martes, 27 de febrero de 2018

CHI LO SA?

Cuando una misteriosa enfermedad se propagó por la embajada de Estados Unidos en Cuba a finales de 2016, los efectos diplomáticos no tardaron en llegar.
Estados Unidos recortó el número de personas en su misión en la Habana y expulsó a 15 diplomáticos cubanos después de que al menos 24 personas entre personal estadounidense y sus familias presentasen una mezcla de dolores de cabeza, mareos y problemas de vista, oído, sueño y concentración.
Muchos de los diplomáticos afectados afirmaron que los síntomas aparecieron tras escuchar ruidos extraños en sus hogares o habitaciones de hotel. Algunos informaron de que los sonidos –que adoptaban varias formas, desde chirridos hasta ruidos similares a los de las chicharras y el golpeteo causado por una ventana abierta en un vehículo– parecían ir dirigidos contra ellos y que los síntomas desaparecían cuando se cambiaban de habitación.
Ahora, la disputa sobre la causa del episodio ha llegado al mundo de la medicina, donde algunos doctores y científicos están furiosos por lo que creen que es una situación manipulada con fines políticos.
Un estudio publicado la semana pasada por doctores estadounidenses que examinaron a 21 de los diplomáticos afectados ha sido criticado por partir de la base de que los diplomáticos habían estado expuestos a una “fuente de energía” desconocida. Los escépticos insisten en que esto sigue siendo, en el mejor de los casos, una conjetura lejos de estar demostrada.
Inmediatamente después de los incidentes, fuentes anónimas del Gobierno de EEUU afirmaron que los diplomáticos habían sido víctimas de “ataques acústicos” desde un dispositivo que funciona fuera del rango de sonido perceptible para los humanos. Otras informaciones anónimas sostenían que los científicos habían descubierto  anomalías en partes de la materia blanca del cerebro de los diplomáticos.
Mientras las fuentes gubernamentales norteamericanas han empezado a echarse atrás  en sus acusaciones de ataque acústico –una posibilidad sobre la que una investigación del FBI no ha encontrado pruebas–, sigue investigándose el uso de otro tipo de arma energética que emite sonidos.
El Gobierno de EEUU pidió a doctores de la Universidad de Pensilvania llevar a cabo pruebas sobre 21 de estos diplomáticos. Los resultados, publicados en elJournal of the American Medical Association (Jama), no descubrieron anomalías en la materia blanca del cerebro, aunque se están llevando a cabo exámenes más avanzados. “Era similar a lo que se puede ver en los grupos de control de la misma edad”, explica Douglas Smith, director del Centre for Brain Injury Repair (Centro para la Reparación de Heridas Cerebrales), que dirigió el estudio médico.
Pero el informe describe un nuevo síndrome en los diplomáticos similar a una conmoción cerebral persistente. Mientras que algunos de los afectados se recuperan rápidamente, a otros los síntomas les han durado meses. El estudio concluye que los diplomáticos parecen tener “lesiones prolongadas en redes cerebrales generalizadas”.
Robert Bartholomew, experto en la enfermedad psicogénica masiva (MPI, por sus siglas en inglés) y profesor en el instituto de Botany Downs en Auckland, señala que el estudio le dejó “sorprendido” y sostiene que tiene el aspecto de ser propaganda del Gobierno de EEUU.
En el artículo, los doctores manifiestan que su objetivo es describir las “manifestaciones neurológicas tras la exposición a una fuente de energía desconocida”, pero Bartholomew señala que no existen pruebas de que ningún tipo de fuente de energía afectase a los diplomáticos ni de que ni siquiera tuviese lugar un ataque. “Es como si los autores nos intentasen hacer creer que ha ocurrido un ataque”, declara a The Guardian.

"Hace falta mucha imaginación"

Mitchell Valdés-Sosa, director del Centro Cubano de Neurociencia, participó en la investigación cubana de los incidentes y sostiene que se han descartado demasiado pronto otras explicaciones. “Cuando ves las pruebas y lo que se presenta, la idea del daño generalizado a las redes cerebrales no se sostiene”.
Valdés-Sosa cree que un reducido número de diplomáticos tenía problemas médicos reales, cuyas causas se desconocen, y que despertaron temores sobre posibles ataques al vincularse con ruidos inusuales. Mientras la preocupación se extendió por la comunidad diplomática, otros experimentaron síntomas similares, desarrollando así MPI.
“No hay pruebas de ningún tipo de ataque”, explica el director del Centro Cubano de Neurociencia. “Haría falta mucha imaginación para explicar las conclusiones con este tipo de, digamos, tecnología novedosa. Antes hay que explorar otras explicaciones”, añade.
Un editorial publicado junto con el estudio de Jama también pide cautela y que se evalúen más pruebas antes de que la gente llegue a conclusiones definitivas. Pero Valdés-Sosa señala que  el estudio aparece en la página web del Departamento de Estado –que además pide a la gente que reconsidere viajar a Cuba teniendo en cuenta los “ataques a la salud”–, no ocurre lo mismo con el editorial, que plantea una larga lista de advertencias.
“Esto ha sido politizado”, afirma Valdés-Sosa. “Creo que la gente está utilizando esto para presionar a favor de un retroceso en las relaciones que habían empezado a florecer durante la presidencia de Obama”, añade.
Obama ensayó un deshielo en las relaciones con Cuba durante sus últimos años en la Casa Blanca, pero Donald Trump ha anulado el proceso de distensión.
Smith reconoce que la causa de la enfermedad de los diplomáticos sigue siendo desconocida: “La idea de que sea una fuente de energía es nuestra mejor suposición, porque no somos capaces de pensar otra cosa, pero en ningún caso está demostrado. Si fue un ataque o no, no es realmente de nuestra incumbencia”.
El mes pasado, Todd Brown, director asistente de seguridad diplomática en el Departamento de Estado, afirmó que los investigadores estadounidenses estaban ahora considerando si la gente había sido expuesta a propósito a un virus. Smith cree que esto es poco probable: “Esto parece un fenómeno direccional y no conozco muchos virus, venenos o bacterias que vengan y se vayan a medida que te mueves de un lugar a otro”.
Smith también cree que el MPI es una explicación poco probable para la misteriosa enfermedad porque todos los diplomáticos estaban muy motivados para volver al trabajo y algunos de ellos tenían síntomas que les duraron meses.
Pero Bartholomew argumenta que el MPI no tiene nada que ver con hacerse el enfermo y que puede durar mucho. “El segundo tipo más común de MPI empieza lentamente y dura meses y años y a menudo está caracterizado por síntomas neurológicos”, señala. “El sospechoso número uno en este asunto es la enfermedad psicogénica masiva”, añade.
En respuesta a las afirmaciones que sostienen que el asunto ha sido politizado, Smith afirma: “Nadie en nuestro equipo trabaja para el Gobierno ni tiene ningún conflicto con respecto al Gobierno. De hecho, creo que al principio la mayor parte del equipo era escéptica y que no esperaba encontrar demasiado y, aun así, uno tras otro llegaron de forma independiente a la idea de que había algo, que esto parece ser un nuevo síndrome”.
“No tenemos nada que esconder”, explica Smith. “Queremos mantener intacta la privacidad de estas personas, pero estaríamos abiertos a discutir nuestras conclusiones. No estamos alineados con el Gobierno”.

SI NO VACUNAS ERES UN ASESINO SERIAL QUE PUEDES MATAR OTRAS PERSONAS

ANÁLISIS: responsabilidad y salud pública

El rechazo a las vacunas no tiene nada de sano (ni de ecológico)


La semana pasada, en A Coruña, se anunciaron varias charlas impartidas por activistas del movimiento antivacunas en una feria de productos ecológicos y consumo responsable. El debate público hizo reaccionar al Ayuntamiento, que consiguió que la organización cancelase las conferencias. ¿Deberían considerarse estas actividades como un delito contra la salud pública?

<p>Las vacunas protegen hoy al 86% de la población mundial y, según los datos de la OMS, evitan la muerte de dos millones de personas al año. / Pixabay</p>
Las vacunas protegen hoy al 86% de la población mundial y, según los datos de la OMS, evitan la muerte de dos millones de personas al año. / Pixabay
Poco antes de publicar Charlie y la fábrica de chocolate Roald Dahl perdió a su hija Olivia, de siete años, víctima del sarampión. La muerte de la pequeña marcó la vida de la familia del escritor, pero fue una tragedia inevitable, porque en 1962 todavía no existía una vacuna eficaz contra esta enfermedad. 24 años más tarde, cuando esa vacuna ya existía, Dahl publicó un texto en el que rogaba a sus conciudadanos que vacunaran a sus hijos.
(…) Aquí, en Gran Bretaña, debido a que tantos padres rechazan, por obstinación, ignorancia o miedo, que sus hijos sean inmunizados, todavía tenemos cien mil casos de sarampión cada año. De ellos más de 10.000 tendrán consecuencias de uno u otro tipo. Unos veinte niños morirán.
En 2017 los casos de sarampión en Europa se multiplicaron por cuatro y causaron 35 muertes
Las vacunas protegen hoy al 86% de la población mundial y, según los datos de la OMS, evitan la muerte de dos millones de personas al año, especialmente niños y niñas. Gracias a las vacunas hemos logrado erradicar una enfermedad tan terrible como la viruela, y muchas otras han desaparecido de nuestras vidas.
Pero la súplica de Roald Dahl sigue vigente porque el rechazo a las vacunas no ha dejado de crecer, especialmente en los países más ricos. Solo en Europa los casos de sarampión se multiplicaron por cuatro en 2017, causando 35 muertes. La difteria y la tos ferina vuelven a causar víctimas y si esta tendencia no se revierte, volveremos a ver en nuestros colegios los estragos de la polio.
Resulta difícil imaginar el dolor de una persona que pierde un hijo por negarle la protección que proporcionan las vacunas. Pero más allá de los sentimientos de compasión y de rabia, conviene reflexionar sobre los motivos de su obstinación, su ignorancia y su miedo. En particular, debemos analizar el papel que están jugando los activistas del movimiento antivacunas, cada vez más organizado.
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El escritor británico Roald Dahl perdió en 1962 a su hija Olivia cuando esta tenía solo siete años, víctima del sarampión, para el que no había vacuna.

El poder del debate social

¿Qué mecanismos tiene la sociedad para defenderse del peligro que suponen? ¿Podemos exigirles alguna responsabilidad por las consecuencias de sus actos? ¿Qué relación hay entre el rechazo creciente a las vacunas y la proliferación de terapias que nunca han demostrado su efectividad y que en ocasiones se dispensan al amparo de los propios colegios oficiales de médicos y farmacéuticos?
En A Coruña hemos vivido estos días un par de situaciones que ejemplifican los términos en los que se está produciendo este debate. Por una parte, un hotel de la ciudad decidió atender a las protestas de muchos ciudadanos y canceló una conferencia de Josep Pàmies, un empresario agrícola que, entre otras cosas, incita a sustituir los tratamientos de quimioterapia por una combinación de plantas medicinales y lejía.
Lo sucedido en A Coruña muestra que el debate público es una herramienta eficaz para achicar el espacio social a quienes instigan el rechazo a las vacunas
Unos días más tarde el Ayuntamiento anunciaba en rueda de prensa el patrocinio de BioCultura, una feria que suma 75 ediciones entre Sevilla, Valencia, Bilbao, Barcelona y Madrid, donde en noviembre del año pasado ocupó dos pabellones del recinto de IFEMA con más de 800 expositores y 74.500 visitantes.
Poco después de la presentación el Ayuntamiento comenzó a recibir quejas porque, junto a talleres de compostaje, cooperativismo energético o comedores escolares sostenibles, la feria programaba varias charlas impartidas por reconocidos activistas del movimiento antivacunas. Entre ellas, una titulada “Presentación de la nueva teoría infecciosa ecológica”. Al día siguiente la organización de la feria aceptó la demanda municipal de retirar estas charlas, aunque otras sobre los peligros de las redes WIFI, las bondades de la geometría sagrada (sic) o la medicina cuántica (sic) se mantienen en el programa.
Estos casos demuestran que tanto empresas privadas como administraciones públicas son sensibles a las críticas y saben reaccionar ante las protestas en las redes sociales y los medios de comunicación. Se demuestra así que el debate público sigue siendo una herramienta eficaz para achicar el espacio social a quienes instigan el rechazo a las vacunas, y al mismo tiempo ayuda a informar al público de los beneficios de la vacunación.

Peligrosos fraudes mezclados con ecologismo

Ir más allá y pretender que la apología antivacunas se convierta en un delito contra la salud pública parece más efectivo, pero esta opción no está exenta de riesgos. En primer lugar porque consolidaría el discurso victimista y conspiranoico que tan convincente le resulta a una parte de la población. Pero, sobre todo, porque supondría añadir un nuevo límite al derecho a la libertad de expresión.
No en vano, estos días hemos asistido con preocupación a la condena de cárcel para un músico por el contenido de sus canciones, mientras que responsables del IFEMA –que nada parecen objetar a las conferencias antivacunas– forzaban la retirada de una obra de arte de carácter político que se iba a exponer en ARCO.
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En ferias eco confluyen productos elaborados con criterios de responsabilidad medioambiental y pseudoterapias. / Biocultura
Paralelamente, la programación de estos actos en el marco de eventos cuyo objetivo es “promover la agricultura ecológica y la alimentación sana como base para una sociedad más justa y respetuosa con el medioambiente” nos invita a analizar el rechazo a las vacunas en el marco de un contexto más amplio. El interés de amplios sectores de la sociedad por el consumo de productos más “naturales” y menos contaminantes ha dado lugar a un pujante sector económico que goza de reconocimiento oficial y está regulado por normativas específicas.
La ciencia está muy lejos de poseer el monopolio de la razón, pero 
Es precisamente en este necesitamos consensos sociales para traducir sus hallazgos en normas que todos podamos cumplirambiente (ferias “eco”, tiendas de productos “orgánicos”, etc.) donde confluyen sin aparente contradicción alimentos producidos con criterios de responsabilidad medioambiental con pseudoterapias y productos milagrosos que nunca han demostrado su efectividad. Como era de esperar, también encontraremos aquí los mayores índices de rechazo a los cultivos transgénicos, que por más que superen todas las exigencias de seguridad alimentaria, siguen experimentando en Europa una fuerte oposición.
Sería un grave error atribuir la totalidad de este complejo conglomerado de opciones personales a una simple cuestión de ignorancia o de sentimientos anticientíficos, pretendiendo que la ciencia puede resolver todos los problemas y que su autoridad debiera ser suficiente para resolver todos los dilemas y contradicciones que surgen de la aplicación de cualquier tecnología.
La ciencia está muy lejos de poseer el monopolio de la razón, e incluso allí donde las evidencias proporcionadas por el método científico son incuestionables (las vacunas protegen de enfermedades, el tabaco provoca cáncer y este no se cura con lejía) necesitamos de consensos sociales para traducir estos hallazgos en normas que todos podamos cumplir.
marcos
Marcos Pérez Maldonado es director de los Museos Científicos Coruñeses. Es experto en museografía científica y didáctica de las ciencias en entornos no formales; ciencia en educación infantil; producción de proyectos de divulgación, interactivos, exposiciones y programas de planetario.
Zona geográfica: E