La ciencia ya sabe cuál es la duración ideal de un polvo

Duda resuelta: 13 minutos desde que se inicia la penetración. Esta es la duración ideal del coito a nivel de salud. No es una conclusión establecida a la ligera, sino la marca consensuada por 50 psicólogos, médicos, enfermeros y terapeutas, miembros de una Sociedad para la Terapia y la Investigación Sexual. Han sido encuestados por un equipo científico de la Universidad de Pensilvania para elaborar un estudio al respecto, y los resultados desbancan los mitos del porno sobre polvos interminables.
Este medio centenar de profesionales (hombres y mujeres) pusieron en común sus experiencias con pacientes para establecer cuál es la duración ideal del sexo desde que se produce la penetración, y aprovecharon para reunir también opiniones sobre diferentes rangos. ¿Cuántos minutos dura un encuentro demasiado prolongado?, ¿corremos algún riesgo si alargamos nuestros encuentros más allá de los 13 minutos?, ¿servirán estas conclusiones para derribar los mitos del cine porno, que nos muestra relaciones largas e intensas?
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Partamos de la siguiente idea: “El problema más habitual en relación a la duración de los encuentros sexuales es la asincronía de la respuesta del varón con la de su compañera”. Así explica el psicólogo y terapeuta sexual Raúl Padillala forma en la que cada pareja se enfrenta a la práctica del coito, aludiendo al tiempo que tarda cada cuerpo, según si es de hombre o de mujer, en llegar al orgasmo.
Y continúa: “Desgraciadamente, cuando pensamos en sexo pensamos también en las complejas posiciones del Kama Sutra; esto tiene un origen social aprendido tanto en algunas clases de educación sexual como en la pornografía que es, a la vez y para muchos adolescentes, la primera aproximación a la sexualidad adulta”. Habitualmente, las enseñanzas en materia del sexo que se ofrecen en los institutos reducen sus explicaciones a la genitalidad y a la forma de evitar las enfermedades de transmisión sexual, pero no se ocupan de explicar formas de practicar el sexo.
De ahí que, tal vez, muchos y muchas entiendan que una relación satisfactoria debe durar cuanto más, mejor. Pero esa opinión choca con la de los expertos: el estudio de la Universidad de Pensilvania establece que una relación adecuada se ajusta a la que dura entre 3 y 7 minutos; una deseable, entre 7 y 13 minutos; una demasiado corta, menos de 3 minutos y una demasiado larga, la que excede de ese límite de los 13.
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Esta duración es inferior a la que muchos asocian a un "buen polvo", y esto es algo a tener en cuenta si no quieren terminar padeciendo serios problemas de autoestima y otros que afecten a la manera de desenvolverse en la cama. Si uno se marca un objetivo demasiado ambicioso terminará, según Padilla, “viviendo las relaciones como una prueba y, lo que es peor, en el caso de que tenga varias experiencias en las que crea ‘no haber cumplido las expectativas esperadas’, podrá entender el sexo como una amenaza y convertir sus encuentros en una auténtica tortura infligida por uno mismo”. Porque si no nos creemos unos cracks terminaremos flagelándonos y puede que desarrollemos miedos que nos impidan mantener una buena salud sexual.
Y lo cierto es que las relaciones demasiado prologadas, al estilo de las películas porno, tampoco son ningún ideal, aunque podamos llegar a mantenerlas controlando nuestros niveles de excitación. El terapeuta explica que “la eyaculación retardada provoca una respuesta fisiológica con resultados no precisamente deseables: al dolor asociado a la falta de lubricación por el prologado bombeo habría que sumarle la posible frustración de ella al no ‘conseguir’ excitar a su amante lo suficiente, la pérdida de interés en el coito por cansancio o, incluso, la pérdida de la erección sin haber llegado al orgasmo”.

Ninguna maravilla, sin duda. Por eso, ni una cosa ni la otra. La máxima de que en el término medio está la virtud, que ya la defiende el propio sentido común, queda ahora validada por esta investigación. De hecho en el sexo no hay nada escrito. En palabras de Raúl Padilla, “la duración ideal es la que más se adecua a la realidad que nos rodea: igual de magnífica puede ser una rápida relación de dos minutos en un escenario morboso como el probador de unos grandes almacenes como una pausada durante la siesta en vacaciones”.
Es decir, que el cuerpo nos lo pide y se lo damos, y hay que saberlo escuchar. Porque, de exigirle demasiado, tal vez consigamos precisamente el efecto contrario al deseado. El tiempo es siempre relativo, y convertir cualquier ejercicio, incluido este, en una competición, no hace sino darle al reloj una capacidad de presión innecesaria. Eric Corty, uno de los científicos que participan en el estudio del que hablamos, lo tiene claro: “El sexo consiste en mantener una intimidad con alguien… ¡No en intentar establecer un récord!”. Así que ya sabes, menos presiones y más disfrute.