luego de la consulta se sienten solos ya que nada pudieron lograr, y así pierden todo lo que habían confiado. Debo señalar que esta actitud también provoca que los médicos aumenten los errores y entonces el paciente no solo sufrió una decepción sino que también tiene un mayor riesgo de padecer un trastorno, a veces muy grave, ocasionado por el error que el médico cometió.
Para garantizar la seguridad del paciente, los médicos podrán reducir la incidencia de errores y eventos adversos, solo si involucran activamente a los pacientes.
Michael L Millenson en un ensayo reciente, señala varios aspectos negativos en la atención de los pacientes por parte de los médicos. Destaco esta frase que resume muy bien lo que hoy en día ocurre en nuestra profesión: “El cuidado centrado en el paciente está siendo subsumido por la salud colaborativa, permitida por los cambios tecnológicos, económicos y sociales. Los médicos están perdiendo gran parte de su prestigio y tendrán que cambiar su comportamiento para conservar la confianza pública”..1
Asimismo, diferentes aspectos en cuanto a las actitudes de los médicos, han sido señalados y aquellos que siguen bregando por recuperar el humanismo son los que aun hoy luchan para que la atención médica mejore sustancialmente.2-5
¿Cuáles son las causas que han deteriorado la relación con los pacientes?
El crecimiento exponencial del mercantilismo asociado a la apabullante tecnología que se renueva sin pausa y es mal utilizada, resultan a mi criterio, los aspectos más notoriamente perjudiciales que nos han llevado a la pérdida de la ética y el
humanismo.
No obstante, sin duda debemos mantener las esperanzas tal como nos dijo Jorge Luis Borges en una frase muy propia de él: “Quizá la ética sea una ciencia que ha desaparecido del mundo entero. No importa, tendremos que inventarla otra vez“.
Asimismo, es necesario que los médicos y pacientes reconozcamos los límites de la medicina y abracemos la incertidumbre que se encuentra más allá. “Sólo es posible vivir porque no entendemos todo y porque no podemos controlar el futuro “, dice Iona Heath en un ensayo. No aceptar la incertidumbre es de los males más notorios en la medicina actual ya que al suponer el médico que todo lo sabe (no saber que no sabe) cree haber hecho el diagnóstico apropiado o una decisión correcta, cuando no es así.
Otro aspecto que tiene influencia es la medicina basada en la evidencia cuya inadecuada concepción ha generado diversos problemas en la práctica médica3,6. Es común que los médicos resalten las evidencias por encima de todo, algo que sin duda es erróneo ya que nuestra obsesión por la evidencia puede disminuir la humanidad en la consulta clínica. La evidencia no tiene el monopolio de la verdad y presenta limitaciones tal como se han mostrado en varias publicaciones.
Es necesario que tengamos eso en cuenta porque de otra forma se agrandarán las diferencias entre la evidencia y la humanidad que los pacientes buscan y necesitan. La mayoría de los médicos no somos científicos, y cada paciente presenta desafíos únicos que no pueden reducirse solo
al resultado de un ensayo clínico aleatorizado. Es por eso que para llevar a cabo una atención adecuada, coherente y mejor equilibrada, la salud exige un nuevo enfoque en los médicos a fin de que puedan evitar la brecha entre la evidencia y el humanismo.
Finalmente, si discurrimos acerca de la pregunta en el título de este editorial en cuanto a si es una utopía recuperar el humanismo, a mi juicio no lo es ya que no podemos claudicar y debemos seguir bregando por una mejor atención a los pacientes. La Dra. Plant et al.recomiendan que para lograr ese desafío, necesitamos reflexionar sobre nuestro recorrido por la medicina y recordar los cruciales momentos que la profesión médica reafirmó el compromiso con los valores que supo tener.
Estos momentos pueden referirse al espíritu que nos lleve a redescubrir los aspectos inherentes a la práctica médica y al reconocimiento que la sociedad otorgó a los médicos que están al servicio de aquellos que sufren y necesitan atención. Este atributo, que se basa en nuestra sincera preocupación por la centralidad de los valores humanos en todos los aspectos de la actividad profesional, se conoce como humanismo, que suele definirse como la presencia de empatía, altruismo, humildad y compasión.
Acerca de esto, William Osler nos dejó una notable frase: ”es mucho más importante saber cómo es la persona que tiene una enfermedad, que saber qué clase de enfermedad tiene una persona”.
Es imprescindible que retomemos el camino hacia una medicina basada en las necesidades de la gente y no aquella que nos lleva a considerar en primer lugar el lucro en nuestra tarea que indefectiblemente nos alejará de los atributos que debemos mantener. Tal vez sea adecuado recomendar a los médicos, tal como lo hizo el médico inglés Thomas Sydenham al decirle al médico del Rey Richard Blackmore, que si quería aprender la medicina debía leer el Quijote de Cervantes.
Realmente, el libro contiene muchos conocimientos de la medicina y asombrosamente, hace más de 500 años, critica sus aspectos negativos, algo bien claro en el siguiente párrafo “Hay médicos que, después de matar a los enfermos que tratan, todavía quieren ser pagados después de su trabajo, que no es otra cosa que firmar una receta para algún medicamento”.

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JOSÉ ROSADO RUIZ
Médico

¿Sociedad medicalizada?

Ponemos el protagonismo de nuestra salud en sustancias químicas extrañas a nuestro organismo y abandonamos nuestra colaboración y responsabilidad
¿Sociedad medicalizada?¿Sociedad medicalizada?
¿Sociedad medicalizada? ROSELL
En la sociedad se percibe una cierta indiferencia ante el tema del consumo de drogas y se acepta como mal menor en un ejercicio de permisividad que se confunde perversa e intencionadamente con la tolerancia. La misma mantiene factores de riesgos muy importantes y aleja de su responsabilidad muchas de las medidas protectoras en una ignorancia que pone en peligro su propia estructura y que ofrece argumentos para que el fenómeno se desarrolle de manera incontrolable. Un problema ignorado nunca es un problema resuelto.
Actualmente y de forma evidente, la industria farmacéutica, con la finalidad de mejorar la calidad de vida de las personas, está consiguiendo, con una propaganda muy estudiada, imponer la necesidad de consumir medicamentos como remedio para las realidades normales de la vida, al señalar a éstas como patológicas: valoran las modificaciones fisiológicas normales como alteraciones que pueden ser resueltas con fármacos y juegan con el derecho a la felicidad que todo el mundo desea para evitar cualquier molestia o malestar. El error de medicalizar la conducta y las emociones consolida un hábito farmacológico que alimenta una farmacodependencia de difícil solución, porque se encuentra enraizada en unos supuestos científicos aceptados por un contexto que aplaude esa conducta.
Las drogas son diversas, desde suplementos de calcio, vigorizantes capilares, antiarrugas, potenciadores musculares, refuerzo de la memoria o laxantes de fibra vegetal, hasta antidepresivos, estimulantes sexuales o cualquier tipo de molestia o pequeños trastornos que son esencialmente transitivos. La pérdida de la libido por el estrés o la edad, las funciones digestivas alteradas por una deficiente alimentación, los estados de ánimos turbados por la convivencia e incluso los llamados "pecados capitales" que representan el origen de graves alteraciones mentales, son subsidiarias de medicamentos que todo lo resuelven y ponemos el protagonismo de nuestra salud en sustancias químicas extrañas a nuestro organismo y abandonamos nuestra colaboración y responsabilidad en los estados de salud que representan la piedra angular de una vida sana. En este contexto, las llamadas drogas ilegales aparecen también como auténticos remedios terapéuticos rápidos y fáciles de conseguir por su gran disponibilidad. De una manera ingeniosa se está introduciendo en internet una farmacia directa en la que la venta de medicamentos se hace sin pasar por ningún control sanitario y sin información clara de las indicaciones, dosis, duración y de los efectos secundarios, contraindicaciones, interacciones etc.
La industria farmacéutica propone un conjunto de productos que resuelven todos los problemas, aunque en realidad apenas resuelven algo: agravan los presentes, crean los latentes y resucitan los pasados. El arte de inventar enfermedades representa para esta industria su salvación económica, y es que con gran maestría transforman las molestias y achaques cotidianos en desórdenes mentales y en síntomas alarmantes los procesos normales. El objetivo es grabar en ellos el sello de enfermedad para ofrecer su particular vademécum.
Contemplando el anterior escenario, ¿qué sucedería si durante algunos días desaparecieran del mercado la cocaína, heroína, cannabis, alcohol... también los lexatinesorfidalestrankimazinesalprazolanesdiacepanesfluoxetinas etcétera" y los remedios terapéuticos para patologías banales y transitorias?
La estrategia de las compañías farmacéuticas ha sido crear una preocupación obsesiva por nuestro cuerpo y que configura en nuestra mente un miedo a toda alteración y, por retroalimentación, se refuerza la génesis de lo que queremos evitar. El círculo de la creación de una patología se cierra de manera eficaz y así se alcanza la meta: aumentar su clientela de necesitados vitalicios y multiplicar sus beneficios.
Y es que el ser humano es un homo viator, un caminante que, en busca de la felicidad que tanto ansía, utiliza todo lo que valora como bueno para esta meta, y las drogas legales o ilegales aparecen como un señuelo, un anzuelo en el que muchos se enganchan, y la fábrica de ilusiones se convierten en fábrica de frustraciones que le hacen disfrutar de la vida olvidándose que están vivos.
No hay nada tan revolucionario como el sentido común, y éste nos dice que nada se cambia sino existe previamente una idea, un pensamiento: crear un estado de opinión terapéutico sobre las drogas es una responsabilidad de todos.
En manos sabias, el veneno es medicina; en manos necias, la medicina es veneno.